deux
Michel Foucalt Pour lui même
Foucault: El pensador
Les Mots et les Choses
Compartpo este análisis del pensamiento de michel Foucault
EL PENSAMIENTO DE MICHEL FOUCAULT COMO CAJA DE HERRAMIENTAS
JORGE IVÁN CRUZ
UNIVERSIDAD DE CALDAS
Recibido el 30 de mayo y aprobado el 6 de julio de 2006.
¡Cómo! ¿Se imaginan ustedes que me tomaría tanto trabajo y tanto placer al escribir, y creen que me obstinaría, sino preparara –con mano un tanto febril– el laberinto por el que aventurarme, con mi propósito por delante, abriéndole subterráneos, sepultándolo lejos de sí mismo, buscándole desplomes que resuman y deformen su recorrido, laberinto donde perderme y aparecer finalmente a unos ojos que jamás volveré a encontrar? Más de uno, como yo sin duda, escriben para perder el rostro. No me pregunten quíen soy, ni me pidan que permanezca invariable: es una moral de estado civil la que rige nuestra documentación. Que nos deje en paz cuando se trate de escribir.
(FOUCAULT, Michel. La arqueología del saber).
RESUMEN
El presente ensayo se mueve bajo dos perspectivas: de un lado, la discusión que Foucault presenta en torno al lenguaje como acción, como acto peligroso, es el discurso como experiencia límite del otro, lenguaje que se expresa y del que no se es dueño, lenguaje que se desdobla y desliza sobre sí mismo bajo sus propios trazos; de otro lado, se esbozan puntos sobre la genealogía del poder en los diversos dominios de saber en relaciones de fuerza y políticas. Es pues, el panóptico que 'vigila y castiga' como poder – saber.
ABSTRACT
This paper addresses two perspectives: on one side, Foucault's discussion of language as action, that shows discourse as a dangerous act, and speech as a borderline experience of the other, language that is expressed and is not owned by anyone, language that unfolds and slips onto itself under its own lines. On the other side, it gives a sketch of some points from the genealogy of power in various domains of knowledge, and political and power relationships. It is then, the panoptical that watches over and punish as power-knowledge.
Keywords
Thought, Speech, Experience, Panoptical, Body, Power to Know.
Historia de seis ideas: arte, belleza, forma, creatividad, mímesis y experiencia estética | Wladyslaw Tatarkiewicz
Venus de Milo
El filósofo e historiador polaco Wladyslaw Tatarkiewicz (1886 – 1980) perteneció a la Escuela de Leópolis-Varsovia del período de entreguerras, una escuela creada por Kazimierz Twardowski que dio a Polonia importantes científicos y académicos (filósofos, psicólogos, sociólogos y estudiosos de la lógica). Desde siempre le interesó la historia y la filosofía y, no sólo eso, también tuvo interés por el arte. Por ello, estudió Filosofía e Historia del Arte en diferentes universidades y se hizo doctor.
Desde la 1ª Guerra Mundial, Tatarkiewicz ocupó diversas cátedras y fue profesor en varias universidades de su país y, en 1930, fue nombrado miembro de la Academia Polaca de Ciencias.
Durante la ocupación nazi organizó diversas conferencias clandestinas, poniendo en peligro su vida.
La figura de Tatarkiewicz es, sin duda alguna, muy importante en lo que se refiere a la historia de la estética. Siempre indicó que el objetivo de su propia investigación era la estética, la cual persiguió de dos maneras: a través de la filosofía general y a través de la historia del arte. Hay que destacar, sobre todo, la multitud de obras que escribió, de entre las cuales sobresalen por su importancia los tres volúmenes de Historia de la filosofía y los otros tres volúmenes de Historia de la estética. Además, destacamos sus obras tituladas Sobre la felicidad, Camino a través de la estética e Historia de seis ideas.
Historia de las seis ideas
Tatarkiewicz plantea en esta obra un compendio teórico muy completo sobre las más importantes cuestiones de la historia de la estética. Se centra sobre todo en los conceptos y definiciones de arte, belleza, forma, creatividad, mímesis y experiencia estética, además de en su evolución histórica y su desarrollo. Se trata de una historia de la estética planteada como una historia de los problemas estéticos, sus conceptos y sus teorías.
Actualmente muchos de estos conceptos importantes dentro del mundo del arte y la estética han cambiado y han llegado a ser secundarios. Así, por ejemplo, los conceptos de belleza o de mímesis -entendida como imitación de la naturaleza-, que tanta importancia tuvieron en el mundo clásico o en el Renacimiento, para el arte contemporáneo apenas tienen relevancia. Las discusiones teóricas sobre estos conceptos se han ido apaciguando a lo largo del siglo XX y nos han abierto el camino hacia una situación artística plural y abierta a cualquier revolución artística.
Por otro lado, una idea que subyace a lo largo de toda la obra es la de pluralismo estético. Según el autor, este es la interpretación más acertada de la existencia de diferentes valores estéticos. Unas veces se mantuvo dentro de un pluralismo más moderado, mientras que otras lo hizo en torno a un pluralismo asociado a la defensa de su objetividad y naturaleza absoluta o incluso relacionó su pluralismo estético con el relacionismo y el relativismo moderado.
Esta idea de pluralismo estético influye en su concepción de la obra de arte, la cual define como “una reproducción de las cosas, o la construcción de formas o una expresión de tipo experimental que pueden deleitar, emocionar o conmocionar”. Se trata de una definición más bien incompleta, pero esta era su intención. Considera que no debe haber límites y que deben verse las cosas de otra manera.
Defiende que el arte no debe reducirse a obras maestras y a los llamados géneros elevados. Por esta razón, se observa en su obra un carácter liberador-revelador que tanto nos gusta. Sin duda, la definición de arte y obra de arte debe cubrir todos los tipos de arte sin discriminar ninguno de ellos. Pero todos estos planteamientos, al parecer tan ligeros, también pueden platear problemas a la hora de definir ciertas cosas o integrarlas dentro de un grupo u otro.
1. Arte
En primer lugar, el libro se encarga del concepto de arte desde la Antigüedad -cuando ya existían diferentes concepciones acerca del arte- hasta llegar a los tiempos modernos y al actual enfrentamiento sobre qué es el arte. Para estudiar la evolución del concepto a lo largo de la historia es fundamental analizar las diferentes clasificaciones que se han hecho. En este sentido, el debate de las artes liberales ha mantenido en vilo a muchos artistas (entre los que podemos destacar, por ejemplo, a los plateros) que pretendían que se entendiese su arte como un arte liberal. Sin duda se trataba de un rango más importante que el de un artesano. Ha sido una gran lucha en la que muchos han intervenido, cada uno aportando sus ideas y otros rechazándolas.
El arte ha estado en continua relación con la poesía desde tiempos antiguos. Poesía, música, arquitectura, etc., todas estas son expresiones de origen griego. Aunque los pueblos modernos las han recibido designando con ellas las artes, los griegos las utilizaron con otras intenciones y con un significado más amplio y que en muchas ocasiones no sólo se refería al arte.
La diferente clasificación que hicieron los griegos de la poesía y las artes visuales puede apreciarse de un modo más sorprendente en la estima social del poeta y del artista visual. Este último era considerado como un artesano, mientras que el poeta era considerado un filósofo. La división de las artes se hacía en relación al esfuerzo físico: artes liberales y subordinadas o serviles. El poeta no podía tener ayuda más que de Apolo y de sus musas y la poesía tenía que influir en la vida espiritual.
Sin duda, los griegos carecían del punto de vista estético; pero no sólo eso, también de una comprensión creativa del arte. Sólo valoraban la perfección integral y la producción artística se entendía como algo rutinario.
Platón, sin embargo, señaló el parecido existente entre poesía y artes visuales y combinó ambas en una teoría común de la estética. Aristóteles, por su parte, rechazó las ideas de Platón: en la mente de este enemigo de lo irracional no había lugar para ninguna comprensión de la poesía. Finalmente, durante el Helenismo, se hizo una segunda aproximación al arte. Cicerón decía que la poesía depende sólo del talento innato, que es producido puramente por una actividad mental.
En la Edad Media se dio una nueva separación entre poesía y arte, pues se volvieron a aceptar las anteriores concepciones del arte antiguo. Este retroceso al pasado estaba muy influenciado por el Cristianismo. Una actitud moral intransigente dejaba poco espacio para una actitud estética; la espiritualidad cristiana no podía sentir ninguna afinidad con la belleza sensible.
Pero, de la misma manera que el Helenismo siguió a la época clásica en Grecia, el Renacimiento significó también un cambio después de la Edad Media. Durante este periodo se conservó el concepto clásico de arte, aunque existía una importante multiplicidad de divisiones que persistió durante mucho tiempo. Algunos dividían las artes en principales, como la arquitectura, y subordinadas, como la pintura. Aunque también es importante hablar de una separación entre pintura y poesía, ya que esta última es una criatura verbal en forma de verso y con un contenido trascendente. Pero lo más importante es que durante el Renacimiento el arte visual se liberó de las restricciones que le habían impuesto los principios morales y religiosos y surgió el arte por el arte y por la belleza.
Durante el periodo de la Ilustración se hizo una división entre artes bellas y mecánicas. Fue también entonces cuando se estableció el término de bellas artes. Actualmente existe una división de las artes igual de poco exacta que en épocas anteriores, ya que las clasificaciones que se hacen de las artes se entienden ahora en un sentido más limitado de la palabra: en el de Bellas Artes.
2. Belleza
En lo referente a la belleza, se sigue la misma pauta que con el arte, hablando primero de la historia de este concepto, desde la Antigüedad hasta el momento actual. [Artículos relacionados: Adisson y el concepto de belleza, El fin de la belleza, La esclavitud de la belleza].
Existen diferentes interpretaciones de este concepto, aunque la gran teoría general de la belleza -que se planteó ya en tiempos antiguos- afirmaba que la belleza se basa en las proporciones de las partes, su ordenamiento y sus interrelaciones. Esto puede ilustrarse haciendo referencia a la arquitectura.
Esta gran teoría, que persistió largo tiempo y comenzó con los pitagóricos, se enunciaba junto a una serie de otras proposiciones que hacían referencia a la naturaleza funcional y cuantitativa de la belleza, a su base metafísica, a su objetividad y a su alto valor. Con el declinar de la Antigüedad esta concepción de belleza acabó sucumbiendo al cambio de mentalidad y en la actualidad se ha transformado en un concepto meramente estético.
