viernes, 10 de enero de 2020

FILOSOFÍA EN FRANCIA: ACTUALIDAD: CAYETANO ACUÑA VIGIL (compilación)

FILOSOFÍA EN FRANCIA: ACTUALIDAD


Francia en La Noche de la Filosofía

Para su tercera edición, el Centro Cultural Kirchner recibirá la Noche de la Filosofía. Este evento creado en París en 2010, conquistó muchas ciudades como Londres, Nueva-York, Atenas o Rabat y se trasladó a Buenos Aires hace tres años. 

En esa ocasión, numerosos filósofos y pensadores argentinos, franceses y alemanes serán presentes para charlas y conferencias en un espacio dedicado al debate, la reflexión y el intercambio de ideas. Numerosas actividades también seran propuestas (teatro, cine, música, gastronomía…)

Este año, tendremos la oportunidad de recibir a los filósofos y pensadores franceses Barbara CASSIN (CNRS), Georges DIDI-HUBERMAN (EHESS), Florent GUENARD (ENS, Universidad de Nantes), Eric SADIN (Instituto de Ciencias Políticas), Marc BESSIN (CNRS, EHESS), Adèle VAN REETH, Muriel UBÉDA-SAILLARD (Universidad Paris-Nanterre, Universidad de Lille) et Evelyne MESCLIER (Paris VII- Diderot).

Referencia

http://ifargentine.com.ar/la-noche-de-la-filosfia/

Panorama de la filosofía francesa contemporánea



Panorama da filosofia francesa contemporânea


Overview of Contemporary French Philosophy
Alain Badiou**

* Esta conferencia fue pronunciada por Alain Badiou en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires el 1º de junio de 2004, en el Seminario sobre Filosofía Francesa Contemporánea, organizado por la Embajada de Francia en Argentina y publicado en el libro Voces de la Filosofía Francesa Contemporánea, de Miguel Abensour, Alain Badiou, Patrice Vermeren, Patrick Vauday, Geneviève Fraisse y Claude Lefort. Ediciones Colihue, Buenos Aires, 2005.

** Filósofo, dramaturgo y novelista. Profesor de la Escuela Normal Superior y Director del DEA Lugares y transformaciones de la filosofía de la Universidad de Paris VIII. Ha publicado obras como El ser y el acontecimiento y Pequeño tratado de ontología transitoria, entre otras.

Resumen

El artículo sustenta la tesis de que durante la segunda mitad del siglo XX se presentó un momento de la filosofía francesa contemporánea, comparable a los momentos griego clásico y al del idealismo alemán. Emergió entonces un programa filosófico constituido por la articulación del movimiento del concepto a la existencia, la inscripción de la filosofía con la vida moderna y las luchas políticas, la superación de la oposición entre conocimiento, acción y creación, el abandono del modelo reflexivo del sujeto y la formación de un estilo filosófico cercano al de la producción literaria.

Palabras clave: filosofía, existencialismo, operaciones metódicas, ciencia, política, literatura.

Resumo

O artigo sustenta a tese de que durante a segunda metade do século XX apresentou-se um momento da filosofia francesa contemporânea comparável aos momentos grego clássico e ao do idealismo alemão. Emergeu, então, um programa filosófico constituído pela articulação do movimento do conceito à existência, à inscrição da filosofia com a vida moderna e as lutas políticas, à superação da oposição entre conhecimento, ação e criação, ao abandono do modelo reflexivo do sujeito e à formação de um estilo filosófico próximo ao da produção literária.

Palavras-chaves: filosofia, existencialismo, operações metódicas, ciência, política, literatura.

Abstract

This article states that during the second half of the 20 century there was a moment in French contemporary philosophy, comparable to the Greek classical moment, and the German idealism. Emerged, then, a philosophical program built up from the articulation of the movement from the concept to the existence; the inscription of the philosophy to modern life and political struggles; the overcoming of the opposition among knowledge, action, and creation; the abandonment of the reflexive subject model, and the formation of a philosophical style close to literary production.

Keywords: philosophy, existentialism, methodic operations, science, politics, literature.

Referencia

http://nomadas.ucentral.edu.co/index.php/inicio/26-jovenes-contemporaneos-entre-la-heterogeneidad-y-las-desigualdades-nomadas-23/366-panorama-de-la-filosofia-francesa-contemporanea

Cómo los “intelectuales” franceses arruinaron Occidente: la explicación del posmodernismo y sus consecuencias

A pesar del auge del posmodernismo en la izquierda, sus valores e ideas rara vez se comprenden bien. Este texto busca abonar a la comprensión de esos postulados, que, afirma la autora, "socavan la credibilidad de la izquierda y amenazan con llevarnos de vuelta a una cultura irracional, tribal y ‘premoderna’."

Helen Pluckrose 19 julio 2019


El posmodernismo representa una amenaza no solo para la democracia liberal, sino para la modernidad misma. La frase puede parecer osada o incluso hiperbólica, pero la realidad es que el cúmulo de ideas y valores al interior del posmodernismo ha saltado los límites de la academia y adquirido gran importancia cultural en la sociedad occidental.

Los “síntomas” irracionales e identitarios del posmodernismo son fáciles de distinguir y han sido ampliamente criticados, sin embargo, el ethos que subyace a ellos no se comprende bien. Así sucede en parte porque los posmodernos rara vez explican sus argumentos con claridad, y en parte como consecuencia de las contradicciones e inconsistencias inherentes a un pensamiento que niega la existencia de una realidad estable o de un conocimiento confiable.

Sin embargo, al interior del posmodernismo hay ideas consistentes y comprenderlas es crucial si vamos a buscar contrarrestarlas. Son la base de los problemas que vemos hoy con el activismo por la justicia social, socavan la credibilidad de la izquierda y amenazan con llevarnos de vuelta a una cultura irracional, tribal y “premoderna”...

Referencia

https://www.letraslibres.com/mexico/cultura/como-los-intelectuales-franceses-arruinaron-occidente-la-explicacion-del-posmodernismo-y-sus-consecuencias

El peligro populista como autorretrato liberal


La contraposición entre liberalismo y populismo es demasiado simplista. Para criticar con tino, los liberales deben reconocer la diversidad de su propia tradición y encarar los saldos negativos de sus gobiernos.

Se ha repetido hasta la saciedad que la victoria de Andrés Manuel López Obrador significa el triunfo del populismo sobre el liberalismo. Es un recurso fácil y contundente. Efectista. Una forma sintética de plantear un contraste entre dos alternativas claras y distinguibles. Antagónicas.

Los liberales identifican al populismo como una abrupta subversión de la democracia, un rechazo generalizado de las normas e instituciones establecidas, como expresión inequívoca de una voluntad no de reforma sino de revancha. Y los populistas conciben al liberalismo como un manso consentimiento de los déficits democráticos del régimen en turno, una resignada defensa del statu quo, como la obstinada reiteración no de una preferencia sino de una cerrazón ante cualquier alternativa.

https://www.letraslibres.com/mexico/revista/el-peligro-populista-como-autorretrato-liberal

Referencia

https://books.google.com.pe/books?id=hxex5jQCzgkC&pg=PA15&lpg=PA15&dq=filosofia+hoy+francia&source=bl&ots=N54HvLNgHx&sig=ACfU3U2jNpjFPqWGeJ7wrSFAlMKoyzOdJA&hl=en&sa=X&ved=2ahUKEwj2gIGW-vjmAhXvIrkGHTqTDngQ6AEwCHoECAoQAQ#v=onepage&q=filosofia%20hoy%20francia&f=false

Cómo ha cambiado la vida intelectual francesa

Hoy se hace difícil encontrar intelectuales defendiendo públicamente su postura en los grandes temas de debate político y social

Cómo ha cambiado la vida intelectual francesa



Jean-Paul Sartre (centro) con Andre Glucksmann (izq. y Raymond Aron (der.) en la presentación de ‘Un bateau pour le Vietnam (junio de 1979) (Getty)
MICHEL WIEVIORKA

16/01/2016 09:34

Actualizado a 16/01/2016 09:37

El principio del fin de los intelectuales clásicos data en todo el mundo de los años setenta y ha venido a su­marse a un importante fenómeno político-ideológico: el decli­ve histórico del comunismo y de las formas de pensar más o menos vinculadas a él; cabe mencionar, en este punto, al marxismo.

En este contexto, aparecieron en Estados Unidos los neocon, provenientes en parte de la izquierda trotskista, que han finalizado su trayec­toria histórica en dirección hacia la derecha estadounidense más extrema, de tal modo que apoyaron acti­vamente la actitud de Ronald Reagan y, posteriormente sobre todo, la de George W. Bush. La evolución intelectual y la evolución política, en sus direcciones principales, seguían la misma senda, la de la derechización.

En Francia, el proceso ha sido más complejo, por el hecho de la existencia, en el curso de este mismo período, de dos corrientes que avanzaban en sentido opuesto. En política, el cambio se veía marcado por la construcción de la izquierda unida y, posteriormente, por su llegada al poder en 1981; se trataba, en primer lugar, de una alianza histórica del Partido Socialista Francés, cuya reconstrucción se había iniciado en el congreso de Épinay en 1971, con el Partido Comunista.

En la vida intelectual, el rechazo del marxismo y la descomposición del comunismo, que surgieron en este mismo contexto, colisionaron con este movimiento político que operaba en sentido inverso. Por una parte, François Mitterrand aprendía entonces el lenguaje marxista menos por convicción que por oportunismo y, después, se esforzaba en atraer al Elíseo los servicios de Régis Debray y permitirse, de vez en cuando, algún momento de vértigo revolucionario. Por otra parte, los nuevos filósofos vaciaban las papeleras de la historia al proclamar el final del marxismo y su alejamiento del izquierdismo y de su enfermedad senil, el comunismo.

Así fue como el french doctor Bernard Kouchner lanzaba en 1979 la operación un bateau pour le Vietnam (un buque en auxilio de los boat people vietnamitas) y reunía un comité de unos ochenta disidentes e intelectuales (me cuento entre ellos) con el objetivo de fletar un navío que se dirigiría al mar de la China para salvar del ahogamiento a los citados boat people que huían del régimen comunista vietnamita con peligro de sus vidas.

Con una rueda de prensa en el hotel Lutetia, presentó la iniciativa el (nuevo) filósofo André Glucksmann, flanqueado por Raymond Aron y Jean-Paul Sartre, reunidos por primera vez tras muchos años. La escena significaba la derrota histórica del segundo, identificado durante un largo período como un compañero de ruta del comunismo y para quien el marxismo había constituido un “horizonte que no puede superarse”.

Los periodistas que se preguntan por qué actualmente los intelectuales franceses no se comprometen como en 1979 por los inmigrantes que arriesgan sus vidas en el Mediterráneo o en otros lugares no tienen en cuenta lo esencial: el éxito del comité que equipó el barco L’Île de Lumière para salvar a los boat people obedece a la conjunción de dos lógicas, una humanitaria y la otra, decisiva, política: el adiós al comunismo, al izquierdismo y al marxismo. Quienes querrían encontrar una dinámica comparable carecen de esta segunda lógica.

La izquierda que llegó al poder en 1981, habiéndolo ocupado salvo en los años 1995-1997 y 2002-2012, y que ha regresado con la elección de François Hollande, se ha opuesto al movimiento de derechización intelectual iniciado por los nuevos filósofos o bien lo ha ocultado. Lo tiene en primer ­lugar como contenido, incluido en su seno, donde las tendencias llamadas social-liberales, que han cobrado bríos recientemente, se han opuesto durante mucho tiempo a otras, redistributivas, más clásicamente de izquierdas, aparte de que estas últimas se encuentran en la actualidad muy debilitadas. 

A lo largo del periodo de Hollande en la presidencia, el pensamiento crítico que habría podido desarrollarse por parte de intelectuales de izquierda se ha visto como congelado por una razón muy sencilla: ¿Cómo habrían podido sumar sus voces a las de la derecha, de la extrema derecha o de la extrema izquierda, atacando a un poder, criticable, ciertamente, pero percibido como de mayor valor que cualquier otra alternativa? Buena parte de los intelectuales de izquierdas, en consecuencia, se ha abstenido, para no correr el peligro de aparecer como traidores a su campo.

Sin embargo, este periodo ya pasó (hasta tal punto parece haber fracasado el poder…) y se ha abierto una amplia brecha en la que han caído algunos intelectuales públicos que ya se habían mostrado más o menos hostiles a la izquierda en el poder y que se han beneficiado de un eco considerable en los grandes medios de comunicación, revistas, diarios, radio, televisión… compartiendo portadas: el escritor Régis Debray, los filósofos Alain Finkielkraut y Michel Onfray, además, sobre todo, del economista Jacques Sapir.

Estos se entregan sin restricción a sus inclinaciones o tropismos soberanistas, antieuropeos, más o menos nacionalistas. Pueden, también, propugnar una concepción pura y dura de la idea republicana, evocadora y en algún sentido mágica y además represiva, sobre todo desde el punto en que se trata del islam.

Junto con otros, simpatizan con la perspectiva de una debacle generalizada de la izquierda en el poder y en ocasiones no desdecirían de la postura expresada por el Frente Nacional; las espitas se abrieron en el 2005 a cargo de Alain Finkielkraut en el diario israelí Haaretz a propósito de la selección francesa de fútbol: “Black, black, black (…) es algo que provoca expresiones de desprecio en toda Europa”, lo que no obsta para que estos intelectuales públicos se indignen ante la idea de ser considerados como una especie de portaestandartes de Marine Le Pen. Únicamente, tal vez, Jacques Sapir ha dicho, sin rodeos, que tarde o temprano habrá que negociar con el Frente Nacional.

Lo propio de los intelectuales clásicos es tener su individualidad y ser fuertes personalidades, aunque puede suceder también que se encuadren en un partido o se pongan al servicio del poder. