domingo, 27 de mayo de 2018

Littérature française : Une référence Édouard Louis ou l’art de la confrontation:

Littérature française : une référence Édouard Louis ou l’art de la confrontation: 


L’auteur d’« En finir avec Eddy Bellegueule » consacre un texte à son père, un homme qui n’a pas eu la chance d’explorer ses potentialités, contrairement à son fils devenu un phénomène littéraire.
Edouard Louis o el arte de la confrontación

El autor de "Ending with Eddy Bellegueule" dedica un texto a su padre, un hombre que no tuvo la oportunidad de explorar su potencial, a diferencia de su hijo se convirtió en un fenómeno literario.
Édouard Louis, nacido con el nombre de Eddy Bellegueule y que más tarde transformó en Édouard Bellegueule, creció en el norte de Francia, en Amiens, en la capital de Picardía, donde precisamente se ambienta su primera novela Adiós a Eddy Bellegueule. Louis creció en el seno de una familia pobre sostenida con ayudas del gobierno: su padre era un trabajador en paro y su madre se ganaba la vida cuidando ancianos.3​ La pobreza, el racismo y el alcoholismo le rodean desde su niñez, así como la violencia, temas que abordará en su obra literaria.4​

Fue el primero de su familia en ir a la universidad, y en 2011 fue admitido en la École Normale Supérieure de París.5​ En 2013 cambió oficialmente su nombre por Édouard Louis.6​ Ese mismo año editó la obra colectiva, Pierre Bourdieu. L'insoumission en héritage, en la que analiza la influencia de Pierre Bourdieu en el pensamiento crítico y la emancipación política.7​ Con esa misma editorial concibió Des Mots (Las palabras), una serie de textos sobre las humanidades y las ciencias sociales, el primero de los cuales sería para una recolección de ensayos de Georges Didi-Huberman y Didier Eribon.8​

En enero de 2014, con 21 años, publicó Adiós a Eddy Bellegueule, una novela autobiográfica. El libro recibió una gran atención de los medios de comunicación.​ La novela también alimentó el debate y controversia sobre la percepción de la clase trabajadora.12​ El libro fue uno de los más vendidos en Francia, con más de 200.000 copias, y se ha traducido a más de 20 lenguas.​ Didier Eribon habló de la «enorme gesta» del libro y Le Monde y Les Inrocks elogiaron Louis como «un gran escritor que recuerda Thomas Bernhard», mientras que Xavier Dolan destacó «la autenticidad inconfundible de los diálogos, como si Édouard Louis hubiera escrito siempre»

LE MONDE DES LIVRES | 21.05.2018 à 07h00 • Mis à jour le 21.05.2018 à 13h40 |Par Raphaëlle Leyris

L’écrivain Edouard Louis au Palais-Garnier, à Paris, invité du « Monde Festival », en septembre 2016.

El escritor Edouard Louis en el Palais-Garnier, en París, invitado del "Festival Mundial", en septiembre de 2016.

Voilà peut-être ce qui surprend le plus quand on rencontre Edouard Louis : il rit beaucoup. L’auteur d’En finir avec Eddy Bellegueule et d’Histoire de la violence (Seuil, 2014 et 2016), qui aujourd’hui fait paraître Qui a tué mon père, le jeune écrivain qui s’attache à mettre implacablement au jour, par la littérature, les logiques de domination, le sociologue bourdieusien passé par Normale Sup, prompt à ferrailler en public, de tribunes en interviews, se révèle, dès que l’on s’éloigne un peu de ce qui lui inspire colère et gravité, un interlocuteur jovial. Il plaisante, démontre un talent certain pour l’imitation, se marre… Ce rire, il nous dira qu’il l’a « travaillé », adolescent, pour le rendre moins bruyant, comme il a travaillé à effacer son accent picard, à redresser sa posture (il se tient en effet très droit), à tenir ses couverts selon les usages de la bourgeoisie… Bref, comme il a façonné toutes ces choses constituant un « habitus », dit-on en sociologie. Il a répété les gestes à la façon dont il répétait des scènes de théâtre, jusqu’à se les approprier.

Traducción personal: PAV

Esto es quizás lo más sorprendente cuando conoces a Edouard Louis: se ríe mucho. El autor de Adiós a Eddy Bellegueule y una historia de violencia (Seuil, 2014 y 2016), que hoy lanzó Quién mató a mi padre, el joven escritor que se esfuerza por sacar a la luz implacablemente, por la literatura, la lógica de la dominación, el sociólogo Bourdieu pasó por Normale Sup, rápida para el salir en los foros públicos en las entrevistas, se revela tan pronto como uno que se aleja un poco de lo que inspira la ira y la gravedad, un interlocutor jovial. Bromea, muestra cierto talento para imitar, está harto ... Esta risa, él nos dirá que "trabajó", desde adolescente, para que sea menos ruidoso, mientras trabajaba para cambiar su acento de Picard, para mejorar su postura (como su educación es de derecha), para mantener su cubierta de acuerdo con las costumbres de la burguesía ... en definitiva, sus selecciones constituyen un "habitus", como dicen en la sociología. El repitió los gestos en la forma en que repetía escenas de teatro, hasta apropiarse de ellos.

 Lire l’entretien :   Edouard Louis : « Empêcher le lecteur de détourner le regard »

C’était à l’époque du lycée. Elevé à Hallencourt (Somme), dans une famille du « lumpenprolétariat », au sein d’un milieu où, comme il l’a raconté dans son premier roman, le jeune garçon homosexuel était rejeté pour ses manières précieuses et ses goûts, et persécuté par les caïds du collège, Eddy Bellegueule était devenu interne dans un lycée du centre-ville d’Amiens, où il était entré grâce à l’option théâtre. « Le théâtre, ­résume-t-il, a été ma porte étroite » ; l’interstice par lequel il a pu échapper à sa famille, fausser compagnie au déterminisme. « En finir avec Eddy Bellegueule », pour devenir Edouard Louis, son nom officiel depuis 2013 – « Louis » est du reste une référence au personnage principal de la pièce Juste la fin du monde, de Jean-Luc Lagarce (1990). Il souligne qu’à Madeleine-Michelis, établissement fréquenté en majorité par les enfants de la bourgeoisie amiénoise, « c’était incroyable de voir comme les classes de théâtre étaient une espèce de plate-forme pour les transfuges de classe comme moi. Sans doute parce qu’il y a dans cet art quelque chose qui a à voir avec le fait de se réinventer ».

Fue en el momento de la escuela secundaria. Criado en Hallencourt (Somme), en una familia de "lumpenproletariado" en un entorno donde, como contó en su primera novela, el muchacho joven homosexual fue rechazado por sus preciosos modales y gustos, y perseguido por los chicos de la universidad, Eddy Bellegueule se había convertido en un interno en una escuela secundaria en el centro de Amiens, donde había ingresado a través de la opción de teatro. "El teatro", resume, "ha sido mi puerta angosta"; la brecha a través de la cual pudo escapar de su familia, para falsificar la compañía con el determinismo. "Para acabar con Eddy Bellegueule" para convertirse Edouard Louis, su nombre oficial desde 2013 - "Louis" es el resto de una referencia al personaje principal de la obra Sólo el fin del mundo, de Jean-Luc Lagarce (1990). Señala que en Madeleine-Michelis, una escuela atendida en su mayoría por los hijos de la burguesía de Amiens, "fue increíble ver cómo las clases de teatro eran una especie de plataforma para desertores de clase como yo". Sin dudas porque hay algo en este arte que tiene que ver con reinventarse a sí mismo ".

 Lea la entrevista: Edouard Louis: "Impedir que el lector desvíe la mirada"


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Succès fulgurant en France comme à l’étranger.
Éxito más rápido en Francia y en el extranjero

On en est venu à parler théâtre parce que Qui a tué mon père, sorte de monologue en trois actes, est né, entre autres, d’un échange avec Stanislas Nordey, qui mettra le texte en scène en 2019. Les deux précédents livres d’Edouard Louis portaient la trace de son rapport intense à la dramaturgie, et ont été montés de nombreuses fois, en France mais pas seulement – le succès de l’écrivain de 25 ans traduit en vingt langues a été aussi fulgurant à l’étranger (Allemagne, Grande-Bretagne, Suède, Norvège, Etats-Unis, où il enseigne la littérature à Dartmouth College). Ainsi, en juin, Histoire de la violence sera joué à la Schaubühne de Berlin, dans une mise en scène de Thomas Ostermeier. Edouard Louis est encore ébloui, un rien faraud, d’avoir travaillé avec le metteur en scène allemand qui était l’un de ses « héros », adolescent.

Hemos venido a hablar teatro porque Quien mató a mi padre, una especie de monólogo en tres actos, nació, entre otros, de un intercambio con Stanislas Nordey, quien pondrá el texto en escena en 2019. Los dos anteriores Edouard Louis tenía el rastro de su intensa relación con la dramaturgia, y se lo han montado muchas veces, en Francia, pero no solo: el éxito del escritor de 25 años traducido a veinte idiomas también ha deslumbrado en el extranjero ( Alemania, Gran Bretaña, Suecia, Noruega, EE. UU., Donde enseña literatura en Dartmouth College). Por lo tanto, en junio, History of Violence se presentará en el Schaubühne de Berlín, organizado por Thomas Ostermeier. Edouard Louis sigue deslumbrado, un poco molesto, después de haber trabajado con el director alemán que fue uno de sus "héroes", un adolescente.