Por otro lado, la belleza posee diferentes categorías. Podemos decir que tiene un carácter diverso cuando se trata de objetos bellos, obras de arte o paisajes de la naturaleza. Cuando nos referimos a la arquitectura incluye elementos como la estructura y el ornamento, pues estos sin duda pueden en un conjunto llegar al punto de belleza. Pero abarca también una serie muy amplia de cualidades, como la agudeza, la gracia o la elegancia. Según el momento histórico, se ha considerado que la aptitud es una variedad de la belleza. Otros adjetivos que se suelen asociar al concepto de belleza son los de la atracción, la sutileza, la sublimidad…
Sin embargo, poder determinar algunas cualidades de la belleza no nos permite identificar con claridad aquello que es bello. En un sentido amplio, pensamos que es bello todo lo que vemos, oímos o imaginamos con placer y aprobación y, por tanto, también aquello que es graciado, sutil o funcional. Sin embargo, en otro sentido más limitado, no sólo pensamos que la gracia, la sutileza o la función no son atributos de belleza, sino que los oponemos totalmente a la belleza. Sin suda, la belleza es un concepto general y algo muy difícil y complicado de definir. Podríamos decir, incluso, que según qué parámetros se tomen en cuenta se generan diferentes tipos de belleza, como por ejemplo la belleza clásica o la belleza romántica.
Finalmente, en torno al debate de la belleza existe la disputa entre el objetivismo y el subjetivismo: ¿los objetos poseen la cualidad de belleza per se o se la atribuimos nosotros a algo que nos parece bello? En efecto, todas las cosas son en sí mismas estéticamente neutrales, ni bellas ni feas. A lo largo de la historia ha ido cambiando el punto de vista sobre este tema. Así, en la Antigüedad encontramos un enfoque sobre todo subjetivista, aunque pitagóricos y estoicos abogaban por el objetivismo. En la Edad Media hubo diferencias entre los periodos, pero un factor importante fueron los escolásticos, que pusieron en tela de juicio el punto de vista objetivista de los antiguos filósofos. En el Renacimiento se consideraba que la belleza era objetiva y que el deber del artista estribaba simplemente en revelar sus leyes objetivas e inmutables. Sobre esta cuestión se poseen claras afirmaciones hechas por el gran teórico Leon Battista Alberti y por Marsilio Ficino. En el Barroco se creía en la existencia de unas leyes universales, en unos cánones obligatorios y en unas perfectas proporciones cósmicas -esto se aplicó sobre todo a la arquitectura y escultura, pero pronto también se hizo a la pintura y poesía-. A finales del siglo XVIII triunfó la estética subjetivista, que contaba con numerosos partidarios tanto en Gran Bretaña como Francia.
3. Forma
Sin duda el concepto de forma es uno de los más duraderos e internacionales. Sin embargo, la ambigüedad del término tiene tanta importancia como su persistencia.
La historia de la estética revela al menos cinco atributos diferentes de la forma, importantes todos ellos para una adecuada comprensión del arte:
La disposición de las partes.
Lo que va directamente a los sentidos.
El límite o contorno de un objeto.
La esencia conceptual de un objeto.
La contribución de la mente al objeto percibido.
Existen aparte otros significados de la forma que, aunque sean menos importantes, se emplean en la teoría y la práctica de las artes como, por ejemplo, el de instrumentos que sirven para dar forma. También existen algunos conceptos nuevos de forma que todavía no tienen historia o su historia es muy breve.
4. Creatividad
La creatividad artística es algo de lo que nos hemos acostumbrado a hablar de una manera muy natural, hasta tal punto que los conceptos de artista y creador nos parecen inseparables. Sin embargo, el término no siempre existió y no siempre tuvo el mismo significado. De hecho, surgió dentro del ámbito teológico y no fue hasta el siglo XIX que el término de creador se incorporó al mundo del arte.
En el siglo XX el concepto de creatividad se amplía. Mientras que en la centuria anterior se pensaba que sólo el artista podía ser creativo, a finales del 1900 empieza a considerarse que no sólo los artistas pueden gozar de la creatividad. En el siglo XX el concepto de creatividad se usa ya en un sentido más amplio: denota cada actuación del hombre que trasciende la misma recepción. El hombre es creativo cuando no se limita a afirmar, imitar o repetir y cuando da algo de sí mismo.
5. Mímesis
La mímesis o imitación, sin duda, abarca la historia de la relación del arte con la realidad. El término, que ha existido desde la Antigüedad -aunque el concepto ha cambiado con el tiempo-, se refiere a la reproducción del mundo externo (como en el siglo V a. C.) o a copiar la apariencia de las cosas.
Aristóteles ya hablaba de que la imitación artística podía presentar las cosas más o menos bellas de lo que son y seguir aparentemente fiel a Platón. Esta idea de que el arte imita la realidad predominó en la cultura europea durante unos veinte siglos, aunque aconteció de diferentes formas y con una terminología diferente.
La mímesis tiene un importante papel en la relación entre el arte, la naturaleza y la realidad. Sin duda la realidad es un concepto más extenso que la naturaleza, ya que comprende también las obras humanas. En lo referente al término de naturaleza, ha tenido una gran influencia en su evolución la concepción que de él se tuvo en la antigua Grecia. Además, es importante destacar los parangones entre la naturaleza y el arte.
6. Experiencia estética
Finalmente, por lo que respecta a la experiencia estética, está claro que también tiene una importante historia. Es de suponer que, en las épocas en las que al artista se lo consideraba más bien como un artesano, la experiencia estética no tuvo gran relevancia, mientras que con la llegada de la Ilustración tuvo una mayor importancia. En los grandes sistemas filosóficos de la primera mitad del siglo XIX, la belleza fue el principal concepto de la estética, pero esto no duró mucho, pues a partir del siglo XX los conceptos de belleza son más individuales y se puede decir que existen muchos tipos de belleza.
Tatarkiewicz distingue tres clases de experiencias estéticas:
La más elemental, derivada de la contemplación de objetos concretos.
La experiencia literaria, en la que interviene el intelecto.
La experiencia poética, que es emocional e imaginativa.
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La littérature française comprend l'ensemble des œuvres écrites par des auteurs de nationalité française ou de langue française, elle peut également se référer à la littérature écrite par des citoyens français qui écrivent dans des langues de France telles que le basque, le breton, etc.[réf. nécessaire]
La littérature écrite en langue française par les personnes d'autres pays tels que la Belgique, la Suisse, le Canada, le Sénégal, l'Algérie, le Maroc, etc. se réfère à la littérature francophone.
Son histoire commence en ancien français au Moyen Âge et se perpétue aujourd'hui.
Sommaire
1Histoire de la littérature française
1.1Au Moyen Âge
1.2Au XVIe siècle
1.3Au XVIIe siècle
1.4Au XVIIIe siècle
1.5Au XIXe siècle
1.6Au XXe siècle
1.7Au XXIe siècle
Histoire de la littérature française[modifier | modifier le code]
Au Moyen Âge[modifier | modifier le code]
Article détaillé : Littérature française du Moyen Âge.
Folio 153v des Très Riches Heures du duc de Berry (1412–1416)
La chanson de geste
La littérature courtoise
Le roman courtois
La littérature bourgeoise
La poésie au Moyen Âge
La poésie courtoise
La poésie bourgeoise
Un des Serments de Strasbourg (842) est le premier texte complet connu rédigé en roman, l' « ancêtre » du français. Le premier texte conservé dans cette langue que l'on considère aujourd'hui comme « littéraire » est le Séquence ou Cantilène de sainte Eulalie, probablement écrite entre 881 et 882 ; c'est une simple adaptation en 29 vers d'un poème latin à vocation religieuse et pédagogique.
Les premiers grands textes de la littérature française datent eux du milieu du Moyen Âge (xie siècle), époque de développement de l'agriculture et d'expansion démographique après des périodes d'invasions, d'anarchie et d'épidémies.
Les chansons de geste sont de longs poèmes comportant des milliers de vers qui sont destinées à être chantées en public, geste signifiant ici exploits guerriers. Elles relatent, sous une forme épique mêlant légendes et faits historiques, des exploits guerriers passés, et mettent en valeur l'idéal chevaleresque.
La plus ancienne et la plus connue est la Chanson de Roland qui a été écrite au xie siècle ; elle raconte, en les idéalisant, les exploits de l'armée de Charlemagne.
La littérature courtoise, apparue au xiie siècle, a pour thème principal le culte de l'amour unique, parfait et souvent malheureux. Elle trouve son origine dans l'Antiquité, intègre des influences orientales dues au retour des Croisés, et s'inspire de légendes celtiques. Ainsi, la légende de Tristan et Iseult raconte l'histoire d'un amour absolu et impossible qui se termine par la mort tragique des amants ; ces poèmes étaient chantés à la cour des princes par les trouvères et les troubadours.
Chrétien de Troyes (1135 ?–1190 ?) est sans doute le premier romancier de la littérature française ; ses romans comme Yvain ou le Chevalier au lion, Lancelot ou le Chevalier de la charrette et Perceval ou le Conte du Graal sont typiques de ce genre littéraire. Le long poème Le Roman de la Rose, best-seller datant du début du xiiie siècle est l'un des derniers écrits portant sur le thème de l'amour courtois, et cela seulement dans son court début écrit par Guillaume de Lorris. Le reste du poème, continué par Jean de Meung contient au contraire des passages (dont celui de La vieille) d'une étonnante misogynie, mêlée par ailleurs à des arguments articulés de critique sociale.
Vers la même époque, le Roman de Renart est un ensemble de poèmes qui relatent les aventures d'animaux doués de raison. Le renard, l'ours, le loup, le coq, le chat, etc. ont chacun un trait de caractère humain : malhonnête, naïf, rusé… Les auteurs anonymes raillent dans ces poèmes les valeurs féodales et la morale courtoise.
Le poète parisien du xiiie siècle Rutebeuf se fait gravement l'écho de la faiblesse humaine, de l'incertitude et de la pauvreté à l'opposé des valeurs courtoises.
Les premières chroniques historiques écrites en français sont des récits des croisades datant du xiie siècle. Certains de ces récits, comme ceux de Joinville retraçant la vie de saint Louis, ont aussi un but moral et idéalisent quelque peu les faits relatés. Ensuite la guerre de Cent Ans (1337–1453) est racontée par Jean Froissart (1337–1410 ?) dans deux livres appelés Chroniques. Eustache Deschamps, le poète, témoigne de la société et des mentalités pendant la guerre de Cent Ans.
Après la guerre de Cent Ans, le poète François Villon (1431–1463 ?) traduit le trouble et la violence de cette époque. Orphelin d'origine noble et bon étudiant, il est ensuite condamné pour vol et meurtre. Son œuvre à la fois savante et populaire exprime une révolte contre les injustices de son temps.
Le théâtre religieux se développe tout au long du Moyen Âge, il met en scène les Mystères, c'est-à-dire les fêtes religieuses comme Noël, Pâques et l'Ascension ; au contraire des genres littéraires précédents plutôt aristocratiques, il s'adresse au plus grand nombre. À côté de ce théâtre religieux, un théâtre comique appelé farce apparaît au xve siècle où il est durement combattu par les autorités religieuses.
Au xvie siècle[modifier | modifier le code]
Article détaillé : Littérature française du XVIe siècle.
Les principes de l'humanisme vont marquer profondément la littérature : retour aux textes anciens (grecs, latins et hébreux), désir de connaissance, épicurisme indiscutable, renouvellement des formes et des thèmes en se distinguant de la littérature médiévale.
La poésie compte comme auteur important Clément Marot, Jean de Sponde, Agrippa d'Aubigné, et les poètes de la Pléiade parmi lesquels figurent Ronsard et Du Bellay.
Les romans les plus marquants sont ceux de Rabelais et de Marguerite de Navarre.
Les Essais de Montaigne sont un important ouvrage situé entre la philosophie et l'autobiographie. Les Essais sont d'ailleurs une des premières autobiographies françaises et ouvrent ainsi la porte à Rousseau et tant d'autres. Le projet même des Essais, à savoir se découvrir, mais aussi découvrir l'Homme, peut être rapproché de celui des Confessions de Jean-Jacques Rousseau qui cherche à peindre l'homme, avec ses qualités, mais aussi ses défauts.
Au xviie siècle[modifier | modifier le code]
Article détaillé : Littérature française du XVIIe siècle.
Dès le début du xviie siècle, Honoré d’Urfé connaît un grand succès avec son roman précieux L'Astrée, roman d'aventures en partie autobiographique paru entre 1607 et 1633. C'est l'un des plus considérables succès du siècle, qui n'aura pas de postérité véritable dans le genre du roman pastoral, mais une influence considérable sur le roman, le théâtre (Molière), l'opéra et les mentalités.
Le xviie siècle compte deux grands courants littéraires tout à la fois concurrents mais aussi complémentaires : le classicisme et la littérature baroque. Concurrents car le classicisme en littérature s'imposera face au baroque mais aussi complémentaires car certains auteurs ont été influencés par les deux courants à la fois (comme Pierre Corneille). Mais dès la fin du siècle se dessine en littérature un courant de pensée qui annonce déjà les Lumières (avec La Bruyère par exemple).
Les grands noms de la littérature de cette époque sont : Corneille, Jean Racine, Molière, Pascal, La Rochefoucauld, La Fontaine, Nicolas Boileau, La Bruyère, Mme de La Fayette, Madame de Sévigné, Le Cardinal de Retz.
Au xviiie siècle[modifier | modifier le code]
Article détaillé : Littérature française du XVIIIe siècle.
Le xviiie siècle est appelé « siècle des Lumières ». Par cette métaphore le siècle cherche à consacrer, à travers l'esprit de la Renaissance et le cartésianisme du siècle précédent, le triomphe de la Raison sur les Ténèbres (l'obscurantisme et les préjugés). Les Lumières sont un phénomène européen, mais les philosophes français cristallisent le mieux les idées du siècle et donnent du relief à des nouvelles valeurs qui, au-delà de la Révolution française, marqueront durablement l'Europe et le monde. Les principaux philosophes francophones des Lumières sont Voltaire, Jean-Jacques Rousseau, Denis Diderot et Montesquieu.
Au xixe siècle[modifier | modifier le code]
Article détaillé : Littérature française du XIXe siècle.
Grands écrivains français du xixe siècle
Si le xixe siècle est important par le nombre de chefs-d’œuvre que la littérature française a engendrés, cette ère, remarquable dans l'histoire de la littérature française, reste difficile à appréhender ; et ce, en dépit de son caractère relativement récent. Pour de nombreux historiens de la littérature, le xixe siècle littéraire français demeure celui du romantisme, d'abord avec Chateaubriand, puis avec Victor Hugo, du réalisme avec Stendhal, Honoré de Balzac, Gustave Flaubert et du naturalisme avec Émile Zola.
Le romantisme et son foisonnement peuvent trouver partiellement leur cause dans certains points de vue[réf. nécessaire]. Certains mettent l’accent sur l’élan de liberté qu’a suscité la Révolution française, élan de liberté suivi d’un désordre, d’une confusion entraînée par l’instabilité, l’incertitude politique qui émane de la première moitié du siècle. Dans cette optique, on voit l’écrivain avec ses idéaux, manifestant son opposition à l’ordre politique et social. Pour d’autres, la place de la Révolution française et des troubles politiques qui s’ensuivront n’explique pas ou pas entièrement l’efflorescence du romantisme français, prenant pour preuve la naissance antérieure des romantismes anglais et allemand dans des pays qui ne furent pas secoués par la moindre révolution. Ils insistent plutôt sur l’influence qu’ont exercé l’étude et la lecture des littératures anglaise et allemande par les hommes de lettres français[réf. nécessaire].
Le réalisme est une étiquette plus vague, accolée postérieurement aux écrivains à partir des définitions de Champfleury, Stendhal et Balzac se situant entre le romantisme et le réalisme. Gustave Lanson dont l'Histoire de la littérature française (1894) a longtemps fait autorité, a consacré de très importantes pages à Balzac où il définit la part de réalisme de son œuvre et la part de romantisme « Ainsi, par ses impuissances et par sa puissance, Balzac opérait dans le roman la séparation du romantisme et du réalisme. Il reste cependant dans son œuvre quelque chose d'énorme, une surabondance et une outrance qui en trahissent l'origine romantique1. »
Le naturalisme, en revanche, procède d'une véritable démarche qu'Émile Zola a longuement explicitée.
Article détaillé : Naturalisme (littérature).
Au xxe siècle[modifier | modifier le code]
Article détaillé : Littérature française du XXe siècle.
La littérature française du xxe siècle a été profondément marquée par les crises historiques, politiques, morales et artistiques. Le courant littéraire qui a caractérisé ce siècle est le surréalisme, qui est surtout un renouveau de la poésie (André Breton, Robert Desnos, Paul Éluard...), mais aussi l'existentialisme (Gabriel Marcel, Jean-Paul Sartre), qui représente également une nouvelle philosophie (L'existentialisme est un humanisme de Jean-Paul Sartre). La source première chez les artistes de ce siècle est en rapport avec les conflits politiques de l'époque. La guerre est ainsi présente aussi bien dans la poésie que dans les romans.
Marcel Proust apparaît comme le dernier grand auteur français du début du xxe siècle.
Pour ce siècle, Marcel Proust apparaît comme le dernier grand auteur français. La seule comparaison est à chercher du côté de Louis-Ferdinand Céline, dans le rôle non négligeable qu'il a joué dans la remise en cause d'une narration trop policée et loin de la vie. Par une approche syntaxique au plus proche de la réalité de la rue, la création d'une novlangue mêlée à un argot fantaisiste, il s'est également illustré comme l'un des plus grands écrivains français de ce siècle et a marqué nombre d'écrivains, du père de San-Antonio en passant par les écrivains anglo-saxons (Burroughs, Miller, etc.).
En France, le Nouveau Roman, théorisé par Alain Robbe-Grillet dans Pour un nouveau roman, ne concerne initialement que peu d'écrivains mais a inspiré ensuite toute une génération d'écrivains regroupés aujourd'hui autour des Éditions de Minuit, dont Jean Echenoz, Jean-Philippe Toussaint, Tanguy Viel, Christian Oster, Laurent Mauvignier ou Christian Gailly. Après cela, plus aucun mouvement au sens strict ne réussit à émerger. L'Oulipo, Ouvroir de littérature potentielle, auquel ont appartenu Queneau ou Perec (et aujourd'hui des auteurs comme Roubaud, Fournel, Jouet et Le Tellier) ne se conçoit en effet pas comme un mouvement, mais comme un groupe de travail. Il en va de même pour la Nouvelle fiction regroupant des romanciers tels que Hubert Haddad, Frédérick Tristan ou Georges-Olivier Châteaureynaud.
Aujourd'hui on a cru pouvoir rapprocher un certain nombre d'écrivains autour de la notion d'autofiction créée par Serge Doubrovsky. Pour autant, il est parfois difficile de rassembler sous une même étiquette une palette d'écrivains aux sensibilités, aux démarches artistiques et aux univers parfois antagonistes. Cette définition est aussi un argument mis en avant par les détracteurs d'une littérature trop nombriliste, germanopratine et qui, d'un point de vue strictement commercial, semble trouver peu d'échos à l'étranger.
Dans la continuité des romans de terroir du xixe siècle, dont l'une des représentante fut George Sand, la littérature de terroir français a continué de s'illustrer avec des auteurs comme Pierre-Jakez Hélias (Le Cheval d'orgueil) et Henri Vincenot dans la seconde moitié du xxe siècle. Ce genre continue de se développer avec des auteurs comme Jean Anglade ou Jean-Paul Malaval.
Les mouvements littéraires les plus importants ont été :
Le surréalisme (Gaston Leroux, Paul Éluard, André Breton, Robert Desnos)
L'existentialisme (Gabriel Marcel, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Albert Camus et Maurice Merleau-Ponty)
Le Nouveau Roman (Alain Robbe-Grillet, Nathalie Sarraute)
Le théâtre de l'absurde (Antonin Artaud, Samuel Beckett, Eugène Ionesco, Arthur Adamov)
Au xxie siècle[modifier | modifier le code]
La littérature française, en ce début xxie siècle, revient a des formes plus traditionnelles, contrastant avec le foisonnement et l'innovation formelles du xxe siècle. Même s'il est aujourd'hui mal-aisé de dégager ce que l'on pourrait appeler des courants littéraires, nous pouvons tout de même repérer des tendances. Nous ne prétendons pas à l'exhaustivité.
L'autofiction : Serge Doubrovsky, créateur de ce néologisme, considère Colette comme la pionnière de cette autofiction qui a connu, en ce début de siècle, un succès public et critique certain. Mais cette notion d'autofiction est loin d'être homogène "car la nature exacte de la synthèse [de l'autobiographie et de la fiction] est sujette à interprétation"2 pourtant il nous est possible de distinguer quelques types : Une autofiction qui ne serait ni "une biographie, ni un roman naturellement [qui est] au-dessous de la littérature, [...] quelque part entre la littérature, la sociologie et l’histoire"3 représentée par Annie Ernaux.
Une autofiction qui s'inscrirait "dans une réflexion générale sur [...] la construction identitaire de l’écrivain contemporain dans son rapport à l’écriture et aux médias."4 Cette autofiction plus formelle est représentée par Chloé Delaume qui se définit comme une "praticienne de l'autofiction"5 considérant que "la mise en écriture modifie le réel."5 Quant à Marie Darrieussecq, elle voit dans l'autofiction "une assertion qui se dit feinte et qui dans le même temps se dit sérieuse"6. "Autrement dit, l'auteur d'autofiction tout à la fois affirme que ce qu'il raconte est vrai et met en garde le lecteur contre une adhésion à cette croyance. Dès lors, tous les éléments du récit pivotent entre valeur factuelle et valeur fictive, sans que le lecteur puisse trancher entre les deux."2 Et enfin, nous pouvons distinguer une autofiction "vulgarisée"2, on la retrouve sous la plume "d'écrivains à scandales comme Christine Angot"2
Le réalisme magique se distingue en ce début de xxie siècle, porté par des auteurs tels que Marie N'Diaye, Véronique Ovaldé ou Sylvie Germain.
