viernes, 29 de mayo de 2020

Byung-Chul Han: “Al capitalismo no le gusta el silencio”

“Al capitalismo no le gusta el silencio”



https://carloschavez.es/2020/03/06/al-capitalismo-no-le-gusta-el-silencio/
version original

https://www.schaubuehne.de/de/uploads/Der-Kapitalismus-liebt-die-Stille-nicht.pdf

Versión PDFDescarga

Entrevista a Byung-Chul Han –

Cuando a principios de la década de 2010 empecé a leer al filósofo surcoreano, afincado en Berlín, me invadió rápidamente la sensación de estar ante alguien que estaba siendo capaz de expresar mi mundo tal y como lo veía. Por otra parte, conocí el trabajo dramatúrgico que venía realizando el alemán Thomas Ostermeier, cuyas adaptaciones de algunos clásicos estaban revolucionando la escena mundial. En el año 2013 el teatro que dirige Ostermeier en Berlín, el Schaubühne, organizó unas charlas en las que participó Byung-Chul Han. 


Hablaron con él sobre teatro, capitalismo y la crisis de los sentimientos, Florian Borchmeyer y el propio Ostermeier. Byung-Chul Han es profesor de Ciencias de la Cultura en la Universidad de las Artes de Berlín, ha escrito libros como La sociedad del cansancio, La sociedad de la transparencia y La Agonía del Eros. Ostermeier es desde hace casi dos décadas el director artístico del teatro Schaubühne de Berlín, ha recibido numerosos premios internacionales y ha realizado montajes de obras de Shakespeare, Büchner, Sarah Kane, David Harrower o Ibsen, entre muchos otros. Borchmeyer es dramaturgo y guionista, y ha realizado adaptaciones de obras como Melancolía de la resistencia, del húngaro Lazslo Krazsnahorkai, para el director David Marton y For the disconnected child para Falk Richter, además de ser el director del documental Habana. La entrevista la colgaron en su web. Aquí os dejo la traducción que hice en su día pensando, sobre todo, en mis amigos de la compañía de teatro Malalengua.

Thomas Ostermeier: ¿Podemos explicar por la codicia la crisis desatada por los mercados financieros?

Byung-Chul Han: Únicamente por la codicia no se puede explicar el capitalismo. Pienso que la pulsión de muerte ya está en la obra. Mejor vayamos a la base. 

Destruir para generar crecimiento. No hay renovación. Su renovación consiste en dejar que las cosas envejezcan lo antes posible. Una máquina de destrucción, en realidad. Hoy en día las cosas ya nacen muertas. La guerra surge cuando las fuerzas de producción en constante crecimiento empiezan a expandirse por caminos no naturales a causa de la escasez de ventas en los mercados. La guerra destruye las cosas por caminos no naturales. El consumo destruye las cosas por caminos naturales. Consumimos para la Paz. (Ríe) No solo destrucción de la naturaleza, sino también destrucción mental…

T.O.: … y destrucción personal. Lo que usted describe en su libro La sociedad del cansancio es también un tipo de destrucción de la psique humana…

B.CH.: … sí, y por eso, hablo de pulsión de muerte…

Florian Borchmeyer: Tal vez, no se trate solo de codicia, sino también de anhelo. El capitalismo es un sistema que genera deseos que hasta ahora no estaban a nuestro alcance. Se inventan, para los nuevos productos, nuevas necesidades y anhelos que hasta el momento nadie había sentido.

B.CH.: Eva Illouz conecta el capitalismo con el Romanticismo, con el Romanticismo consumista. Pero yo no sé exactamente hasta qué punto es romántico el capitalismo. El anhelo se refiere a lo imposible, a lo inalcanzable. 

No es consumible. Se produce, a la inversa, la negación del anhelo. ¿Quién sufre hoy en día anhelo de amor? Incluso el amor no es más que una serie de sentimientos consumibles. El capitalismo fabrica constantemente necesidades de consumo. Nadie anhela un nuevo Smartphone. Ni siquiera Internet es un espacio de anhelos.

T.O.: Usted escribe en su libro El capitalismo no es una religión que el capitalismo no concede ningún tipo de liberación de las culpas, tampoco de expiación.

B.CH.: Sí, me refiero a eso, sobre todo, en contra de la teoría de Walter Benjamin, que decía que el capitalismo no es un culto que evite la expiación sino que lo es de la inculpación. Sin embargo, expiación y redención de la culpa son ideas también pertenecientes en esencia a la religión, pues una religión sin redención no es religión. El capitalismo solo puede existir cargándote de culpas. 

El hombre culpabiliza para no ser libre. Cuando se es libre, hay que actuar. Uno se remite a su culpa para no tener que actuar. También Max Weber conecta el capitalismo con la posibilidad de redención.

T.O.: ¿Y en qué consiste la redención del capitalismo? 

B.CH.: En que no todos pertenecen a los elegidos. Y no se sabe si se pertenece a los elegidos, ni si tendré éxito, acumularé capital y entonces perteneceré al selecto grupo de elegidos.  

T.O.: Calvinismo… Pero el capitalismo no promete ninguna redención en un más allá, sino solo más acá.

B.CH.: Si todos los años gano diez millones de euros, estamos entonces ante una dimensión superior.

T.O.: Pero no de redención.

B.CH.: Apariencia de redención. Cuando poseo un gran patrimonio, se produce una ilusión de omnipotencia e inmortalidad. Patrimonio: qué bonita palabra. Un patrimonio sin fin maximiza la idea de «poder» (posibilidad) haciendo resplandecer la finitud de las cosas. ¿En qué consiste la redención? Esa ilusión debe ser lo suficientemente potente. Ahí hay una dimensión teológica que no tiene que ver con la codicia material. En el capitalismo hay muchas dimensiones de la misma pulsión de muerte. ¿Cuánto queremos destruir? Todo el mundo lo sabe: hoy las cosas ya nacen muertas.

T.O.: De acuerdo. Hablemos del amor. En el teatro nos encontramos en medio de una crisis enorme debido a que no somos capaces de hablar de sentimientos en el escenario.

B.CH.: ¿Y por qué iba a necesitar obligatoriamente el teatro a los sentimientos?

T.O.: Porque se describen situaciones emocionales.

B.CH.: Usted describe situaciones, luego podrán venir las emociones y, entonces, aparecen los sentimientos. Interpreto un personaje, carente de emoción, hago un gesto. Ese gesto puede arrebatar al público. Cuando creo un personaje, unos gestos, se origina una narración. La narración provoca sentimientos. Si usted quiere trasladar los sentimientos directamente a expresiones, entonces hará porno, como criticó Botho Strauss, diciendo que el teatro es hoy en día porno, le falta el erotismo. Los actores son todos psicópatas y él hablaba de una degeneración esencial del teatro.

https://carloschavez.es/2020/03/06/al-capitalismo-no-le-gusta-el-silencio/
version original


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradeceremos aportes constructivos.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.