Ne pas croire que le garçon est passé d’une « maison sans livres », où son père dénigrait « tes conneries de théâtre », à l’adulation d’Ostermeier d’un coup dispensé par la baguette magique de la ­Culture et de la Destinée. Le jeune garçon aimait créer des spectacles, et présentait un don pour la comédie tel que la proviseure de son collège l’encouragea à passer le concours pour entrer à Madeleine-Michelis. A l’époque, le seul texte qu’il avait réellement rencontré était Harry Potter, dont une voisine lui offrait chaque nouveau tome. « Je ne me souviens plus bien quand j’ai arrêté de faire semblant de les lire pour le faire vraiment, mais c’était magnifique, la découverte de ces romans aux effets désintimidants, dont le personnage voulait, comme moi, devenir quelqu’un d’autre. »

No creas que el chico pasó de una "casa sin libros", donde su padre denigraba "tu mierda de teatro", a la adulación de Ostermeier de inmediato con la varita mágica de la Cultura y el destino. Al joven le gustaba crear espectáculos y presentaba un regalo para comedia, ya que el director de su colegio lo animaba a aprobar el concurso para ingresar a Madeleine-Michelis. En ese momento, el único texto que había encontrado era Harry Potter, un vecino de quien le ofrecía cada volumen nuevo. "No recuerdo cuando dejé de fingir que los leía para realmente hacerlo, pero fue hermoso, el descubrimiento de estas novelas con efectos desinhibidores, cuyo personaje quería, como yo, convertirse en alguien otra cosa. "

Au lycée, il fait « beaucoup semblant », ne lit des pièces au programme que les scènes qu’il doit jouer. Jusqu’à la découverte, en terminale, de Juste la fin du monde, de Jean-Luc Lagarce (1990), où un homme revient dans sa famille après des années d’éloignement, et qui est un jalon dans sa construction comme futur très grand lecteur (la troisième étape sera le Retour à Reims, de Didier Eribon, Fayard, 2009, à partir duquel il lira « tout ce qui est possible »). De ses sorties au théâtre avec sa classe, il garde des souvenirs splendides. Un terrible souvenir de honte, aussi : celui d’une représentation d’Angels in America, de Tony Kushner (1991), mis en scène par Krzysztof Warlikowski : « J’avais 16 ans, je vivais très mal mon homosexualité. 
Pour la première fois, j’ai vu sur scène des hommes s’embrasser, s’aimer, crier leur désir – une manifestation de ce que je voulais être. Je me suis levé, j’ai dit : “Je ne veux pas voir ce truc de pédé”, et je suis sorti, en sachant très bien ce que je faisais : je me rejetais moi-même. Mais l’effet avait été si intense… » Cette réaction prouve à ses yeux à quel point le théâtre est « par excellence (…) l’art de la confrontation ».

En la escuela secundaria, hace "una gran cantidad de apariencias", solo lee partes del programa que las escenas que debe tocar. Hasta el descubrimiento, terminal, sólo para el fin del mundo, Jean-Luc Lagarce (1990), donde un hombre regresa a su familia después de años de separación, que es un hito en su construcción como un futuro muy gran lector (el tercer paso será Volver a Reims, Didier Eribon, Fayard, 2009, de la que se lee "todo es posible"). Desde sus salidas teatrales con su clase, él mantiene sus recuerdos espléndidos.  Una verdadera lástima Recuerde, también, la de una representación de los Ángeles en América, de Tony Kushner (1991), dirigida por Krzysztof Warlikowski, "tenía 16 años, vivía muy mal mi homosexualidad.

Por primera vez, vi en el escenario hombres besándose, amándose, gritando su deseo, una manifestación de lo que yo quería ser. Me levanté, me dijo: "No quiero ver esa cosa de homosexuales", y salió, sabiendo muy bien lo que estaba haciendo: Yo me estaba rechazando. Pero el efecto había sido tan intenso ... "Esta reacción demuestra en sus ojos cómo el teatro es" por excelencia (...) el arte de la confrontación ". 

Face à la violence politique
Frente a la violencia política Y "confrontación"

Et la « confrontation », c’est ce qu’Edouard Louis recherche dans la littérature. « Que la lectrice ou le lecteur ne puisse pas détourner le regard. » Dans le cas de Qui a tué mon père, texte très court qui se lit d’un coup, en apnée, ce qu’il s’agit de regarder en face est la violence politique, à travers ce qu’elle a fait, directement, de réformes en réduction des aides sociales, au corps de son père. « A 51 ans, il a des difficultés à marcher, à respirer, son corps craque de partout. Son état n’est pas dû à une grande maladie, comme le cancer, mais à sa place au monde », assène le fils. Qui a tué mon père désigne ceux que l’écrivain tient pour coupables, et remonte le fil des souvenirs. Ce faisant, le livre raconte une autre violence exercée sur son père par le monde : celle qui a empêché cet homme d’explorer les potentialités qu’il avait en lui. « J’ai compris que mon père, explique Edouard Louis, a été beaucoup plus riche en complexité que je ne le pensais. Il a été beaucoup plus de choses que je ne l’avais imaginé. Mais, contrairement à moi, il n’a jamais pu se métamorphoser, à cause de la persécution que la politique exerce à l’encontre des pauvres. »

Y la confrontación, es lo que Edward Louis busca en la literatura. "Que el lector no pueda apartar la mirada. "En el caso de quién mató a mi padre, muy breve texto que lee una vez, buceo, lo que es para hacer frente a la violencia política es, a través de lo que hizo, directamente, desde las reformas en la reducción de las ayudas sociales, hasta el cuerpo de su padre. "A los 51 años, tiene dificultad para caminar, respirar, su cuerpo se quiebra en todas partes. Su condición no se debe a una gran enfermedad, como el cáncer, sino en su lugar en el mundo ", dice el hijo. Quien mató a mi padre designa a los que el escritor considera culpables, y trazó el hilo de los recuerdos. Al hacerlo, el libro habla de otra violencia ejercida sobre su padre por el mundo: la que le impidió a este hombre explorar las potencialidades que tenía en él. "Entendí que mi padre, explica Edward Louis, era mucho más rico de lo que pensaba. Había muchas más cosas de las que había imaginado. Pero, a diferencia de mí, nunca ha sido capaz de transformarse a sí mismo debido a la persecución de la política contra los pobres.

Il y a quelque chose, dans le mouvement d’écriture de Qui a tué mon père, d’un acte de justicier : « J’écris pour tous les corps qui ont été tellement détruits par le monde social et sa violence qu’ils ne peuvent plus crier eux-mêmes », dit Edouard Louis. Il raconte que, si sa mère a été heurtée par ses deux premiers livres, c’est parce qu’il y évoquait leur pauvreté. « Cette réaction pose un problème littéraire et politique majeur : comment est-ce qu’on peut changer le monde, ou au moins agir sur le monde, si les gens qui souffrent ont honte de souffrir ? »

 "Hay algo en el movimiento de la escritura que mató a mi padre, un acto de vigilante:" Escribo para todos los cuerpos que fueron destruidas por lo que el mundo social y su violencia que ya no pueden gritar por sí mismos ", dice Edward Louis. Él dice que si su madre fue golpeada por sus primeros dos libros, fue porque habló de su pobreza. "Esta reacción plantea un gran problema literario y político: ¿cómo podemos cambiar el mundo, o al menos actuar sobre el mundo, si las personas que sufren se avergüenzan de sufrir?

Texte de vengeance, ce nouveau livre est aussi, en quelque sorte, un rectificatif : il modifie l’image du père (dur, homophobe, raciste…) que le lecteur avait pu se forger après En finir avec Eddy ­Bellegueule : « D’un point de vue intellectuel, je peux répondre à ça que je ne parle pas des mêmes mécanismes de violence dans En finir… et dans Qui a tué mon père. Mais au fond de moi, je sais bien aussi que, quand j’ai vu le corps de mon père après des années passées loin de lui, il m’a été impossible de ne pas changer mon point de vue sur lui. Impossible de ne pas être révolté, attristé, par ce qui avait été fait de lui. » Il se trouve aussi que, depuis qu’ils ont renoué, ce père qui votait Front national s’est mis à espérer une révolution, et cet homme qui « disait qu’il fallait tuer les pédés » demande désormais à son fils des nouvelles de sa vie amoureuse. Ce dernier y voit un espoir qu’une « transformation » des êtres soit toujours possible.

https://www.lemonde.fr/livres/article/2018/05/21/edouard-louis-ou-l-art-de-la-confrontation_5302190_3260.html

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 "Texto de la venganza, este nuevo libro es también, de alguna manera, una corrección: cambia la figura del padre (duro, homófobo, racista ...) que el lector era capaz de forjar después de terminar Eddy Bellegueule 'D' un punto de vista intelectual, puedo responder que no hablo de los mismos mecanismos de violencia en Ending ... y en Quién mató a mi padre. Pero en el fondo, sé que también, cuando vi el cuerpo de mi padre después de años de distancia de ella, era imposible no cambiar mis puntos de vista sobre el mismo. Era imposible no rebelarse, entristecido por lo que le habían hecho. 



"También es que como han regresado, el padre que votaron Frente Nacional comenzó a la esperanza de una revolución, y este hombre que" dijo que tenía que matar a los maricones "ahora le pide a su nuevo hijo de su vida amorosa Este último ve la esperanza de que siempre es posible una "transformación" de los seres.

 «En finir avec Eddy Bellegueule: chronique de la haine populaire», Review Marianne, 15 de febrero de 2014. Consultada el 13 de julio de 2014. «Louis signe un premier roman époustouflant, En finir avec Eddy Bellegueule, son patronyme originel.»
 «En finir avec Eddy Bellegueule» (Review). Telerama. Telerama.
 «Eddy Bellegueule, phénomène litteraire à 21 ans» (Radio Transcript). Radio France Internationale. Radio France Internationale.

martes, 1 de mayo de 2018

Alfred Jarry: French literary history, Medieval Renaissance 17th 18th 19th 20th-century, Contemporary.

Alfred Jarry



Su primera obra fue Ubu rey (1896), escrita cuando tenía 15 años e interpretada por primera vez en el teatro de marionetas de Pierre Bonnard (1898). La obra la llevó a escena Firmin Gémier en 1896 y desde la noche del estreno se convirtió en una referencia clave para el surrealismo francés. En ella Ubu, y su esposa, Madre Ubu, simbolizan la codicia, la ignorancia y las actitudes burguesas. Su presentación provocó un auténtico escándalo, y puede ser considerada como la primera obra del teatro del absurdo.

También escribió poesía simbolista y una novela surrealista, El supermacho (1902).

Además se le reconoce la invención de la llamada Patafísica, descrita en su obra póstuma, Gestas y opiniones del Doctor Faustroll, patafísico (Gestes et opinions du Docteur Faustroll, pataphysicien).

Alfred Jarry falleció en París el 1 de noviembre de 1907. 


Alfred Jarry. Born, 8 September 1873, Laval, Mayenne, France
Died 1 November 1907 (aged 34), Paris, France
Occupation Writer and dramatist, Nationality French, French literature
French literary history, Medieval Renaissance 17th 18th 19th 20th-century Contemporary

Alfred Jarry (French: [al.fʁɛd ʒa.ʁi]; 8 September 1873 – 1 November 1907) was a French symbolist writer who is best known for his play Ubu Roi (1896).[1] He also coined the term and philosophical concept of 'pataphysics.[2]

Jarry was born in Laval, Mayenne, France, and his mother was from Brittany.[3] He was associated with the Symbolist movement. His play Ubu Roi is often cited as a forerunner of Dada, and to the Surrealist and Futurist movements of the 1920s and 1930. Jarry wrote in a variety of hybrid genres and styles, prefiguring the postmodern. He wrote plays, novels, poetry, essays and speculative journalism. His texts are considered examples of absurdist literature and postmodern philosophy.

Alfred Jarry, Deux aspects de la marionnette original d'Ubu Roi, premiered at the Théâtre de l'Œuvre on 10 December 1896

At the lycée in Rennes when he was 15, he led a group of boys who enjoyed poking fun at their well-meaning, but obese and incompetent physics teacher, a man named Hébert. Jarry and his classmate, Henri Morin, wrote a play they called Les Polonais and performed it with marionettes in the home of one of their friends. The main character, Père Heb, was a blunderer with a huge belly, three teeth (one of stone, one of iron and one of wood), a single, retractable ear and a misshapen body. In Jarry's later work Ubu Roi, Père Heb would develop into Ubu, one of the most monstrous and astonishing characters in French literature.

At 17 Jarry passed his baccalauréat and moved to Paris to prepare for admission to the École Normale Supérieure. Though he was not admitted, he soon gained attention for his original poems and prose-poems. A collection of his work, Les Minutes de sable mémorial, was published in 1893.

That same year, both his parents died, leaving him a small inheritance which he quickly spent.
Jarry had meantime discovered the pleasures of alcohol, which he called "my sacred herb" or when referring to absinthe, the "green goddess." A story is told that he once painted his face green and rode through town on his bicycle in its honor (and possibly under its influence).

When he was drafted into the army in 1894, his gift for turning notions upside down defeated attempts to instill military discipline. The sight of the small man in a uniform much too large for his less than the 5-foot frame—the army did not issue uniforms small enough—was so disruptively funny that he was excused from parades and marching drills. Eventually, the army discharged him for medical reasons. His military experience eventually inspired his novel Days and Nights.

Père Ubu (later: Ubu Roi), from a woodcut by Alfred Jarry

Jarry returned to Paris and applied himself to writing, drinking and the company of friends who appreciated his witty, sweet-tempered and unpredictable conversation. This period is marked by his intense involvement with Remy de Gourmont in the publication of L'Ymagier, a luxuriously produced "art" magazine devoted to the symbolic analysis of medieval and popular prints. Symbolism as an art movement was in full swing at this time, and L'Ymagier provided a nexus for many of its key contributors. Jarry's play Caesar Antichrist (1895) drew on this movement for material.

This is a work that bridges the gap between serious symbolic meaning and the type of critical absurdity with which Jarry would soon become associated. Using the biblical Book of Revelation as a point of departure, Caesar Antichrist presents a parallel world of extreme formal symbolism in which Christ is resurrected not as an agent of spirituality but as an agent of the Roman Empire that seeks to dominate spirituality. It is a unique narrative that effectively links the domination of the soul to contemporaneous advances in the field of Egyptology such as the 1894 excavation of the Narmer Palette, an ancient artifact used for situating the rebus within hermeneutics. The character Ubu Roi first appears in this play.[4]

Jarry (left) and Alfred Vallette, editor of the literary magazine, Mercure de France. Vallette hosted a presentation of Ubu Roi in Vallette’s home in 1894.

The spring of 1896 saw the publication, in Paul Fort's review Le Livre d'art, of Jarry's 5-act play Ubu Roi, the rewritten and expanded Les Polonais of his school days. Ubu Roi's savage humor and monstrous absurdity, unlike anything thus far performed in French theater, seemed unlikely to ever actually be performed on stage. However, impetuous theater director Aurélien-Marie Lugné-Poe took the risk, producing the play at his Théâtre de l'Œuvre.

On opening night (10 December 1896), with traditionalists and the avant-garde in the audience, King Ubu (played by Firmin Gémier) stepped forward and intoned the opening word, "Merdre!" (often translated as "Pshit" or "Shittr!" in English). A quarter of an hour of pandemonium ensued: outraged cries, booing, and whistling by the offended parties, countered by cheers and applause by the more degenerate contingent. Such interruptions continued through the evening. At the time, only the dress rehearsal and opening night performance were held, and the play was not revived until after Jarry's death.

The play brought fame to the 23-year-old Jarry, and he immersed himself in the fiction he had created. Gémier had modeled his portrayal of Ubu on Jarry's own staccato, nasal vocal delivery, which emphasized each syllable (even the silent ones). From then on, Jarry would always speak in this style. He adopted Ubu's ridiculous and pedantic figures of speech; for example, he referred to himself using the royal we, and called the wind "that which blows" and the bicycle he rode everywhere "that which rolls."

Jarry moved into a flat which the landlord had created through the unusual expedient of subdividing a larger flat by means of a horizontal rather than a vertical partition. The diminutive Jarry could just manage to stand up in the place, but guests had to bend or crouch. Jarry also took to carrying a loaded revolver. In response to a neighbor's complaint that his target shooting endangered her children, he replied, "If that should ever happen, ma-da-me, we should ourselves be happy to get new ones with you."

Jarry in Corbeil in 1898 on his cycle Clément.

With Franc-Nohain and Claude Terrasse, he co-founded the Théatre des Pantins, which in 1898 was the site of marionette performances of Ubu Roi.[5]

Living in worsening poverty, neglecting his health and drinking excessively, Jarry went on to write the novel Le Surmâle (The Supermale), which is partly a satire on the Symbolist ideal of self-transcendence.

Unpublished until after his death, his fiction Exploits and Opinions of Dr. Faustroll, Pataphysician (Gestes et opinions du docteur Faustroll, pataphysicien) describes the exploits and teachings of a sort of antiphilosopher who, born at age 63, travels through a hallucinatory Paris in a sieve and subscribes to the tenets of 'pataphysics. 'Pataphysics deals with "the laws which govern exceptions and will explain the universe supplementary to this one." In 'pataphysics, every event in the universe is accepted as an extraordinary event.

Jarry once wrote, expressing some of the bizarre logic of 'pataphysics, "If you let a coin fall and it falls, the next time it is just by an infinite coincidence that it will fall again the same way; hundreds of other coins on other hands will follow this pattern in an infinitely unimaginable fashion."

In his final years, he was a legendary and heroic figure to some of the young writers and artists in Paris. Guillaume Apollinaire, André Salmon and Max Jacob sought him out in his truncated apartment. Pablo Picasso was fascinated with Jarry.[6] After Jarry's death, Picasso acquired his revolver and wore it on his nocturnal expeditions in Paris. He later bought many of his manuscripts as well as executing a fine drawing of him.

Jarry died in Paris on 1 November 1907 of tuberculosis, aggravated by drug and alcohol use. When he could not afford alcohol, he drank ether.[7] It is recorded that his last request was for a toothpick. 

He was interred in the Cimetière de Bagneux, near Paris.

The complete works of Alfred Jarry are published in three volumes by Gallimard in the collection Bibliothèque de la Pléiade.

Origins of The Primitive Hut: Essai sur L'Architecture (Essay on Architecture), 1755

The Primitive Hut

Frontispiece of Marc-Antoine Laugier: Essai sur l'architecture 2nd ed. 1755 by Charles Eisen (1720-1778). Allegorical engraving of the Vitruvian primitive hut.

The Primitive Hut is a concept that explores the origins of architecture and its practice. The concept explores the anthropological relationship between man and the natural environment as the fundamental basis for the creation of architecture. The idea of The Primitive Hut contends that the ideal architectural form embodies what is natural and intrinsic.

The Primitive hut as an architectural theory was brought to life over the mid-1700s till the mid-1800s, theorised in particular by (Abbé) Marc-Antoine Laugier. 

Laugier provided an allegory of a man in nature and his need for shelter in An Essay on Architecture that formed an underlying structure and approach to architecture and its practice. This approach has been explored in architectural theory to speculate on a possible destination for architecture as a discipline. The essay was arguably one of the first significant attempts to theorise architectural knowledge both scientifically and philosophically.

Origins of The Primitive Hut: Essai sur L'Architecture (Essay on Architecture), 1755

The Essay on Architecture was first published by Marc-Antoine Laugier in 1753. 

It was written in the age of enlightenment, during a time characterised by rationalist thinking through science and reason. Architecture in France during this period was defined predominantly by the Baroque style with its excessive ornamentation and religious iconography. Rather than being concerned with the search for meaning and the over analysis of the representational elements of architecture, Laugier's essay proposed that the idea of noble and formal architecture was found in what was necessary for architecture, not in its ornamentation but in its true underlying fundamentals. Laugier argued for the simplicity of architecture, that architecture must return to its origins, the simple rustic hut.

It was through The Primitive Hut that Laugier sought to explain his philosophy of architecture. The Essay on Architecture provides what Laugier explains as the general rules of architecture: the 'true principles', the 'invariable rules'; for 'directing the judgement and forming the taste of the gentleman and the architect'.[1] To Laugier, The Primitive Hut was the highest virtue that architecture should achieve.

The frontispiece illustration


An illustration of the primitive hut by Charles Dominique Eisen was the frontispiece for the second edition of Laugier's Essay on Architecture (1755). 

The frontispiece was arguably one of the most famous images in the history of architecture, it helped to make the essay more accessible and consequently it was more widely received by the public. The message the illustration was suggesting was clear; that the essay would suggest a new direction or a new order for architecture. In the image a young woman who personifies architecture draws the attention of an angelic child towards the primitive hut. 

Architecture is pointing to a new structural clarity found in nature, rather than the ironic ruins of the past.

Premise


The Essay on Architecture provides a story of man in his 'primitive' state to explain how the creation of the "primitive man's" house is created instinctively based on mans need to shelter himself from nature. Laugier believed that the model of the primitive man's hut provided the ideal principles for architecture or any structure. It was from this perspective that Laugier formed his general principles of architecture where he outlined the standard form of architecture and what he believed was fundamental to all architecture. To Laugier, the general principles of architecture were found in what was natural, intrinsic and part of natural processes.

Outline


Laugier's Essay on Architecture is divided into six chapters that focus on the different constituencies and considerations of architecture. It methodically identifies the key components of a building, describes their fundamental importance and how they should be approached.

In Chapter 1: "The General Principles of Architecture", Laugier divides and analyses buildings into five main "articles": the column, entablature, pediment, the different storeys of architecture, the windows and doors. In Article 1, for example, Laugier makes four general rules for the construction of columns, one of them being that the column "must be strictly perpendicular, because being intended to support the whole load, perfect verticality gives it its greatest strength."[1] To Laugier, these articles emphasised the fundamental components of a building and what he identifies as their core necessities - that is, The Primitive Hut model. Laugier emphasised the point that nature provides the rules for architecture.

