martes, 1 de marzo de 2016

Qué es una Aporía


Percy Cayetano Acuña Vigil

Este escrito corresponde a mis apuntes y anotaciones sobre la materia y es un texto de estudio que comparto. Las referencias constituyen mis fuentes bibliográficas consultadas.

Aporía

Término griego que, etimológicamente viene a significar incertidumbre, y que remite a la perplejidad del entendimiento ante dos argumentos opuestos, pero igualmente defendibles.

Aporía significa dificultad, camino sin salida, duda de difícil solución racional.

En filosofía aporía viene a significar argumento que expresa o que contiene una inviabilidad de orden racional 1.

Se trata de una proposición sin base lógica, un problema que no se puede superar, un razonamiento cuya conclusión es un juicio contradictorio que se puede identificar con la antinomia o la paradoja.

A veces se usa el término paradoja como equivalente a antinomia, pero más apropiadamente se estima que las antinomias son una clase de paradoja.

En sentido kantiano, una antinomia es algo que deriva de aplicar la razón pura a la realidad, principalmente a las proposiciones cosmológicas; en tanto que la paradoja es la dificultad lógica y semántica que surge de una proposición, que luego de afirmarse se contradice a sí misma.

En una teoría, una aporía es la afirmación que contradice el fundamento de dicha teoría.

Una contradicción con frecuencia es un principio ontológico – es imposible que una cosa sea y no sea al mismo tiempo –; otras veces es considerado como un principio lógico en amplio sentido; y también como un principio psicológico.

Ejemplos de aporía son los argumentos de Zenón de Elea sobre su proposición sobre el movimiento.

Dice Zenón de Elea, el movimiento no existe, es una ilusión; y para probarlo utiliza la aporía de Aquiles y la tortuga.

Esta aporía formula que si se realizara una supuesta carrera entre Aquiles, que es el hombre más veloz; y una tortuga, considerada el animal más lento que existe; aún cuando al iniciar la competencia Aquiles le otorgue a la tortuga un metro de ventaja, cuando Aquiles haya recorrido ese metro de distancia la tortuga habrá superado un decímetro de ese metro; cuando Aquiles recorra ese decímetro, la tortuga estará un centímetro más adelante y cuando éste recorra ese centímetro, aquella habrá recorrido un milímetro más; y así sucesivamente, de tal manera que Aquiles jamás podrá alcanzar a la tortuga, aunque se encuentre a una distancia infinitamente pequeña.

Con este ejemplo, Zenón de Elea defiende la teoría de Parménides que negaba el movimiento real y afirmaba que todo movimiento es ilusorio; porque aunque Aquiles alcance a la tortuga éste sería un hecho fenoménico que no afecta la aporía.

Para Bertrand Russell, la serie de puntos de la línea, como la serie de momentos temporales son continuos matemáticos y no hay otros momentos que se interpongan entre dos momentos dados hasta el infinito.

Aristóteles distingue entre lo infinito en potencia y lo infinito en acto.

Desde el punto de vista potencial, tal línea o el intervalo de tiempo son infinitamente divisibles, pero desde la perspectiva del acto son indivisibles o sea que pueden ser actuados.

Bergson en cambio, sostiene que Zenón especializa el tiempo. La aporía no se podría solucionar si el tiempo se reduce al espacio, pero si se considera que el tiempo fluye en forma indivisible y que no se puede concebir en forma análoga a los puntos espaciales, Aquiles le ganaría a la tortuga.

Según Bergson, esta dificultad radica en aplicar al tiempo el concepto de ser y al movimiento el concepto de cosa, en lugar de otorgarles los conceptos de fluencia y de acto.

(En griego: “aporeo”, duda, dificultad). Aporía es un término que sirve para señalar una contradicción insoluble que se encuentra en cualquier razonamiento

La aporía significa la imposibilidad de llegar a una definición universal última de un concepto. Es decir, las preguntas socráticas, aunque aportan un cierto esclarecimiento conceptual con respecto al punto de partida inicial, no tienen una respuesta concluyente o definitiva.

Se llega finalmente a un callejón sin salida; eso es en sentido etimológico APORÍA (A, partícula privativa griega que significa "SIN"; poros, abertura, salida, escape). Entonces: APORÍA = [camino] "sin salida". La aporía generaba confusión e incomodidad entre los adversarios de Sócrates, tal como hemos visto en la Apología y el Gorgias. Los primeros diálogos de Platón tienen un carácter aporético.

Procedente del griego aporía (de a, sin, y poros, salida), este término significa, en sentido propio, dificultad para salir; en sentido figurado, duda, problema sin solución.

Aristóteles, que desarrolla [14 a. en el lib. II de su Metafísica], entiende la aporía. como dificultad o incertidumbre que surge de la igualdad -al menos aparente- de los razonamientos contrarios (Tópicos VI, 6, 145b). Los modernos se adhieren más bien al sentido fuerte derivado de la etimología y consideran la a. como una dificultad de la que no se puede escapar, como una objeción o problema sin solución.

Pero conviene deslindar el término, o mejor, su significado, para evitar equívocos, ya que los autores emplean indistintamente los vocablos paradoja, antinomia, paralogismo, epiquerema, etc., como equivalentes. Limitándonos a los más afines, distinguiremos:
    
 1) Antinomia (v.): Debe entenderse principalmente en sentido kantiano, como «conflicto entre las leyes de la razón pura» cuando se aplican a proposiciones cosmológicas.

