viernes, 31 de enero de 2020

EL INTERÉS, LOS OBJETIVOS Y EL CINISMO:. CAYETANO ACUÑA.VIGIL




Me permito alcanzar estas lineas sobre el tema del Interés, los objetivos y el cinismo que pueden contener. 

El interés mismo se entiende de modo puramente psicológico, como apetencia, disposición, inclinación, simpatía, amor, que experimentan los hombres. El interes linda con la conveniencia, utilidad, con el provecho, el beneficio, con la ganancia.

Esto conduce a la interpretación subjetivista de la naturaleza de los valores. La moralidad se entiende en el espíritu liberal, como medio de concordación y conciliación de los intereses particulares; el bien, como lo que se corresponde con la suma máxima de intereses individuales, y el deber, en el espíritu del utilitarismo: actúa de modo necesario para satisfacer el máximo de las apetencias y aspiraciones existentes en la sociedad dada. 

Así pues, el fin histórico de la moralidad  se reduce al nivel de un programa político de compromiso y oportunismo. Por eso el interés responde a un programa de compromiso y oportunismo individual y particular. El interés general es un concepto ético y normativo invocado habitualmente para justificar las decisiones.

En realidad, los ciudadanos no tienen las mismas preferencias ni los mismos valores, por lo que difícilmente se puede aceptar que compartan los mismos intereses. El argumento es que en la actualidad las sociedades, al menos las occidentales, están cada vez más fragmentadas, cuestionándose en mayor medida que sea posible un interés general en cualquier acción de gobierno. 

Casi 2000 años después de que ciertos filósofos griegos hubieran abrazado el cinismo clásico, en el siglo XVII y XVIII escritores como Shakespeare, Swift, Voltaire y, siguiendo las tradiciones de Geoffrey Chaucer y François Rabelais, utilizan la ironía, el sarcasmo y la sátira para ridiculizar la conducta humana y reactivar el cinismo. 

Bertrand Russell en el ensayo sobre el cinismo juvenil pudo describir la medida en que (a su modo de ver) el cinismo había penetrado en las conciencias occidentales en masa, y puso acento especial en las áreas parcialmente influidas por el cinismo: la religión, la patria (el patriotismo), el progreso, la belleza, la verdad.

Afectuosamente - Cayetano Acuña Vigil

sábado, 18 de enero de 2020

Montesquieu, filósofo de la ley y la legalidad del poder.: Cayetano Acuña.

Montesquieu, filósofo de la ley y la legalidad del poder.




Charles de Secondat, barón de Brede y Montesquieu es uno de los principales filósofos políticos de la Ilustración.

Montesquieu es uno de los padres fundadores de la filosofía política (ver sus citas). Inspirado tanto por el liberalismo de Locke como por Aristóteles o Cicerón, Montesquieu pudo describir el espíritu de la razón que caracteriza a las leyes. Su ideas influyen en el pensamiento político, desde Rousseau a Rawls y a Kant .

Fue uno de los filósofos y ensayistas ilustrados más relevantes, en especial por la articulación de la teoría de la separación de poderes, que ha sido introducida en algunas constituciones de varios Estados, con mayor influencia en la Constitución de los Estados Unidos:

«En cada Estado existen tres clases de poderes: la potestad legislativa, la potestad ejecutiva de las cosas que proceden del derecho de gentes y la potestad ejecutiva de aquellas que dependen del derecho civil.»

«En virtud de la primera, el Príncipe o Magistrado hace leyes transitorias o definitivas, y enmienda o deroga las existentes. Por la segunda, hace la paz o la guerra, envía o recibe embajadas, establece la seguridad pública y previene las invasiones. Por la tercera, castiga a los criminales, o determina las disputas que surgen entre los particulares. Se dará a esta última el nombre de potestad de juzgar, y la otra, simplemente, la potestad ejecutiva del Estado”.»

«Cuando en la misma persona o en el mismo cuerpo de magistratura, la potestad legislativa y la potestad ejecutiva están reunidas, no puede haber libertad; porque se puede temer que el mismo monarca o senado pueda hacer leyes tiránicas, para ejecutarlas tiránicamente.»

«De nuevo, no hay libertad, si la potestad de juzgar no está separada de la potestad legislativa y de la ejecutiva. Si estuviese unido a la potestad legislativa, el poder sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería arbitrario; debido a que el juez sería el legislador. Si se uniera a la potestad ejecutiva, el juez podría tener la fuerza de un opresor.»

«Todo estaría perdido, cuando el mismo hombre, o el mismo cuerpo, ya sea de los nobles o del pueblo, ejerza esos tres poderes: el de hacer las leyes, el de ejecutar las resoluciones públicas, y el de juzgar los crímenes o las diferencias entre los particulares.»

«La potestad ejecutiva debe estar entre las manos de un monarca, porque esta parte del gobierno, que tiene casi siempre necesidad de una acción momentánea, está mejor administrada por uno que por varios; mientras que lo que depende de la potestad legislativa está mejor ordenada por varios que por uno sólo.»

«Pero si no hubiera monarca y la potestad ejecutiva fuera confiada a un cierto número de personas sacadas del cuerpo legislativo, no habría ya libertad, porque los dos poderes estarían unidos, ya que las mismas personas tendrían a veces, y podrían siempre tener, parte la una en la otra.»

Montesquieu, El espíritu de las leyes, Libro XI.1​2​

Su pensamiento debe ser enmarcado dentro del espíritu crítico de la Ilustración francesa, patente en rasgos como la tolerancia religiosa, la aspiración de libertad y su concepto de la felicidad en el sentido cívico, si bien se desmarcará de otros autores de la época por su búsqueda de un conocimiento más concreto y empírico en oposición a la abstracción y método deductivo dominantes. 

Podemos decir que como difusor de la Constitución inglesa y teórico de la separación de poderes se encuentra muy cercano al pensamiento de Locke, en tanto que como autor de las Cartas persas podría situarse próximo a Saint-Simon. Sin embargo, el pensamiento del señor de La Brède es complejo y tiene esa personalidad propia que le convierte en uno de los pensadores más influyentes en el seno de la historia de las doctrinas políticas.

Montesquieu, la ley y la Libertad.

Montesquieu quiere apoderarse del «espíritu de las leyes» y someterlas a un análisis científico. Distingamos las diversas leyes positivas y la ley universal, la primera de las cuales son solo casos especiales: la ley (positiva) designa una regla instituida para garantizar la seguridad y la libertad, una regla que aparece como una especificación extendida, como una expresión de la razón humana. .
Las leyes, las relaciones necesarias, derivadas de la naturaleza de las cosas, permiten, para el hombre, el acceso a la libertad política.

¿Qué significa la libertad? Al anunciar los pensamientos de Rousseau y Hegel, Montesquieu lo define, en el plano político, como la obediencia a las leyes.

– La libertad es el derecho a hacer lo que la ley permita, no hacer lo que usted quiere.

En El contrato social, Rousseau no se expresará de otra manera. El mérito de Montesquieu es, por lo tanto, definir la libertad en su relación con la ley, pero también el estado, entendido como una sociedad donde existen leyes.
Libertad (política), ley y forma estatal, en Montesquieu, un todo racional y un sistema.

Montesquieu y las diferentes formas de gobierno: despotismo, república, monarquía

Atento a la relación entre la ley y la libertad política, Montesquieu solo podía sentirse fascinado por el despotismo, ese absoluto mal político, que corresponde al poder de un solo hombre y cuya única ley es la fantasía del príncipe.

El principio del despotismo es el miedo y, muy a menudo, el miedo religioso. Basado en las pasiones humanas, el despotismo puede sobrevivir.

Además del despotismo (poder de un solo hombre, sin gobierno), Montesquieu distingue a la monarquía, donde, la diferencia del despotismo, el príncipe ejerce el poder al referirse a las leyes y, finalmente, la república: el gobierno. Republicano es donde el pueblo o solo una parte del pueblo tiene poder soberano.

– En el primer caso, estamos tratando con una democracia y, en el segundo, con una aristocracia.

Montesquieu y la separación de poderes:
Perseguido por el problema del despotismo y el de la libertad, Montesquieu fue a la base misma de toda libertad política.

La separación de poderes (legislativo, ejecutivo, judicial) es la mejor manera de conciliar la libertad del ciudadano y la autoridad pública. La idea de una separación de los tres poderes aparece así como el remedio para los abusos de poder: en todas partes, el poder debe detener el poder.

Guiada por un profundo respeto por la persona humana y un apego a la libertad política, la doctrina de Montesquieu forma el horizonte de nuestras visiones políticas modernas.

Filosofía de la Historia.

La filosofía de la historia de Montesquieu minimiza el papel de los individuos y los eventos. Presenta su punto de vista en Considérations sur les causes de la grandeur des Romains et de leur décadence ("Origen de las causas de la grandeza y decadencia de Roma") que cada evento histórico fue inspirado por un evento, movimiento, en especial. «Si una causa en particular, tal como el resultado accidental de una batalla, ha arruinado a un estado, entonces existió una causa general que fue la que determinó la caída de dicho estado como consecuencia de una sola batalla».4​

Montesquieu ejemplificaba este principio con situaciones de la historia de Roma. Al analizar la transición de la República al Imperio, Montesquieu sugería que si César y Pompeyo no hubieran trabajado para usurpar el gobierno de la República, otros hombres lo habrían hecho. La causa no fue la ambición de César o Pompeyo, sino la ambición del hombre.

Visión política y legado

Montesquieu desarrolló las ideas de John Locke acerca de la división de poder. En su obra El espíritu de las leyes manifiesta admiración por las instituciones políticas inglesas y afirmó que la ley es lo más importante del Estado.

Las Cartas Persas se publican en 1721, con 32 años, y su éxito es fulminante en la sociedad francesa en la época de la regencia de Luis XV de Francia. Ingresa en la Academia Francesa en 1727 y se traslada a Inglaterra en 1729 siendo elegido miembro de la Royal Society. Sus tres años en Inglaterra resultan cruciales para su desarrollo intelectual.

En 1734 publicó las Consideraciones sobre las causas de la grandeza y decadencia de los romanos. Pero su obra magistral fue El espíritu de las leyes, que publicó en Ginebra en 1748, después de catorce años de trabajo. Esta obra sufrió duras críticas, sobre todo por los jansenistas y los jesuitas. A estos ataques Montesquieu replicó, en 1750, con una defensa de esta obra, lo que no evitó que, más tarde, fuera censurada por Roma en 1751. Los últimos años de su vida, Montesquieu los dedicó a viajar de París a Burdeos y a terminar alguna de sus obras empezadas.5​

Dos son fundamentalmente los puntos en que los diferentes autores insisten al señalar la aportación original de Montesquieu al estudio científico de las sociedades humanas:

Montesquieu acomete la tarea científica de describir la realidad social según un método analítico y «positivo» que no se detiene en la pura descripción empirista de hechos, sino que intenta organizar la multiplicidad de datos de la realidad social en un reducido número de tipos.

Dar una «respuesta sociológica» a la aparente diversidad de los hechos sociales, bajo el supuesto de que existe un orden o causalidad de estos hechos susceptible de una interpretación racional.

Se considera uno de los precursores del liberalismo y fue quien elaboró la teoría de la separación de poderes. La teoría sobre la división de poderes encontró en Montesquieu su máximo exponente, desarrollando este una célebre tesis que serviría como modelo y punto de partida a los gobernantes posteriores de los siglos XVIII y XIX, aunque su teoría no sea la única realizada para tratar el tema. La estructura que presenta Montesquieu sobre la división de poderes está influenciada por la práctica constitucionalista británica donde existen sistemas de frenos, contrapesos y controles que éste utiliza en un modelo racionalista. Montesquieu atribuye al Parlamento el poder legislativo con la sanción real de la ley, el ejecutivo al gobierno, y el judicial a los tribunales de justicia.

Principales obras de Montesquieu:
– Letras persas (1721)
– Consideraciones sobre las causas de la grandeza de los romanos y su decadencia (1734)
– El espíritu de las leyes (1748).
Categoría: Filósofos Franceses

Bibliografía
Althusser, Louis. Montesquieu. La política y la historia. Barcelona: Ariel, 1979.
Pangle, Thomas, Montesquieu’s Philosophy of Liberalism (Chicago: 1989 rpt.; 1973).
Person, James Jr., ed. «Montesquieu» (excerpts from chap. 8) in Literature Criticism from 1400 to 1800, (Gale Publishing: 1988), vol. 7, pp. 350–52.
Shackleton, Robert. Montesquieu; a Critical Biography. (Oxford: Clarendon Press of Oxford University Press, 1961).
Shklar, Judith. Montesquieu (Oxford Past Masters series). (Oxford and New York, Oxford University Press, 1989).
Schaub, Diana J. Erotic Liberalism: Women and Revolution in Montesquieu's 'Persian Letters'. (Lanham, MD: Rowman & Littlefield, 1995).
Spurlin, Paul M. Montesquieu in America, 1760-1801 (Baton Rouge: Louisiana State University Press, 1941; reprint, New York: Octagon Books, 1961).
Starobinski, Jean. Montesquieu. México: Fondo de Cultura Económica, 2ed., 2000.

ref: Los siguientes enlaces se han consultado pues constituyen valiosas fuentes de referencia.

https://la-filosofia.com/la-filosofia-de-montesquieu/
http://www.filosofia.org/enc/ros/monte.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/Montesquieu
https://www.ecured.cu/Montesquieu
https://thales.cica.es/rd/Recursos/rd99/ed99-0257-01/montes.html
https://personajeshistoricos.com/c-filosofos/montesquieu/
http://www.alcoberro.info/planes/montesquieu.htm

martes, 14 de enero de 2020

¿Qué es el metodo Socrático de la Mayéutica?

¿Qué es el método Socrático de la Mayéutica?



La mayéutica es un método de enseñanza que consiste en realizar preguntas a una persona hasta que ésta descubra conceptos que estaban latentes u ocultos en su mente. El cuestionario es desarrollado por un maestro que debe encargarse, con sus preguntas, de guiar a su discípulo hacia el conocimiento no conceptualizado.

El método socrático es un método de demostración lógica para la indagación o búsqueda de nuevas ideas, conceptos o prismas subyacentes en la información. Este método fue aplicado ampliamente para los escritos orales de los conceptos morales clave. Fue descrito por Platón en los diálogos Socráticos. Por esto, Sócrates es habitualmente reconocido como el padre de la ética occidental o filosofía moral.

Es una forma de búsqueda de verdad filosófica. Normalmente concierne a dos interlocutores en cada turno, con uno liderando la discusión y el otro asintiendo o concordando a ciertas conjeturas que se le muestran para su aceptación o rechazo. Este método se le acredita a Sócrates, quien empezó a enzarzarse en dichos debates con sus compañeros atenienses después de una visita al oráculo de Delfos.

Un diálogo socrático puede pasar en cualquier momento entre dos personas cuando éstas buscan la respuesta a una pregunta si ésta la admite mediante su propio esfuerzo de reflexión y razonamiento. Se empieza haciendo todo tipo de preguntas hasta que los detalles del ejemplo son evidenciados para luego ser usados como plataforma para alcanzar valoraciones más generales.

La práctica implica efectuar una serie de preguntas alrededor de un tema o idea central, y responder las otras preguntas que aparezcan. Normalmente, este método se usa para defender un punto de vista en contra de otra posición. La mejor forma de evidenciar el acierto de un "punto de vista" es hacer que el oponente se contradiga a sí mismo y de alguna forma apruebe el "punto de vista" en cuestión. Véase reducción al absurdo.

El término preguntas socráticas, juicio socrático o cuestionamiento socrático es usado para describir este tipo de interrogatorio, en el cual una pregunta se responde como si esta hubiera sido una pregunta retórica. Ej.: ¿Puedo comer champiñones?. A lo que se contesta con otra pregunta como si la primera no lo fuera o fuera retórica: ¿Acaso no son los champiñones comestibles? Así se fuerza a realizar al preguntador una nueva pregunta que aporte más luz a su discurso.

Método

Elenchos (del griego: ἔλεγχος, un escrutinio cruzado con el propósito de la refutación, más conocida como 'elenchus', es la técnica central del método socrático).

En los primeros diálogos de Platón, la técnica de elenchos es la técnica que Sócrates usa para investigar, por ejemplo, la naturaleza o definición ética de los conceptos como justicia y virtud. De acuerdo con su formulación generalizada, ésta tiene los siguientes pasos:

Un primer interlocutor A establece una tesis o afirmación, por ejemplo: 'El coraje es la resistencia para el alma', lo cual el interlocutor B considera incierto y por eso lo lanza para su refutación y examen.

El interlocutor A recibe de su interlocutor B su opinión con sus premisas adicionales. Por ejemplo: 'El coraje es algo bueno y aceptable, sin embargo, la resistencia ignorante o inconsciente o sin un fin no es buena.'

Entonces el interlocutor A argumenta, y el interlocutor B lo reconoce, que esas premisas adicionales implican lo contrario de la tesis original, es decir, 'El coraje no es la resistencia para el alma ya que si el coraje es bueno y la resistencia no lo es en todos sus casos, entonces el coraje no puede ser resistencia.'

El interlocutor B muestra que él ha demostrado como la tesis del interlocutor A es falsa y por tanto su negación es cierta.

Al mismo tiempo el interlocutor B podría abogar porque la primera premisa es falsa y que en realidad la resistencia es mala y por tanto el coraje no es la resistencia. Ya que se ha partido de esa premisa supuesta. Sin embargo, cuando se sigue estando de acuerdo por ambos o si no se está pero no se dan argumentos para el cambio de opinión entonces son las otras hipótesis las que deben ser incorrectas. Lo que se ha hecho es descartar hipótesis en búsqueda de la verdad. Para evitar caer en la falacia del razonamiento circular se debe estar de acuerdo en la primera premisa y dispuesto a desecharla en caso de que se encuentren hipótesis ciertas que no sustenten a la premisa.

La naturaleza exacta de las elecciones está sujeta a un gran debate, en particular concerniente a sí es un método positivo, que dirige hacia el conocimiento, o un método negativo usado solamente para refutar falsas afirmaciones autoproclamadas como conocimiento; es decir, se puede descubrir nuevas ideas a partir de la simple deducción lógica de las premisas o por el contrario solo se puede averiguar si la premisa es cierta o falsa.

El método socrático, es un método negativo de eliminación de hipótesis, en el cual las mejores hipótesis son encontradas mediante la identificación y la eliminación de aquellas que conducen a contradicciones. Consiste en una búsqueda de las hipótesis subyacentes o axiomas que subconscientemente dan forma a nuestras opiniones y en hacerlas el centro de nuestro escrutinio para determinar su consistencia con otras creencias.

Su forma básica es una serie de preguntas formuladas como test de lógica y hechos con la intención de ayudar a una persona o grupo a descubrir sus propias creencias sobre un tema, explorando las definiciones, buscando caracterizar y catalogar las propiedades compartidas por varias y diferentes premisas. Aristóteles atribuyó a Sócrates el descubrimiento del método de definición e inducción, el cual, él proclamó como la esencia del método científico. Aunque Aristóteles también alegó que este método no era apto para la ética.

Sócrates generalmente aplicó este método de análisis a conceptos que parecen no tener una definición concreta o definida. Por ejemplo, conceptos pertinentes a la moral como virtudes de piedad, sabiduría, templanza, coraje y justicia. Este análisis desafiaba las creencias morales implícitas de los interlocutores, trayendo a colación inconsistencias y casos inadecuados que no cuadraban con sus creencias y que normalmente resultaban en perplejidad o desconcierto conocido como aporía.

A la vista de estas incompetencias, el mismo Sócrates declaró su ignorancia, donde otros todavía proclamaban tener acierto o conocimiento. Sócrates creía que su conocimiento o percepción de su ignorancia le hacía ser más sabio que aquellos que, aunque ignorantes, clamaban tener conocimiento. Aunque esta creencia parece ser paradójica o contradictoria a primera vista, de hecho le permitió a Sócrates descubrir sus propios errores donde otros asumían que estaban acertados. Este hecho, es conocido por la anécdota del oráculo de Delphi que se pronunció diciendo que Sócrates era el hombre más sabio entre todos los hombres.

Sócrates usó esta afirmación junto con la de que era consciente de sus límites en sus llamamientos. Consecuentemente, dijo que un buen y bondadoso mandatario consistía en que éste cuidara de su alma, moral verdadera y de su entendimiento ya que la riqueza no trae la bondad pero la bondad trae consigo la riqueza y cualquier otra bendición tanto individualmente como para el estado y la vida sin análisis, diálogo o discusión no vale la pena vivirla. Y con esto en mente el método socrático fue empleado.

Los motivos actuales o modernos para el uso de este método no son necesariamente equivalentes. Sócrates raramente usó el método para desarrollar teorías consistentes, en lugar de eso lo usó para explicar los mitos. Parménides de Elea se muestra usando el método socrático para desgranar y apuntar los flecos de la teoría platónica de la forma. En lugar de llegar a respuestas, el método fue usado para romper y hacer caer las teorías que se mantenían detrás de axiomas y postulados que se tomaban por garantizados pero que tras examinarlos dejaban de tener sentido o eran incongruentes con las deducciones.