Laugier used the frontispiece to illustrate that typically architecture needs only three main elements, the free-standing columns, horizontal beams (entablature), and a simple pediment (the triangular end of a pitched roof).
Laugier also noted that the deviation or misuse of the principles lead to inherent faults in typical buildings and in architectural practice. In particular he recognised logical faults, issues such as proportion and unintelligent design. 

Instead, advocating that "by approaching the simplicity of the model, fundamental mistakes are avoided and true perfection achieved".[1]
The idea also claims that Ancient Greek temples owed their form to the earliest habitations erected by man. In the primitive hut, the horizontal beam was supported by tree trunks planted upright in the ground and the roof was sloped to shed rainwater. This was an extension of the primitive hut concept and the inspiration behind the basic Doric order.

The essay advocates that architecture approach perfection through the search for absolute beauty, specifically by returning to the hypothetical original hut as a model for building.

Contribution to architectural theory


The Primitive Hut made an important contribution to the theory of architecture. It marked the beginning of a significant analysis and debate within architectural theory, particularly between rationalist and utilitarian schools of thought. While previously the field of architecture concerned the search for the ideal building form through truth in building, the primitive hut questioned the universal in architecture. It was through the reading of the Laugier Essay questioned the fundamental and the universal requirements of architecture, the text marked a new field of inquiry into the field of architecture that changed the understandings and the approach to architecture. In particular, there were the beginnings of an attempt to understand the various individual components of architecture.

The Primitive Hut is an a-historical point of reference that is not necessarily a historical object that is investigated through speculation or an archaeological investigation. The Primitive Hut was instead a self-evident realisation that created a new perspective of architectural inquiry. Architectural inquiry would be engaged to justify the validity of the primitive hut model.[2]
The origins of The Primitive Hut have conceptually been linked to the Old Testament and the story of Adam and Eve, and of other primitive cultures. The classical orders in the stories about primitive dwellings are often the subject of analysis to trace the history of the primitive hut, these have arguably been traced back to the works of Vitruvius and The Ten Books on Architecture.[3] These tracings work to validate The Primitive Hut model.

Scientific and philosophical approaches have led to various branches of inquiry that question both the origins and the possible destinations of architecture. These have been recognised across a range of different cultures. These different approaches have led to various conceptualisations that question cultural differences and attempt to define the ideal principles of architecture and of the primitive hut specifically.

The Primitive hut is a conceptual hut, that is not necessarily a material and physical hut. It is an abstract concept of a place that is created through mans response to the natural environment, where architecture acts as the mediator between man and nature. The Primitive hut concept explores how architecture came to be, and is a way of explaining the fundamental origins of architecture. The Primitive hut provides a point of reference for all speculation on the essentials of building and represents arguably the first architectural 'idea'.

The Primitive Hut concept also suggests that the natural environment provides the solutions for this ideal architectural form. Understandings of vernacular architecture have often had a major influence on the understandings of the Primitive Hut, as they often provide a different point of origin for a potential direction for architecture. Rather than focusing on the meanings that are associated with the building and its components, the Primitive Hut questions the fundamental components that are universal in architecture.

Themes


Theory surrounding The Primitive Hut covers a number of key themes:
To present rites where a "primitive hut" has either been built ritually and at seasonal intervals, or deliberately in a "primitive" state for analogous ritual purposes.

To show how the idea of the primitive hut became a vehicle for architectural theories from the fifteenth century on.
To suggest that the "primitive hut will retain its validity as a reminder of the original and therefore essential meaning of all building for people: that is, of architecture"[4]

Types of primitive huts


The primitive hut has been theorised to have different forms:
The purely historical object that has been abandoned to construct better huts.
The hut reconstructed in peoples imagination.
The anthropological hut, an existing hut that is analysed to rediscover the universal elements of architecture.
The primitive hut as a place that continuously reoccurs whenever a building is created both consciously and unconsciously.[5]

Notable architects and theorists


The Primitive Hut concept has been explored over various periods of time to varying extents in architectural history, including by notable architects such as:

Karl Botticher, Felix Duban, Walter Gropius, Henry Labrouste, Marc-Antoine Laugier, Le Corbusier, Carlo Lodoli, Adolf Loos, Francesco Milizia, Giovanni Battista Piranesi, Augustus Pugin, Quatremere de Quincy, Alois Riegl, John Ruskin, Joseph Rykwert, Gottfried Semper, Leon Vaudoyer, Viollet-le-Duc, Vitruvius, Frank Lloyd Wright