La notion de minimalisme ou de roman ludique : "Au cours des années 1980, le terme de minimalisme est apparu puis s’est rapidement répandu pour désigner des auteurs ayant en partage un héritage (le Nouveau Roman)."7 Toute une génération d'écrivains regroupés aujourd'hui autour des Éditions de Minuit dont Jean Echenoz, Jean-Philippe Toussaint, Laurent Mauvignier ou Eric Chevillard. Même si l'idée de minimalisme fait encore débat, la notion de minimalisme se caractérise, selon Marc Dambre [archive], par un "jeu citationnel"8, un "réenchantement sans illusion du monde"8, la "recherche d’un nouvel ordre narratif"8, la présence accrue du ludique, une mise à distance de l’incongru et une manière de prendre le mot au mot8. Des caractéristiques, communes, qui ont poussé Olivier Bessard-Banquy à proposer la dénomination de Roman ludique pour regrouper ces auteurs, l'occasion de séparer minimalisme et littérature ludique : "Le goût du jeu est en effet chez eux bien plus marqué que la tentation du peu. […] C’est pourquoi l’étiquette du minimalisme — si tant est qu’elle ait un sens — doit être réservée à des ouvrages de peu, revendiquant à l’évidence une indigence absolue"9
L'hypothèse du minimalisme positif : notion créée par Rémi Bertrand, dans son essai Philippe Delerm et le minimalisme positif, désigne une « littérature articulée sur le bonheur au quotidien ». Une vision de l’écriture et de la vie apparaît, dès lors, de façon cohérente. Il s’agit de « préciser les conditions de possibilité d’une écriture du quotidien », de débarrasser « le quotidien et le bonheur des oripeaux de l’espérance » tout en fondant spontanément une éthique holistique du banal ; et ce, dans « une forme brève »10. Sous cette bannière du minimalisme positif, Bertrand rassemble plusieurs auteurs : Philippe Delerm, Bobin, Jean-Pierre Ostende,Pierre Michon, Visage, tous « chantres des plaisirs simples »10. Il faut tout de même noter que cette notion de minimalisme positif est contestée par une partie de la profession notamment Pierre Jourde : « réunir les auteurs du même type que Delerm en une sorte d’école, bref ériger cela en phénomène littéraire revient à encourager le développement actuel de la littérature de confort. »11
Réédition de 2003 en 4 volumes. Il a longtemps été un grand classique initialement destiné aux élèves du secondaire, il insiste sur les biographies des principaux auteurs et sur l'étude de nombreux extraits.
En trois volumes. Un ouvrage universitaire et collectif récent s'adressant à un public plus averti.
Anne Armand, Marc Baconnet, Patrick Laudet et Isabelle Mimouni, Les plus belles pages de la littérature française, lectures et interprétations, Gallimard,
Roland Biétry, Précis d'histoire de la Littérature française, vol. I, Moyen Âge, xvie, xviie, xviiie siècle; vol.II, xixe siècle, première partie, LEP, Le Mont-sur-Lausanne/CH, 2003, 2005. Biographie circonstanciée et présentation de l'œuvre de chaque auteur, chaque volume assorti d'un aperçu historique et d'une anthologie. Descriptif sur le lien editionsLEP.ch [archive]
Les universités américaines dominent une nouvelle fois le classement de Shanghaï
Seize établissements états-uniens sont dans le top 20 de ce palmarès mondial. L’université Pierre-et-Marie-Curie (40e) reste la meilleure française.
LE MONDE | 15.08.2017 à 02h00 • Mis à jour le 15.08.2017 à 09h56 | Par Eric Nunès et Camille Stromboni
Des étudiants de l’université Pierre-et-Marie-Curie (Paris-VI).
En 2017 encore, ce sont les établissements nord-américains qui dominent largement le classement de Shanghaï, palmarès mondial des universités publié mardi 15 août. Avec seize établissements parmi le top 20 et quarante-huit dans le top 100, les Etats-Unis confirment leur hégémonie. Harvard (Massachusetts) se maintient à la première place, devançant Stanford (Californie). La première européenne, l’anglaise Cambridge, progresse d’une place par rapport à 2016, délogeant ainsi l’université californienne de Berkeley de la troisième place du podium. Le MIT est la quatrième, Berkerley rétrograde à la 5e place.
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Seulement quelques universités d’Europe continentale se maintiennent aux places d’honneur : celle de Zurich (Suisse) demeure à la 19e place, Copenhague conservant la 30e. La première française, l’université Pierre-et-Marie-Curie (Paris-VI), est classée 40e, talonnée par L’université de Paris-Sud, 41e (en progression de cinq places). Une troisième tricolore figure parmi les cent premières : l’Ecole normale supérieure, à la 69e place.
Si l’on prend en compte le nombre d’universités par pays figurant dans le top 100 de ce palmarès, la place de la France reste stable, devancée par les Etats-Unis (48 classés), le Royaume-Uni (9), l’Australie (6), la Suisse (5), le Canada (4), les Pays-Bas (4) et l’Allemagne (4). La France arrive ex aequo avec le Japon (3).