Un ejemplo de ejercicio de método socrático, puede darse en un dilema moral: usted es el conductor de un tren en el que están fallando los frenos y debe elegir entre la opción de matar a cinco trabajadores en su paso por una ruta alternativa, o la de matar a todos los 300 pasajeros del tren.

Para aplicar el método socrático se debería pedir al auditorio hacer argumentos sobre lo que debería hacerse. Luego, proceder a hacer sugerencias de manera provocadora, motivando a cada interventor a defender y articular las razones y valores que subyacen a su decisión (¿es mejor salvar a muchos a expensas de unos pocos?), y luego aplicar esos razonamientos a otros dilemas morales en los cuales la aplicación de la misma decisión podría no resultar tan defendible (que esos 5 trabajadores fuera muy importantes).

En cada ronda de preguntas, se debe procurar concentrarse en derribar los supuestos de los interventores en un afán de “recomponer la verdad” – que es precisamente la tarea del profesor socrático en clase. Si alguna vez le preguntan si está exponiendo sus propias ideas, conteste que se suele esperar hasta el final de la discusión, e incluso entonces puede ser que se prefiera utilizar algo de “engaño pedagógico” (asumir una posición que no se comparte necesariamente) con el fin de motivar a sus alumnos a examinar sus propias premisas.

Algunas preguntas de estilo socrático son:

¿Qué quieres decir realmente con...?
¿Cómo llegas a esa conclusión?
¿Qué es lo que realmente se está diciendo?
Supón que te equivocas. ¿Qué consecuencias tendría eso?
¿Cómo podría saber que lo que dices es verdad?
¿Por qué es esto importante?

Influenciado por el temperamento del docente. El método comienza eligiendo un estudiante aleatoriamente y preguntándole sobre un argumento central expuesto por uno del público o jurado que típicamente está en el lado de la mayoría para el caso asignado. El primer paso es pedir al estudiante si puede parafrasear el argumento, para asegurar que el estudiante ha leído y que tiene un entendimiento básico sobre el argumento o tema del caso. Asumiendo que el estudiante ha leído el caso, el profesor pregunta si el estudiante está de acuerdo con el argumento.

El profesor luego lleva el típico juego de abogado del diablo intentando forzar al estudiante a defender su posición refutando argumentos en contra de él. Estas preguntas pueden tener unas pocas modalidades. Algunas veces éstas buscan atacar presunciones sobres las cuales el estudiante basó su respuesta anterior hasta romperlas. Algunas otras preguntas están diseñadas para movilizar al estudiante hacia un tema específico donde se usa una ley o entendimiento particular. Véase falacia del hombre de paja.

El profesor puede proponer una hipotética situación donde la afirmación del estudiante parezca tener una excepción. Finalmente, el docente usa el método socrático para permitir a los estudiantes llegar a los principios legales por su propio camino efectuando preguntas que estimulan un particular modo de razonamiento.

El principal acierto del método socrático en derecho reside no en responder irresolubles preguntas sino en explorar los aspectos, contornos (y, 'contronos') de temás legales difíciles y enseñar a los estudiantes el razonamiento crítico necesario que necesitarán los abogados.

Un profesor experimentado puede enseñar a los estudiantes a pensar por sí mismos usando este método. Este es el único método casuístico de enseñanza que fue diseñado para pensadores autónomos.

El profesor y el estudiante deben de estar de acuerdo con el tema de la instrucción.

El estudiante debe de estar de acuerdo en responder las preguntas del profesor.
El profesor y el estudiante deben estar de acuerdo en aceptar cualquier razonamiento correcto. Esto es, el proceso de razonamiento puede estar considerado como más importante que los hechos preconcebidos o creencias.

Las preguntas del profesor deben exponer errores en el razonamiento o creencias del estudiante. Esto es, el profesor debe razonar más rápidamente y correctamente que el estudiante y descubrir errores en el razonamiento del estudiante y luego formular una pregunta que el estudiante no pueda responder excepto si redirige o llega a una verdadera o conclusión acertada o sigue un razonamiento correcto. Para realizar esto, debe de ser muy rápido en los típicos errores de razonamiento (Véase Lista de prejuicios cognitivos).

Si el profesor realiza un error de lógica o hecho es aceptable por parte del estudiante corregir al profesor.

Ya que la discusión no es un diálogo, no es el mejor método para aplicar el método socrático, que en tanto dialéctico, pese a las contradicciones, implica lo dialógico. A pesar de que la discusión, aparentemente podría ser un mejor soporte para la construcción de nuevas ideas, el método socrático se vuelve indispensable para analizar la validez de esas ideas.

Ironía socrática

El método socrático también se conoce como "ironía socrática". La ironía es la primera de las fórmulas utilizadas por Sócrates (filósofo griego) en su método dialéctico. Sócrates comienza siempre sus diálogos psicopedagógicos y propedéuticos desde la posición ficticia que encumbra al interlocutor (en este caso el alumno) como el sabio en la materia a tratar. Dado que Sócrates era considerado como el hombre más sabio de Atenas es fácil entender el por qué de la ironía.

El siguiente paso del diálogo sería la mayéutica, esto es ayudar a sacar de dentro de la psique aquello que el interlocutor sabe pero ignora saber. Para ello el método socrático sugiere realizar preguntas sencillas sobre el tema en el que el sujeto (alumno) ha sido nombrado como sabio. Después, las respuestas que el interlocutor daba a Sócrates eran rebatidas, en especial confutadas con la finalidad de que el alumno descubriera que su "saber" era un conjunto de pre-juicios y las fuera completando y precisando por sí mismo tomando consciencia, en todo lo posible, de lo real.

Bibliografía

Vlastos, Gregory (1983) ‘The Socratic Elenchus’, in Oxford Studies in Ancient Philosophy 1: 27-58.
Benson, Hugh (2000) Socratic Wisdom (Oxford: Oxford University Press)
Cuenca, Juan (2016) "Socratic in the true life", en "Massachusetts: Massachusetts University (

https://es.wikipedia.org/wiki/M%C3%A9todo_socr%C3%A1tico

lunes, 13 de enero de 2020

JEAN-PAUL SARTRE: Breve información sobre su pensamiento y su obra.

JEAN-PAUL SARTRE



En 1964 Jean-Paul Sartre sorprende a todos. El filósofo y escritor francés galardonado con el Nobel de Literatura rechaza el premio que le otorga la Academia sueca y declara ser libre. La libertad es uno de los puntos fundamentales de su filosofía.

Nacido un 21 de junio de 1905 en París, Jean Paul Sartre, filósofo, novelista, dramaturgo, fue exponente de la filosofía existencialista, que aclama la libertad del ser humano,  especialmente en su particular mezcla con el humanismo marxista que practicó a su manera. ...

De esta etapa son El ser y la nada y El existencialismo es un humanismo. 

Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en 1964, pero lo declino alegando que su aceptación implicaría perder su identidad de filósofo.. 

La filosofía le atrajo desde su adolescencia en los años veinte, cuando leyó Essai sur les données immédiates de la conscience (Ensayo sobre los datos inmediatos de la consciencia) de Henri Bergson. Tuvo influencias de Immanuel Kant, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Søren Kierkegaard, Edmund Husserl, y Martin Heidegger, entre otros.

