domingo, 22 de enero de 2012

Luis Jaime Cisneros. Su actualidad

Comparto nuevamente este escrito en razón de que las enseñanzas del maestro no pasan y siguen vigentes hoy más que antes.

LUIS JAIME CISNEROS: 

 
Autor: Patricia del Río Labarthe
Fecha: 10/12/2006

 
Con la sabiduría y humildad que dan 58 años en la docencia, el maestro recuerda que la buena educación comienza por casa. Varias generaciones de alumnos que hasta el día de hoy recuerdan sus invalorables lecciones han hecho del doctor Luis Jaime Cisneros Vizquerra una de las voces más lúcidas y autorizadas para hablar de educación. A continuación, una clase más del maestro.
 
¿Cuántos años has cumplido como maestro, Luis Jaime?
El próximo año cumplo 59 años enseñando en la Católica.

Nadie más autorizado que tú para decirnos qué significa ser un buen maestro...
Significa redoblar tu fuente de energía, de confianza, de juventud, de alegría y, sobre todo, de certeza en el porvenir. Cuando estás frente a un aula estás frente al porvenir.

¿Qué debe saber un buen maestro para enseñar?
Comprender a la gente, saber escuchar. Todo eso que la gente llama "mi éxito" se debe a que yo aprendí a superar la vanidad y aprendí a escuchar con paciencia.

¿A todos?
Sí, porque descubrí que aún en lo más remoto y oscuro de la conversación ajena, hay algo recuperable, algo importante; que al fin y al cabo te beneficia. Al escuchar descubres que no eres el depositario de la verdad o de la verdad absoluta. La compartes, a veces, con quienes no tienes idea que tenías algo que compartir, o con quienes estarías dispuesto a negarles todo. Yo he aprendido mucho.

Enseñando.
Sí. Hay que aprender a aprender para aprender a enseñar. Descubriendo los obstáculos que se te presentan a ti, intuyes los que se les pueden presentar a los otros, a tus alumnos.

¿Eso te convirtió en un buen maestro?
Eso me convirtió en un profesor.

¿Cómo sabes que tus alumnos te están entendiendo?
Sonríen.

¿Y si están todos serios?
Me preocupo. Sentirte comprendido es sentirte asistido, ayudado. No se trata de que tus alumnos te sigan o te obedezcan, sino de que te ayuden a entender mejor las cosas que tú mismo te empeñas en que ellos vean con claridad.

Se viene una evaluación de maestros complicada, porque probablemente demuestre el bajo nivel que tienen nuestros profesores. ¿Son ellos los responsables de la baja calidad de la educación en el Perú?
Los maestros son los responsables de la crisis de vocación magisterial. Ahora cualquiera quiere ser maestro para salir del paso. Los que sienten que no pueden ser ingenieros o abogados deciden ser profesores.

¿Por qué está ocurriendo esto? ¿Tiene que ver con la proliferación de institutos pedagógicos?
No. Este es un fenómeno que se está reproduciendo en todas partes, no nos atañe solo a nosotros. Socialmente, la profesión magisterial ha ido decreciendo, lentamente. Antes un maestro, era un maestro, pues. Ahora cualquiera puede serlo, porque se considera más fácil que cualquier otra profesión.

¿Y se necesita una vocación especial para educar?
Sí, por supuesto, ser maestro es una vocación por entregarse al otro. Tú has tenido experiencia, Patricia. Tú sabes cómo es. El día que te llega ya estás comprometido con la docencia, y ya no hay nada más que hacer. Pero insisto en que esta vocación empieza por un saber escuchar. Te obliga a compartir con el otro. Más que ganas de transmitir lo que sabes, enseñar consiste en proporcionarle al alumno lo que no tiene.

¿Qué cosa no tienen nuestros alumnos hoy? ¿Qué les tendría que proporcionar la escuela?
Fe.

¿En qué?
En la inteligencia, fe en ellos, en que pueden. La escuela no puede hacerte creer que el conocimiento se adquiere fácilmente. El conocimiento tiene que costarte trabajo. Debemos luchar para ser los descubridores del conocimiento, los aprovechadores del conocimiento. Y así aprenderemos que tenemos derecho a usufructuarlo, porque no lo hemos recibido gratuitamente, nos ha costado. Si la escuela no anuncia que el problema existe y existe para tu formación, estás perdido. La gente se ha asustado con los problemas.

Cuando en realidad un problema es un reto.
Es eso, exactamente. Pero la escuela nos ha hecho creer que es un obstáculo. Los griegos inventaron el problema para ponerte a prueba. Para que descubrieras que podías resolverlo ingeniándotelas, esforzándote, pensando, creando. El objetivo del problema es que tengas fe en ti, no en el obstáculo. Tienes que tener la fuerza, la voluntad, la inteligencia y la decisión para superarlo. Y si no tienes eso, mi deber es ayudarte a encontrarlo. No dártelo.