« C’est toujours l’angoisse pour nous »
Dans un contexte de compétition internationale entre les établissements, ce palmarès mondial est une référence depuis sa création, en 2003. Il est attendu et scruté. « C’est toujours l’angoisse pour nous », reconnaît le président Yvon Berland, ravi de voir son université, Aix-Marseille, conserver son rang (dans la catégorie 101-150e). Pourtant, des débats réguliers agitent le milieu universitaire à propos des critères utilisés pour donner une note aux meilleurs établissements de la planète.
Pour la vingtaine d’établissements que la France y voit distingués chaque année, les gains de places se comptent souvent sur les doigts d’une main. « C’est un classement très regardé, très médiatisé. On y est forcément attentif. Même si ce n’est qu’un indicateur parmi d’autres, pour juger du potentiel de l’université dans le domaine de la recherche », poursuit M. Berland.
Pour lui, cette stabilité montre que son établissement progresse au même rythme que les autres dans la compétition internationale. S’il reconnaît que les critères peuvent être discutés – « ils donnent une large place à l’histoire d’un établissement, avec la comptabilisation des Prix Nobel, ou encore ne prennent quasiment pas en compte les sciences humaines et sociales » –, il estime qu’ils sont « objectifs ».
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Writer(1906–1989). Samuel Beckett Writer. PLACE OF BIRTH Foxrock, Dublin, Ireland
Samuel Barclay Beckett
SYNOPSIS
20th century Irish novelist, playwright and poet Samuel Beckett penned the play Waiting for Godot. In 1969, he was awarded the Nobel Prize for Literature.
Samuel Beckett was born on April 13, 1906, in Dublin, Ireland. During the 1930s and 1940s he wrote his first novels and short stories. He wrote a trilogy of novels in the 1950s as well as famous plays like Waiting for Godot. In 1969 he was awarded the Nobel Prize for Literature. His later works included poetry and short story collections and novellas. He died on December 22, 1989 in Paris, France.
Early Life
Samuel Barclay Beckett was born on Good Friday, April 13, 1906, in Dublin, Ireland. His father, William Frank Beckett, worked in the construction business and his mother, Maria Jones Roe, was a nurse. Young Samuel attended Earlsfort House School in Dublin, then at 14, he went to Portora Royal School, the same school attended by Oscar Wilde. He received his Bachelor’s degree from Trinity College in 1927. Referring to his childhood, Samuel Beckett, once remaking, “I had little talent for happiness.” In his youth he would periodically experience severe depression keeping him in bed until mid-day. This experience would later influence his writing.
A Young Writer in Search of a Story
In 1928, Samuel Beckett found a welcome home in Paris where he met and became a devoted student of James Joyce. In 1931, he embarked on a restless sojourn through Britain, France and Germany. He wrote poems and stories and did odd jobs to support himself. On his journey, he came across many individuals who would inspire some of his most interesting characters.
In 1937, Samuel Beckett settled in Paris. Shortly thereafter, he was stabbed by a pimp after refusing his solicitations. While recovering in the hospital, he met Suzanne Dechevaux-Dumesnuil, a piano student in Paris. The two would become life-long companions and eventually marry. After meeting with his attacker, Beckett dropped the charges, partly to avoid the publicity.
Resistance Fighter in World War II
During World War II, Samuel Beckett’s Irish citizenship allowed him to remain in Paris as a citizen of a neutral country. He fought in the resistance movement until 1942 when members of his group were arrested by the Gestapo. He and Suzanne fled to the unoccupied zone until the end of the war.
After the war, Samuel Beckett was awarded the Croix de Guerre for bravery during his time in the French resistance. He settled in Paris and began his most prolific period as a writer. In five years, he wrote Eleutheria, Waiting for Godot, Endgame, the novels Malloy, Malone Dies, The Unnamable, and Mercier et Camier, two books of short stories, and a book of criticism.
Success and Notoriety
Samuel Beckett’s first publication, Molloy, enjoyed modest sales, but more importantly praise from French critics. Soon, Waiting for Godot, achieved quick success at the small Theatre de Babylone putting Beckett in the international spotlight. The play ran for 400 performances and enjoyed critical praise.
Samuel Beckett wrote in both French and English, but his most well-known works, written between WWII and the 1960s, were written in French. Early on he realized his writing had to be subjective and come from his own thoughts and experiences. His works are filled with allusions to other writers such as Dante, Rene Descartes, and James Joyce. Beckett’s plays are not written along traditional lines with conventional plot and time and place references. Instead, he focuses on essential elements of the human condition in dark humorous ways. This style of writing has been called “Theater of the Absurd” by Martin Esslin, referring to poet Albert Camus’ concept of “the absurd.” The plays focus on human despair and the will to survive in a hopeless world that offers no help in understanding.
Later Years
The 1960s were a period of change for Samuel Beckett. He found great success with this plays across the world. Invitations came to attend rehearsals and performances which led to a career as a theater director. In 1961, he secretly married Suzanne Dechevaux-Dumesnuil who took care of his business affairs. A commission from the BBC in 1956 led to offers to write for radio and cinema through the 1960s.
Samuel Beckett continued to write throughout the 1970s and 80s mostly in a small house outside Paris. There he could give total dedication to his art evading publicity. In 1969, he was awarded the Nobel Prize for Literature, though he declined accepting it personally to avoid making a speech at the ceremonies. However, he should not be considered a recluse. He often times met with other artists, scholars and admirers to talk about his work.
By the late 1980s, Samuel Beckett was in failing health and had moved to a small nursing home. Suzanne, his wife, had died in July 1989. His life was confined to a small room where he would receive visitors and write. He died on December 22, 1989, in a hospital of respiratory problems just months after his wife.