Estudió en París en la École Normale Supérieure, donde se graduó en 1929 con un Doctorado en Filosofía. Durante sus estudios conoció a Simone de Beauvoir y a Raymond Aron. Sartre y de Beauvoir se hicieron compañeros inseparables para el resto de sus vidas.

Desde que en 1945 fundó la revista Les Temps Modernes, se convirtió en uno de los principales teóricos de la izquierda. En una segunda etapa, se adscribió al marxismo, cuyo pensamiento expresó en La crítica de la razón dialéctica (1960), aunque él siempre consideró esta obra como una continuación de El ser y la nada.

Pensamiento. 

En una primera etapa desarrolló una filosofía existencialista, a la que corresponden obras como El ser y la nada (1943) y El existencialismo es un humanismo (1946). ... 

Sartre se forma en la fenomenología de Husserl y en la filosofía de Heidegger, de quien fue discípulo.

Su carrera se concentra inicialmente en la construcción de una filosofia de la existencia  conocida como existencialismo. Posteriormente adopta y y se adapta a los metodos de la fenomenología. Se dedica a desarrollar un registro ontológico de lo que significa ser humano.

El corazón de su filosofía era la preciosa noción de libertad y su sentido concomitante de la responsabilidad personal. Insistió, en una entrevista pocos años antes de su muerte, en que nunca había dejado de creer que «El hombre se hace a sí mismo».

Sartre considera que el ser humano está "condenado a ser libre", es decir, arrojado a la acción y responsable plenamente de su vida, sin excusas. Aunque admite algunos condicionamientos (culturales, por ejemplo), no admite determinismos. Concibe la existencia humana como existencia consciente. El ser del hombre se distingue del ser de la cosa porque es consciente. La existencia humana es un fenómeno subjetivo, en el sentido de que es conciencia del mundo y conciencia de sí (de ahí lo subjetivo).

Si en Heidegger el Dasein es un «ser-ahí», arrojado al mundo como «eyecto», para Sartre el humano en cuanto «ser-para-sí» es un «pro-yecto», un ser que debe «hacerse».[cita requerida]

El hombre es el único que no solo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el primer principio del existencialismo.

El existencialismo es humanismo



Sartre sostuvo, con una seguridad, que somos absolutamente libres, pero también tenemos una responsabilidad absoluta, sobre nosotros y sobre el mundo. Por eso dijo que estamos condenados a ser libres. La libertad del sujeto, entonces, tiene que ser ejercida con responsabilidad.

El hombre como ser libre es su propio autor. Por eso, la existencia del hombre precede a su esencia. Argumenta, que cuando el hombre nace, no tiene esencia, a saber, no tiene significado, no hay concepto de sí mismo, y es, como lo explica muy rigorosamente en su filosofía, la cual por esencia es compleja, el mismo que da significado a su existencia. 

Muchos filósofos fueron inspirados por el pensamiento de Sartre. Su filosofía, con un aspecto afín a la de Heidegger, pero infinitamente original, desafió a la filosofía y a los filósofos. Fue capaz, con un don único, de señalar con precisión los errores de las teorías epistemológicas, las cuales afirmaban de ser esencialmente objetivas.

El existencialismo sartreano

Jean-Paul Sartre en 1967




En el pensamiento de Sartre, cabe destacar las siguientes ideas:
Conciencia prerreflexiva y conciencia reflexiva: La conciencia prerreflexiva es el mero hecho de percatarnos de algo, el tener conciencia de algo, y la conciencia reflexiva (el ego cogito cartesiano), surge cuando me doy cuenta de que me estoy percatando de algo.

El ser-en-sí: Sartre rechaza el dualismo entre apariencia y realidad y sostiene que la cosa es la totalidad de sus apariencias. Si quitamos lo que en la cosa es debido a la conciencia, que le confiere la esencia que la constituye en tal cosa y no en tal otra, en la cosa solo queda el ser-en-sí.

El ser-para-sí: Si toda conciencia es conciencia del ser tal como aparecer, la conciencia es distinta del ser (no ser o nada) y surge de una negación del ser-en-sí. Por tanto, el para sí, separado del ser, es radicalmente libre. El hombre es el no-ya-hecho, el que se hace a sí mismo.

El ser-para-otro: Sartre defiende que mi yo revela la indubitable presencia del otro en la relación en que el otro se me da no como objeto sino como un sujeto (ser-para-otro).

Ateísmo y valores: Para el filósofo, la existencia de Dios es imposible, ya que el propio concepto de Dios es contradictorio, pues sería el en-sí-para-sí logrado. Por tanto, si Dios no existe, no ha creado al hombre según una idea que fije su esencia, por lo que el hombre se encuentra con su radical libertad. Este ateísmo tiene una consecuencia ética: Sartre afirma que los valores dependen enteramente del hombre y son creación suya.

Publicaciones



Durante las décadas de 1940 y 1950, las ideas de Sartre eran muy populares, y el existencialismo fue la filosofía preferida de la generación beatnik en Europa y Estados Unidos.

En 1948, la Iglesia católica listó todos los libros de Sartre en el Index Librorum Prohibitorum. La mayoría de sus obras de teatro están llenas de símbolos que sirven de instrumento para difundir su filosofía. La más famosa, Huis Clos (A puerta cerrada), contiene la famosa frase: «L'enfer, c'est l´Autre» («El infierno es el Otro»). El Otro —en francés tiene un alcance universal y casi metafísico— como otredad, como alteridad radical.

Además del impacto de La náusea, la mayor contribución literaria de Sartre fue su trilogía Los caminos de la libertad (compuesta por tres libros: La edad de la razón, El aplazamiento, y La muerte en el alma), que traza el impacto de los eventos de la pre-guerra en sus ideas. Se trata de una aproximación más práctica y menos teórica al existencialismo.

Sobresale también su famoso ensayo sobre Gustave Flaubert: El idiota de la familia. Es un minucioso y voluminoso texto relativo al autor de Madame Bovary, donde Sartre examina cómo brota el deseo de escribir.

En 1964 Sartre escribió una autobiografía denominada Les mots (Las palabras). Ese mismo año se le concedió el Premio Nobel de Literatura, que declinó.

Psicoanálisis existencial

Sartre rechazó durante décadas la noción del Unbewußtsein («lo inconsciente»), particularmente la planteada por Freud. Argumentaba que lo inconsciente era un criterio «característico del irracionalismo alemán», y por tal motivo se oponía a una psicología que se basara en un «irracionalismo».

De este modo es que Sartre intentó un «psicoanálisis racionalista» al cual llamó «psicoanálisis existencial», basándose en una total autocrítica del sujeto hasta profundización que eliminara la «mala fe», que es un autoengaño (basado principalmente en racionalizaciones) por las cuales el sujeto pretende tranquilizarse, y al tratarse precisamente de «fe», el individuo cree ciegamente en ellas sin cuestionarlas. Y argumenta: «Un ser humano adulto no puede ni debe estar defendiendo sus defectos en hechos ocurridos durante su infancia, eso es mala fe y falta de madurez».

