¿Quién es un Señor?
Percy Cayetano Acuña Vigil
¿Quién es tu padre, y de qué demo [1] proviene? ¿Quién fue padre de tu padre? ¿Quién tu madre? ¿Quién fue padre de tu madre, y en qué demo tuvo su origen? ¿Posees un santuario de Apolo legado por tus ancestros, y un Zeus que proteja tu hogar? ¿En dónde están sus santuarios? ¿Tienes un mausoleo donde repose tu familia? ¿En dónde se encuentra? ¿Tratas con el debido respeto a tus padres, y cumples con las obligaciones pecuniarias y militares que el estado impone?
Aristóteles, Constitución de los atenienses 55.3 [2]Así describe Aristóteles la interrogación para elegir a los arcontes [3].
Se suele asignar este adjetivo en el habla popular en forma profusa. Veamos algunos de sus significados [4].
1. Como adjetivo designa a quien es dueño de algo; al que tiene dominio y propiedad en ello. U. m. c. s.
2. Como adjetivo en términos coloquiales designa una cualidad Noble, decorosa y propia de un señor.
3. También como adjetivo coloquial antepuesto a algunos nombres, sirve para realzar su significado. Se produjo una señora herida Me dio un señor disgusto
4. Como sustantivo m. y f. designa a una persona respetable que ya no es joven.
5. m. y f. Título que se antepone al apellido de un varón o de una mujer casada o viuda. Señor González, Señora Pérez; o al cargo que desempeña. Señores diputados, Señora Presidenta; en España y otros países de lengua española, se antepone al don o doña que precede al nombre. Señor don Pedro, Señor don Pedro González, Señora doña Luisa, Señora doña Luisa Pérez; en gran parte de América, al nombre seguido de apellido. Señor Pedro González, Señora Luisa Pérez; y en uso popular, al nombre solo. Señor Pedro, Señora Luisa.
6. m. y f. Amo con respecto a los criados.
7. m. y f. Término de cortesía que se aplica a un hombre o a una mujer, aunque sea de igual o inferior condición.
8. m. y f. coloq. Suegro, suegra.
9. m. por antonom. Dios. ORTOGR. Escr. Con may. inicial.
10. m. Jesús. ORTOGR. Escr. Con may. inicial.
11. m. Poseedor de estados y lugares con dominio y jurisdicción, o con solo prestaciones territoriales.
12. m. Título nobiliario.
13. m. Tratamiento que se da a una persona real para dirigirse a ella de palabra o por escrito.
14. m. desus. Título que se anteponía al nombre de los santos. Señor san Pedro. El
Señor Santiago.
15. m. desus. Héroe o protagonista de una historia.
16. f. Señora: Mujer que por sí posee un señorío.
17. f. Señora: Mujer del señor.
18. f. Mujer o esposa.
Señor, ra. (Del lat. senĭor, -ōris).
El gran ~.: 1. m. Emperador de los turcos.
El Gran Señor
de los Turcos ha mandado juntar a todos "los cadís, capitanes, beyes, —o
"reyes", según se lee en las primeras ediciones (1) La hora de todos,
ed. Introd. y notas de Luis Lope
Grigera, Clásicos Castalia 67, Madrid, 1975, p. 161 y nota 512.
Señora de compañía.
f. La que tiene por oficio acompañar a paseo, a visitas, espectáculos, etc., a señoras y
hasta hace poco tiempo a señoritas que no acostumbraban salir solas de sus casas. Señora de honor. f. Título que se daba a las que tenían en palacio empleo inferior a las damas.
Señor de horca y cuchillo.
m. señor que tenía jurisdicción para castigar hasta con pena capital.
m. coloq. Persona que manda como dueño y con mucha autoridad.
Señor del argamandijo. m. El que tiene el mando de algo.
Señor de los ejércitos. m. Dios.
Señor de salva. m. ant. Personaje de mucha distinción o de elevada jerarquía.
Señor de sí. m. dueño de sí mismo.
~ mayor. m. y f. Persona respetable, de avanzada edad.
Nuestra Señora. f. La Virgen María.
Descansar, o dormir, en el Señor. locs. verbs. Morir con la muerte de los justos. gloriarse alguien en el Señor. loc. verb. Decir o hacer algo bueno, reconociendo a Dios por autor de ello y dándole alabanzas.
Pues señor. expr. coloq. U. para comenzar un cuento o un relato.
Quedar alguien señor del campo.
1. loc. verb. Mil. Haber ganado la batalla, manteniéndose en la campaña o terreno en donde se dio o estaba el enemigo.
2. loc. verb. Haber vencido en cualquier disputa o contienda.
Señor es quien tiene dominio sobre algo o alguien. En este sentido, se aplican las expresiones "señor de los ejércitos", "señor del Reino", "señor de la casa". Históricamente, el título de señor indicaba la superioridad con respecto a los esclavos de los que era el amo, o con respecto a los súbditos a los que dominaba a cambio de protección. También se utilizó para dirigirse a personajes de la nobleza y de la realeza.