Enseñar no es dar.
No, como maestro te pongo en condiciones de que encuentres y busques el conocimiento. La idea es que te martirices. Esa es mi tarea.

¿Se está confundiendo conocimiento con datos? ¿Se están limitando las escuelas a dar información?
Sí. La escuela proporciona datos para la vista y para el oído. La cabeza no interviene en el proceso, solo el dedo (hace ademán de apretar un mouse). La máquina no te puede dar lo que no tiene, tú le tienes que dar lo que ella no te puede ofrecer.

¿Cuál es el mecanismo para que los alumnos alcancen el conocimiento?
Uno de los más importantes es, definitivamente, la lectura.

¿Cómo lograr que los niños empiecen a leer?
Si no les creas el hábito no hay forma. A mí me inculcaron la lectura en casa. Mi nieto menor, Luis Jaime, todas las semanas va al Virrey a jugar con la gata Tilsa y a comprarse su libro. Es un niño pequeño, pero ya tiene memoria de todos los libros que ha comprado, por los dibujos, porque todavía no lee. "Ya tengo chanchitos", dice, y me los trae, para que yo se los lea. Él sabe que tiene que comprar libros... la misma suerte tuve yo.

¿Cómo hacen los maestros con los niños a los que no se les inculca la lectura en casa?
No tengo experiencia de enseñanza con niños, toda mi experiencia docente es con jóvenes o adolescentes. Pero lo que sí puedo ver en relación con la lectura y el pensamiento de las criaturas, es que el chico tiene que encontrarse en el libro. Por ejemplo, a mi nieto le leo un cuento, -inventado por mí, porque su libro solo tiene dibujos- de un osito que va con un lápiz por el mundo. Cada vez que se lo cuento me anda corrigiendo y me dice "falta abuelo", cuando le cambio la historia. Y yo pienso, qué le habré dicho la última vez, y tengo que recordarlo porque él sí tiene la historia interiorizada. (Risas).

Y para lograr esa interiorización, tú señalas que no siempre hay que hacerlo a través de obras literarias...
Sí, eso es absolutamente absurdo. No se trata solo de leer literatura. Hay textos hermosamente escritos que no son literarios: ensayos, descripciones de arte...
Además a los alumnos hay que hacerlos escribir una carta o inventar sus propios cuentos y leerlos. ¿Por qué solo deben leer lo que han creado otros?

La idea es que se enfrenten a distintos usos del lenguaje.
Sí. La lectura es lenguaje. Si dices, "el triángulo tiene tres ángulos", es verdad y está bien dicho. Pero si prefieres puedes decir "tres ángulos tiene mi triángulo", y eso es más bonito (risas). Yo aprendí a leer periódicos en la escuela. Mis clases de Educación Cívica fueron siempre con periódicos, discutíamos lo que decían sobre la guerra del Chaco, los partidos de fútbol de Uruguay, Argentina o la invasión a Abisinia. Nos enterábamos de todo lo que pasaba en el mundo. Leíamos editoriales y noticias y los comparábamos.

Además hay que tratar de descubrir lo que les interesa a los chicos.
Así es. Los alumnos tienen que descubrir que tienen preferencias que no tienen por qué ser las del maestro. La lectura tiene que enseñarles a discrepar, a conversar, a discutir, porque si no, no los independiza. La lectura robustece y afirma la personalidad...

¿A qué está condenada una sociedad que no lee?
A la incomunicación. Una sociedad que no lee no hace futuro, el horizonte está cerrado para ella.

Pero nuestros alumnos ni siquiera están aprendiendo a leer en la escuela...
Ahí hay un gran problema. Cuando se discute sobre el problema de la educación todo el mundo habla de la escuela y de los maestros. Nadie habla de la familia, ni del Estado ni de la sociedad. Recordemos que antes de la escuela está la casa, pero la familia ya no se ocupa de la educación. Todos piden nuevos programas educativos, más sueldos para los maestros, pero de eso no se trata. Si la sociedad no se ocupa, si las empresas no se involucran, no hay solución posible.

Confiep ya dio ciertos pasos en ese sentido...
Sí y lo importante es que participen como coeducadores, no como protectores, ni como patrones.

¿Qué significa ser un coeducador?
Que todos deben tener una preocupación docente. Nos deben preocupar los alumnos porque son ciudadanos. La escuela forma ciudadanos y ese principio tan básico se está perdiendo. Antes de que un chicos esté listo para ser abogado o ingeniero, se necesita que sepa leer y escribir y que sepa sus derechos y cuáles son sus obligaciones. Pero si tu familia te manda a trabajar a la esquina, el empresario te enseña a hacer trampas y si nadie te enseña que lo que vale es la verdad, no hay forma. En este proceso tienen que participar todos: la familia, el empleado, el empleador, el Estado... El Consejo Nacional de Educación plantea la necesidad de fomentar la sociedad educadora.