Audi, Robert (2004). Diccionario Akal de Filosofía. Ediciones Akal S.A

A pesar de su abrumadora fama mundial, Sartre mantuvo una vida sencilla, con pocas posesiones materiales y activamente comprometido con varias causas hasta el final de su vida.

https://es.wikipedia.org/wiki/Jean-Paul_Sartre

viernes, 10 de enero de 2020

FILOSOFÍA EN FRANCIA: ACTUALIDAD: CAYETANO ACUÑA VIGIL (compilación)

FILOSOFÍA EN FRANCIA: ACTUALIDAD


Francia en La Noche de la Filosofía

Para su tercera edición, el Centro Cultural Kirchner recibirá la Noche de la Filosofía. Este evento creado en París en 2010, conquistó muchas ciudades como Londres, Nueva-York, Atenas o Rabat y se trasladó a Buenos Aires hace tres años. 

En esa ocasión, numerosos filósofos y pensadores argentinos, franceses y alemanes serán presentes para charlas y conferencias en un espacio dedicado al debate, la reflexión y el intercambio de ideas. Numerosas actividades también seran propuestas (teatro, cine, música, gastronomía…)

Este año, tendremos la oportunidad de recibir a los filósofos y pensadores franceses Barbara CASSIN (CNRS), Georges DIDI-HUBERMAN (EHESS), Florent GUENARD (ENS, Universidad de Nantes), Eric SADIN (Instituto de Ciencias Políticas), Marc BESSIN (CNRS, EHESS), Adèle VAN REETH, Muriel UBÉDA-SAILLARD (Universidad Paris-Nanterre, Universidad de Lille) et Evelyne MESCLIER (Paris VII- Diderot).

Referencia

http://ifargentine.com.ar/la-noche-de-la-filosfia/

Panorama de la filosofía francesa contemporánea



Panorama da filosofia francesa contemporânea


Overview of Contemporary French Philosophy
Alain Badiou**

* Esta conferencia fue pronunciada por Alain Badiou en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires el 1º de junio de 2004, en el Seminario sobre Filosofía Francesa Contemporánea, organizado por la Embajada de Francia en Argentina y publicado en el libro Voces de la Filosofía Francesa Contemporánea, de Miguel Abensour, Alain Badiou, Patrice Vermeren, Patrick Vauday, Geneviève Fraisse y Claude Lefort. Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2005.

** Filósofo, dramaturgo y novelista. Profesor de la Escuela Normal Superior y Director del DEA Lugares y transformaciones de la filosofía de la Universidad de Paris VIII. Ha publicado obras como El ser y el acontecimiento y Pequeño tratado de ontología transitoria, entre otras.

Resumen

El artículo sustenta la tesis de que durante la segunda mitad del siglo XX se presentó un momento de la filosofía francesa contemporánea, comparable a los momentos griego clásico y al del idealismo alemán. Emergió entonces un programa filosófico constituido por la articulación del movimiento del concepto a la existencia, la inscripción de la filosofía con la vida moderna y las luchas políticas, la superación de la oposición entre conocimiento, acción y creación, el abandono del modelo reflexivo del sujeto y la formación de un estilo filosófico cercano al de la producción literaria.

Palabras clave: filosofía, existencialismo, operaciones metódicas, ciencia, política, literatura.

Resumo

O artigo sustenta a tese de que durante a segunda metade do século XX apresentou-se um momento da filosofia francesa contemporânea comparável aos momentos grego clássico e ao do idealismo alemão. Emergeu, então, um programa filosófico constituído pela articulação do movimento do conceito à existência, à inscrição da filosofia com a vida moderna e as lutas políticas, à superação da oposição entre conhecimento, ação e criação, ao abandono do modelo reflexivo do sujeito e à formação de um estilo filosófico próximo ao da produção literária.

Palavras-chaves: filosofia, existencialismo, operações metódicas, ciência, política, literatura.

Abstract

This article states that during the second half of the 20 century there was a moment in French contemporary philosophy, comparable to the Greek classical moment, and the German idealism. Emerged, then, a philosophical program built up from the articulation of the movement from the concept to the existence; the inscription of the philosophy to modern life and political struggles; the overcoming of the opposition among knowledge, action, and creation; the abandonment of the reflexive subject model, and the formation of a philosophical style close to literary production.

Keywords: philosophy, existentialism, methodic operations, science, politics, literature.

Referencia

http://nomadas.ucentral.edu.co/index.php/inicio/26-jovenes-contemporaneos-entre-la-heterogeneidad-y-las-desigualdades-nomadas-23/366-panorama-de-la-filosofia-francesa-contemporanea

Cómo los “intelectuales” franceses arruinaron Occidente: la explicación del posmodernismo y sus consecuencias

A pesar del auge del posmodernismo en la izquierda, sus valores e ideas rara vez se comprenden bien. Este texto busca abonar a la comprensión de esos postulados, que, afirma la autora, "socavan la credibilidad de la izquierda y amenazan con llevarnos de vuelta a una cultura irracional, tribal y ‘premoderna’."

Helen Pluckrose 19 julio 2019


El posmodernismo representa una amenaza no solo para la democracia liberal, sino para la modernidad misma. La frase puede parecer osada o incluso hiperbólica, pero la realidad es que el cúmulo de ideas y valores al interior del posmodernismo ha saltado los límites de la academia y adquirido gran importancia cultural en la sociedad occidental.

Los “síntomas” irracionales e identitarios del posmodernismo son fáciles de distinguir y han sido ampliamente criticados, sin embargo, el ethos que subyace a ellos no se comprende bien. Así sucede en parte porque los posmodernos rara vez explican sus argumentos con claridad, y en parte como consecuencia de las contradicciones e inconsistencias inherentes a un pensamiento que niega la existencia de una realidad estable o de un conocimiento confiable.

Sin embargo, al interior del posmodernismo hay ideas consistentes y comprenderlas es crucial si vamos a buscar contrarrestarlas. Son la base de los problemas que vemos hoy con el activismo por la justicia social, socavan la credibilidad de la izquierda y amenazan con llevarnos de vuelta a una cultura irracional, tribal y “premoderna”...

Referencia

https://www.letraslibres.com/mexico/cultura/como-los-intelectuales-franceses-arruinaron-occidente-la-explicacion-del-posmodernismo-y-sus-consecuencias

El peligro populista como autorretrato liberal


La contraposición entre liberalismo y populismo es demasiado simplista. Para criticar con tino, los liberales deben reconocer la diversidad de su propia tradición y encarar los saldos negativos de sus gobiernos.

Se ha repetido hasta la saciedad que la victoria de Andrés Manuel López Obrador significa el triunfo del populismo sobre el liberalismo. Es un recurso fácil y contundente. Efectista. Una forma sintética de plantear un contraste entre dos alternativas claras y distinguibles. Antagónicas.

Los liberales identifican al populismo como una abrupta subversión de la democracia, un rechazo generalizado de las normas e instituciones establecidas, como expresión inequívoca de una voluntad no de reforma sino de revancha. Y los populistas conciben al liberalismo como un manso consentimiento de los déficits democráticos del régimen en turno, una resignada defensa del statu quo, como la obstinada reiteración no de una preferencia sino de una cerrazón ante cualquier alternativa.

https://www.letraslibres.com/mexico/revista/el-peligro-populista-como-autorretrato-liberal

Referencia

https://books.google.com.pe/books?id=hxex5jQCzgkC&pg=PA15&lpg=PA15&dq=filosofia+hoy+francia&source=bl&ots=N54HvLNgHx&sig=ACfU3U2jNpjFPqWGeJ7wrSFAlMKoyzOdJA&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwj2gIGW-vjmAhXvIrkGHTqTDngQ6AEwCHoECAoQAQ#v=onepage&q=filosofia%20hoy%20francia&f=false

Cómo ha cambiado la vida intelectual francesa

Hoy se hace difícil encontrar intelectuales defendiendo públicamente su postura en los grandes temas de debate político y social

Cómo ha cambiado la vida intelectual francesa



Jean-Paul Sartre (centro) con Andre Glucksmann (izq. y Raymond Aron (der.) en la presentación de ‘Un bateau pour le Vietnam (junio de 1979) (Getty)
MICHEL WIEVIORKA

16/01/2016 09:34

Actualizado a 16/01/2016 09:37

El principio del fin de los intelectuales clásicos data en todo el mundo de los años setenta y ha venido a su­marse a un importante fenómeno político-ideológico: el decli­ve histórico del comunismo y de las formas de pensar más o menos vinculadas a él; cabe mencionar, en este punto, al marxismo.

En este contexto, aparecieron en Estados Unidos los neocon, provenientes en parte de la izquierda trotskista, que han finalizado su trayec­toria histórica en dirección hacia la derecha estadounidense más extrema, de tal modo que apoyaron acti­vamente la actitud de Ronald Reagan y, posteriormente sobre todo, la de George W. Bush. La evolución intelectual y la evolución política, en sus direcciones principales, seguían la misma senda, la de la derechización.

En Francia, el proceso ha sido más complejo, por el hecho de la existencia, en el curso de este mismo período, de dos corrientes que avanzaban en sentido opuesto. En política, el cambio se veía marcado por la construcción de la izquierda unida y, posteriormente, por su llegada al poder en 1981; se trataba, en primer lugar, de una alianza histórica del Partido Socialista Francés, cuya reconstrucción se había iniciado en el congreso de Épinay en 1971, con el Partido Comunista.

En la vida intelectual, el rechazo del marxismo y la descomposición del comunismo, que surgieron en este mismo contexto, colisionaron con este movimiento político que operaba en sentido inverso. Por una parte, François Mitterrand aprendía entonces el lenguaje marxista menos por convicción que por oportunismo y, después, se esforzaba en atraer al Elíseo los servicios de Régis Debray y permitirse, de vez en cuando, algún momento de vértigo revolucionario. Por otra parte, los nuevos filósofos vaciaban las papeleras de la historia al proclamar el final del marxismo y su alejamiento del izquierdismo y de su enfermedad senil, el comunismo.

Así fue como el french doctor Bernard Kouchner lanzaba en 1979 la operación un bateau pour le Vietnam (un buque en auxilio de los boat people vietnamitas) y reunía un comité de unos ochenta disidentes e intelectuales (me cuento entre ellos) con el objetivo de fletar un navío que se dirigiría al mar de la China para salvar del ahogamiento a los citados boat people que huían del régimen comunista vietnamita con peligro de sus vidas.

Con una rueda de prensa en el hotel Lutetia, presentó la iniciativa el (nuevo) filósofo André Glucksmann, flanqueado por Raymond Aron y Jean-Paul Sartre, reunidos por primera vez tras muchos años. La escena significaba la derrota histórica del segundo, identificado durante un largo período como un compañero de ruta del comunismo y para quien el marxismo había constituido un “horizonte que no puede superarse”.

Los periodistas que se preguntan por qué actualmente los intelectuales franceses no se comprometen como en 1979 por los inmigrantes que arriesgan sus vidas en el Mediterráneo o en otros lugares no tienen en cuenta lo esencial: el éxito del comité que equipó el barco L’Île de Lumière para salvar a los boat people obedece a la conjunción de dos lógicas, una humanitaria y la otra, decisiva, política: el adiós al comunismo, al izquierdismo y al marxismo. Quienes querrían encontrar una dinámica comparable carecen de esta segunda lógica.

La izquierda que llegó al poder en 1981, habiéndolo ocupado salvo en los años 1995-1997 y 2002-2012, y que ha regresado con la elección de François Hollande, se ha opuesto al movimiento de derechización intelectual iniciado por los nuevos filósofos o bien lo ha ocultado. Lo tiene en primer ­lugar como contenido, incluido en su seno, donde las tendencias llamadas social-liberales, que han cobrado bríos recientemente, se han opuesto durante mucho tiempo a otras, redistributivas, más clásicamente de izquierdas, aparte de que estas últimas se encuentran en la actualidad muy debilitadas. 

A lo largo del periodo de Hollande en la presidencia, el pensamiento crítico que habría podido desarrollarse por parte de intelectuales de izquierda se ha visto como congelado por una razón muy sencilla: ¿Cómo habrían podido sumar sus voces a las de la derecha, de la extrema derecha o de la extrema izquierda, atacando a un poder, criticable, ciertamente, pero percibido como de mayor valor que cualquier otra alternativa? Buena parte de los intelectuales de izquierdas, en consecuencia, se ha abstenido, para no correr el peligro de aparecer como traidores a su campo.

Sin embargo, este periodo ya pasó (hasta tal punto parece haber fracasado el poder…) y se ha abierto una amplia brecha en la que han caído algunos intelectuales públicos que ya se habían mostrado más o menos hostiles a la izquierda en el poder y que se han beneficiado de un eco considerable en los grandes medios de comunicación, revistas, diarios, radio, televisión… compartiendo portadas: el escritor Régis Debray, los filósofos Alain Finkielkraut y Michel Onfray, además, sobre todo, del economista Jacques Sapir.

Estos se entregan sin restricción a sus inclinaciones o tropismos soberanistas, antieuropeos, más o menos nacionalistas. Pueden, también, propugnar una concepción pura y dura de la idea republicana, evocadora y en algún sentido mágica y además represiva, sobre todo desde el punto en que se trata del islam.

Junto con otros, simpatizan con la perspectiva de una debacle generalizada de la izquierda en el poder y en ocasiones no desdecirían de la postura expresada por el Frente Nacional; las espitas se abrieron en el 2005 a cargo de Alain Finkielkraut en el diario israelí Haaretz a propósito de la selección francesa de fútbol: “Black, black, black (…) es algo que provoca expresiones de desprecio en toda Europa”, lo que no obsta para que estos intelectuales públicos se indignen ante la idea de ser considerados como una especie de portaestandartes de Marine Le Pen. Únicamente, tal vez, Jacques Sapir ha dicho, sin rodeos, que tarde o temprano habrá que negociar con el Frente Nacional.

Lo propio de los intelectuales clásicos es tener su individualidad y ser fuertes personalidades, aunque puede suceder también que se encuadren en un partido o se pongan al servicio del poder. Sería una equivocación meter a Onfray, Debray, Finkielkraut, Sapir y otros en el mismo saco como si pensaran de la misma manera y con las mismas categorías. Comparten sin embargo el adiós a la izquierda clásica, al Partido Socialista. Pero este adiós toma caminos muy distintos. El de Michel Onfray, por ejemplo, adopta una vía libertaria y durante un tiempo fue próximo a la izquierda de la izquierda, a un cierto izquierdismo aunque últimamente se ha distanciado de él; el de Alain Finkielkraut es tortuoso pues se compone de un nudo de conexiones desde donde quisiera poder seguir dos sendas que se bifurcan, por ejemplo encarnando a la vez la idea republicana en su faceta pura y dura y de hostilidad a toda visibilidad de particularismos en el espacio público, y por otra parte abrazando un estatus de icono en el seno de la comunidad judía de Francia, etcétera.

Si bien estos intelectuales no piensan votar al FN, no por ello dejan de profesar ideas próximas que legitiman a este partido. La ebullición que se organiza a su alrededor ya les va como anillo al dedo a los dirigentes del FN, a quienes se les cae la baba cuando los medios de comunicación cómplices suscitan mayor expectación.

No obstante, esto no constituye más que una etapa de un proceso que, desde luego, no ha llegado a su fin. Porque, dado que el poder continúa decepcionando y ahora que los diques de contención han saltado en lo concerniente a las ideas lepenistas, eventualmente revisadas a la baja a propósito de la desdemonización de este partido, el deshielo en la izquierda se acelerará y la palabra se liberará soltando la lengua. Y téngase en cuenta que pensadores de un tipo distinto de quienes han azuzado a los medios y al mundo de la comunicación son también atendidos, escuchados y crecientemente solicitados.

Hasta los años setenta, Pierre Bourdieu, Michel Foucault, Jacques Derrida, Alain Touraine, Roland Barthes y algunos otros gozaban en la esfera pública de una gran legitimidad y su persona era conocida mundialmente. Luego se desarrollaron las ciencias humanas y sociales y el número de investigadores se multiplicó al propio tiempo que desaparecía la mayoría de las figuras señeras de la época anterior. Sin embargo, este periodo llega tal vez a su fin, y el éxito mundial, pero también francés, del libro de Thomas Piketty sobre El capitalismo en el siglo XXI muestra que en lo sucesivo resulta posible, de nuevo, encarnar un pensamiento de izquierda con un impacto y un reconocimiento personal considerables.

Los investigadores en ciencias sociales se cuentan hoy día por millares sólo en Francia y un gran número de ellos participan en mayor o menor grado en el debate público. Tan sólo en mi entorno inmediato, y como les he conocido no sólo en mi propia vida científica sino también en los debates públicos y mediáticos, en la televisión o en la radio, puedo citar, entre muchos otros, en el campo económico a Jean Tirole, que anima la Escuela de Economía de Toulouse; a Thomas Piketty, que pertenece a la Escuela de Economía de París. Ambos también participan, como yo, en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París; puedo citar asimismo a Daniel Cohen, de la Escuela Normal Superior y de la Escuela de Economía de París, cuyo libro Le monde clos et le désir infini conoce un éxito inmenso, o a Marc Fleurbaey, profesor de la universidad de Princeton y miembro en París del Collège d’Études Mondiales que, entre otras actividades, anima una plataforma internacional sobre la justicia social, el International Panel on Social Progress (IPSP), que reúne a unos doscientos investigadores de todo el mundo.

En materia de historia –en Francia, esta disciplina se inscribe en las ciencias humanas y sociales, sobre todo después de la época de esplendor de la Escuela de los Anales– me contentaré con citar a Serge Gruzinski, que encarna al mejor nivel la historia global y que rompe con el nacionalismo metodológico conducente, con demasiada frecuencia, al provincialismo o al etnocentrismo; o a François Hartog, especialista de la Grecia antigua, pero también de epistemología, conocido por su análisis del presentismo, ambos de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales.

La geografía humana es una disciplina en plena renovación en Francia, ya se trate de analizar el panorama internacional y la geopolítica, con Michel Fourier al frente de una cátedra en el Collège d’Études Mondiales, o bien de estudiar los territorios franceses, sobre todo con Laurent Davezies, del Conservatoire National des Arts et Métiers, cuyos trabajos de geografía electoral constituyen todo un referente.

La filosofía política vive en Francia un período de energía y vigor, con Cynthia Fleury o Fabienne Burgère, que se ha dado a conocer por sus trabajos sobre el care, junto con Marcel Gauchet, pensador de la religión y la democracia, o Pierre Rosanvallon, especialista del estudio histórico de la democracia. De igual modo, se renueva la sociología con, por ejemplo, Dominique Méda, especialista del trabajo y de la ecología política o Farhad Khosrokhavar, notable conocedor del islam, cuya obra premonitoria Radicalisation se publicó una semana antes de las matanzas islamistas de enero del 2015 en París, o bien con jóvenes investigadores como Fabien Truong, autor de un libro destacado sobre las banlieues, Jeunesses françaises.

La antropología no queda atrás y vive también una auténtica renovación, por ejemplo con Laetitia Atlani-Duault, directora de investigación del Institut de Recherche pour le Développement (IRD), cuyos trabajos sobre las contradic­ciones entre acción humanitaria y ­acción por el desarrollo han sido citados recientemente por el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Mun. Etcétera.

Esta lista podría alargarse ad li­bitum y sin fin. Los investigadores mencionados son respetados en su campo y casi todos son conocidos más allá de las fronteras de Francia. Se inscriben en un universo debilitado tras el período glorioso del estructuralismo, en los años sesenta y setenta, y que vuelve a ponerse en pie con numerosos miembros. Animan el debate general y, en muchos aspectos, la vida de los medios de comunicación y, aunque menos populares al lado de los intelectuales públicos más conocidos, muestran sin duda una trayectoria sólida dotada de auténticos saberes y conocimientos.

Los paradigmas que animan esta otra vida de las ideas son más profundos que el pensamiento mediocre que deriva de una mediatización ­excesiva como la que caracteriza a ­algunos intelectuales públicos a veces exaltados o agitadores, como decía Céline a propósito de Sartre; una mediatización en cuyo seno estos desempeñan un papel decisivo desde tribunas multiplicadas ad náuseam, entrevistas y participación en pro- gramas de radio o televisión. Por el contrario, los saberes y conoci­mientos que poseen los investiga­dores sobre la sociedad y el mundo son profundos. Se toman el tiempo de dejar que sus análisis maduren en lugar de abandonarse en brazos del presentismo. Es verdad que tales análisis se limitan, con demasiada frecuencia, a un problema concreto y a una especialidad un tanto estrecha, circunstancia que dificulta elevarse a un nivel más general y participar en la vida pública.

En cierto modo, hay que alegrarse por Francia, pero también por los mensajes que pueden dirigir a Europa y al mundo y por los éxitos de algunos intelectuales situados en el punto de mira en la actualidad: deberían abrir el espacio de una nueva vida de las ideas en la que los recién llegados desearán de forma creciente salir de un encierro en nichos demasiados ­especializados a fin de contribuir al debate político.

Esta vida seguirá su camino lejos del FN, cuyo auge habrán acompañado algunos intelectuales aunque les tiemble la voz al decirlo.


Referencia

https://www.lavanguardia.com/cultura/20160116/301440351361/culturas-cambiado-vida-intelectual-francesa.html