En el Medievo, era el título del que dominaba en un feudo (señor feudal) sobre sus súbditos.
En España, donde el término feudo se aplicaba menos, se aplicaba de la misma forma al señorío (señor de vasallos, señor jurisdiccional, señor territorial, señor del lugar, señor de horca y cuchillo...). Entre los títulos de soberanía de los reyes de España se encuentran los de señor de Vizcaya y de Molina. Según el protocolo, se debe tratar a los que poseen este título de Ilustrísimo Señor de..., o de Excelencia.
Se usa el título señor antepuesto al apellido, generalmente para expresar la condición de casado. Es así en expresiones como: "señor y señora González...". Puede preceder a un cargo: "señor presidente". Se utiliza como expresión de respeto para dirigirse a alguien. En las religiones judeocristianas, suele aplicarse a Dios. En este caso debe iniciarse con mayúscula: "el Señor".
En el judaísmo, el nombre de Dios, que no se debe pronunciar por respeto, es sustituido en las lecturas por la palabra hebrea Adonay, que significa señor, y que se utilizaba para referirse a una persona importante, con capacidad para ejercer su dominio sobre algo o alguien. Seguían así la misma tradición de culturas próximas, que consideraban a sus dioses los Señores del país. Esta idea vino sustentada por el convencimiento de que Dios era el creador (Señor) del mundo, y el que había liberado a Israel del dominio de los egipcios, (Señor del pueblo de Israel, o Sebaoth: Señor de los Ejércitos de Israel).
Posteriormente, al traducir la biblia al griego, Adonay se sustituyó por Κύριος (Kirios), con el mismo significado. Durante la época helenística, la idea de considerar a los dioses como señores, pasó a expresarse en el lenguaje, tanto en la cultura egipcia como en la griega.
Con la llegada del cristianismo, la palabra Señor es utilizada igualmente para referirse tanto a Dios Padre como a Cristo, tradición que se encuentra reflejada ya en las epístolas de Pablo de Tarso (entre los años 51 y 67).
Hago referencia aquí a la famosa metáfora de la “lucha a muerte” entre el amo y el esclavo que provee a Hegel la clave del despliegue de la libertad en el curso de la historia. Con esta metáfora pasa a analizar detalladamente la dialéctica del amo y el esclavo,
En donde resulta determinante en el desarrollo de la Fenomenología que solamente arriesgando la vida se mantiene la libertad y que el individuo que no ha arriesgado la vida puede sin duda ser reconocido como persona; pero no ha alcanzado la verdad de este reconocimiento como autoconciencia independiente.
Se infiere que aquellos que alguna vez se sometieron a la esclavitud demuestran su humanidad cuando se arriesgan a morir voluntariamente antes que permanecer subyugados.
Este es el caso de Junín en donde los peruanos que participan son un ejemplo de la lucha por este reconocimiento, convirtiéndose esta batalla en la dialéctica del reconocimiento, haciéndose visible como historia universal de la libertad.
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[1] Demo: Demo (δeμος, dêmos -"pueblo" en griego-) era la circunscripción administrativa básica en que se dividía el territorio de la antigua Atenas. Su uso castellano es como sustantivo masculino.1 No se recoge tal uso en el DRAE.2 También se utiliza en la forma deme (δeμe),3 que no se recoge en el DRAE.4 El plural griego (demoi δeμοι) es poco utilizado en la bibliografía en castellano.5 También se utiliza demi (δeμι, como plural de deme).6
Los demos áticos o demos atenienses (o demoi o demi) fueron instaurados en las reformas legislativas (isonomía) de Clístenes (del 508 a. C. o 507 a. C. al 501 a. C.) El demo impuso una división con criterios de vecindad, en vez de la división anterior, con criterios de parentesco, propia de las polis aristocráticas. Su funcionamiento implicó un avance determinante en la constitución de la denominada democracia ateniense.
[2] Aristóteles. Constitución de los atenienses. Introducción, traducción y notas: Manuela
García Valdéz. Madrid, Gredos, 1984.
Aristóteles. Constitución de Atenas. Edición, traducción y notas con estudio preliminar por
Antonio Tovar. Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1948 (reimp. 1970)
[3] En la antigua Grecia, los arcontes eran los magistrados que ocupaban los puestos más importantes del gobierno de la ciudad. Su importancia varió a lo largo de los casi cinco siglos que perduró la institución, desde el 753 a. C. —cuando el arcontazgo perpetuo de los reyes de Atenas dio lugar a mandatos de diez años— hasta bien entrado el siglo III a. C., pero constituyeron la base de los gobiernos democráticos de la mayoría de las ciudades griegas. Esta magistratura representa la sustitución del poder de los antiguos reyes por el de las familias nobles, y debió crearse entre los siglos X y VII a. C.
Fustel de Coulanges, Numa D. (1987). La ciudad antigua, Barcelona: Iberia. [4] Arcontes
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