¿Quién no está cumpliendo con su rol educativo en este momento?
La sociedad entera. Todos creen que el problema es del otro. Los maestros queman llantas y se la pasan discutiendo cosas absurdas con el gobierno, como sus sueldos. El Ministerio de Educación no tiene que discutir sueldos con los maestros, eso le toca al Ministerio de Trabajo. Tampoco tiene que discutir con los padres de familia sobre los programas de estudio. Con ellos debe evaluar que sus hijos vayan a la escuela, que lleguen bien alimentados, que estudien...

En este contexto en que todos parecen haber abandonado su rol. ¿Cómo están llegando los alumnos a las universidades?
Sorpresivamente (risas). No llegan los esperados. Por eso se han creado las formas más absurdas de ingreso. ¿Has visto los tristes avisos de las universidades? Compiten con Saga Falabella y Plaza Vea ofreciendo facilidades. Ningún aviso habla de exigencia. Todas ofrecen ingreso rápido, fácil, permanente, directo. Ahora se privilegia cantidad y ya no la calidad de estudiantes. Antes, a la escuela se iba para tener más conocimiento que te permitiera moverte en la vida. Desgraciadamente, un chico que termina media hoy no está preparado para trabajar. No está preparado como persona. Y así llega a la universidad.

¿Qué está haciendo esta formación en las nuevas generaciones?
¿Qué tipo de jóvenes y niños estamos formando?
Confusos. Fíjate los chicos eligen hoy en día, márketing y culinaria, que son las carreras de moda. ¿Cuál es la ciencia? ¿De qué se trata, solo de saber vivir? Lo veo en algunos de mis amigos: antes se ponían furiosos porque sus hijos no querían estudiar Derecho y no sabían a quién le iban a dejar el estudio, pero ahora están felices porque sus hijos van a ser chefs. Parece que lo importante es vivir bien, pero yo no sé si eso es realmente gozar la vida. Tengo la impresión, aunque la palabra suene un poco huachafa, de que todo lo concerniente al espíritu ha decaído. Y eso me da mucha pena.

¿Por qué?
Porque cuando menciono el espíritu no hablo de una cosa fofa, sino de una serie de cosas que comparto, inteligentes, humanas que miran a la ciencia, al arte. Es un todo integrado. Siento que cuando hablo de esto me alejo de mucha gente. Me miran como un bicho raro, sospechoso de algo (risas).

Uno de los pilares de la propuesta del Consejo Nacional de Educación es promover una educación de calidad para todos. ¿Qué implica esto?
Esa es una manera de luchar por los derechos. Para la Unesco, la calidad consiste en que las experiencias a las que deban ser sometidos todos los alumnos sean las mismas, todas de primera calidad. Porque lo que tiene que poner de relieve la educación es tu condición humana. Si la escuela no prepara personas, ha fracasado.

Tú has estado vinculado a la educación muchos años, Luis Jaime. ¿Has conocido a algún gobernante o ministro que realmente tuviera clara la forma como se debía trabajar?
Solo Basadre. Por lo demás, nadie ha arriesgado una política educativa seria. El gobierno militar lo intentó, pero fracasó porque se politizó toda la propuesta. Los gobiernos plantean políticas educativas y no se dan cuenta de que están diseñando un proceso al que hay que hacerle seguimiento, que no puede durar menos de 15 años. El Consejo Nacional de Educación ya planteó los lineamientos para el 2021. Solo así se puede hacer un seguimiento serio a los alumnos desde que entran a primaria hasta que salen del colegio. El problema es que ningún ministro dura 15 años.

¿Tú tienes optimismo en que esto vaya a cambiar?
Sí. Pienso que algún día habrá un ministro que convoque, en distintos lugares del país, a una delegación de estudiantes de cuarto y quinto y media, para escucharlos. Les preguntará qué reciben, qué tienen, qué les falta, qué les pasa... Si después hace lo mismo con profesores de media y de primaria, tal vez descubra el país que tiene por educar.

Pero para eso hay que saber escuchar.
Ahhh... ese es el problema. Si no aprendemos a escuchar no hay salida. El maestro no tiene soluciones listas a los problemas de sus alumnos, el maestro tiene que aprender a buscar soluciones ayudando al otro a encontrarlas.

Tú siempre tuviste una capacidad especial para saber para qué servía cada uno de tus alumnos...
Bueno, esa es la vida profesional. Pero no creas, me equivoqué con varios, porque el hombre es siempre un desconocido.

¿El mejor maestro es el que nos enseña algo de nosotros mismos?
Es el que te ayuda a descubrirte. El que te muestra que eres mejor de lo que creías. Que no eres el que creías, que eres otro.


Video 1 Luis Jaime Cisneros 


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