 2) Paradoja: Conviene usar este término para designar especialmente las dificultades de carácter lógico o semántico, a semejanza de los insolubilia de algunos autores medievales.

 3) Problema: según su etimología, significa primeramente obstáculo, y, derivadamente, tarea a realizar, dificultad a resolver. Lo característico del problema es que en él se entrelazan dos o más tesis, lo cual hace que la solución resulte incierta y que, para hallarla, sea necesario aislar o despejar dichas tesis entre sí. El problema, entendido en este sentido amplio, puede presentarse como algo meramente subjetivo (la incertidumbre afecta a un sujeto concreto, aun cuando otros no la padezcan) o como algo objetivo (la incertidumbre se halla en la realidad, cuestión o situación considerada en sí misma). Sobre todo en este segundo sentido, se habla de problemas en las ciencias.

 Por lo que respecta a la filosofía, su problematicidad -que constituye una constante histórica- se acentúa considerablemente en la actualidad, hasta el punto de poder decirse que una de las tareas primordiales de la filosofía estriba en plantear debidamente los problemas, ya que su solución depende en gran parte del modo de plantearlos. Por lo demás, hay autores que reducen la filosofía a un mero problematicismo, siendo innecesario buscar -y a veces, imposible encontrar- la solución.

Tras estas delimitaciones conceptuales, volvamos a la a., cuya significación quedó apuntada arriba, y que se distingue del problema porque en éste puede esperarse una solución, cosa que no sucede en la a., al menos si se la entiende en sentido estricto.

Como ejemplos típicos de a., en la filosofía antigua, podemos señalar los cuatro que Zenón de Elea (v.) dirigió contra la racionalidad del movimiento: la de lo finito contenido en lo infinito, la de Aquiles y la tortuga, la de la flecha y la de los corredores del estadio. De estas cuatro a. (designadas también con los nombres de paradojas, epiqueremas, paralogismos, o simplemente argumentos), la más conocida y quizá también la más estudiada y refutada- es la de Aquiles y la tortuga, (W. Capelle, Historia de la filosofía griega, Madrid 1958, 98).

Como se ve, la aporía se basa en una doble -y confusa concepción y acepción de lo infinito (v.): unas veces se toma como posibilidad de dividir sucesivamente de manera indefinida el espacio, y otras como división actual y simultánea de un espacio finito en infinitas partes.
    
Las refutaciones de esta a. se han hecho desde diversos puntos de vista: lógico, matemático (éste, a partir del s. xvli, una vez descubierto el cálculo infinitesimal), físico, físico-matemático y filosófico; dentro de esta última modalidad se registran también variedades, e incluso hay filósofos que estiman innecesaria tal refutación, ya que el vicio radical de la a. es de orden matemático; naturalmente, en la variedad de refutaciones filosóficas influye de modo muy poderoso la peculiar concepción que cada autor tiene del tiempo, del movimiento, del infinito, etc.
     
En sentido completamente distinto, N. Hartmann (v.) habla de las a. del conocimiento, cuyo estudio es tan importante -según él- que basta por sí solo para constituir o fundamentar una parte de la metafísica, parte que dicho autor denomina Aporética y que ocupa el lugar central de la ontología del conocimiento.

Esta Aporética, que ya tendría sus precedentes en Aristóteles, es la ciencia pura de problemas; precedida de la fenomenología, que analiza y describe los fenómenos, la Aporética «compara, examina, sondea lo dado, determinando lo que en 61 no concuerda y dándole la fuerza de la paradoja de que adolece toda contradicción en lo positivo.

No tiene por qué preocuparse de subsanar las contradicciones, pues eso incumbe a la teoría», que constituye la tercera parte del sistema; por lo demás, «sólo con el trabajo de la aporética se reconoce lo metafísico como tal» (cfr. Metafísica del conocimiento, I, Buenos Aires 1957, 59-60).

Según N. Hartmann, pues, las a. del conocimiento son las dificultades que se desprenden del análisis fenomenológico de dicha actividad humana; y, en su concepción, son auténticas a., ya que, incluso después de penetrar en el nivel metafísico, no encontrarán solución. Cabe hablar también de las aporías que se presentan en otros ámbitos humanos o en otras ramas de la filosofía (así, la aporética existencial). En todo caso, la aporía parece no tener solución, o al menos parece no tener una que sea entera y universalmente satisfactoria [2 ].

BIBL.:

[1] Javier Aguirre Santos, s.l. La aporía en Aristóteles. Libros b y k 1-2 de La Metafísica,  Estudio preliminar de Teresa Oñate y Zubia: de Camino al ser (en papel). Dykinson, 2007. 355 págs.

Ferrater Mora, José. Diccionario de Filosofía. Aporía.
 

[2] E. BRÉHIER, La notion de probléme en philosophie, «Théorie» XIV (1948). 1-7; VARIOS, Nature des Problémes et Philosophie, 1949; 

P. AUBENQuE, Le probléme de Pétre chez Aristote. Essai sur la problématique arístotélicienne, París 1962, 443-456.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Agradeceremos aportes constructivos.

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.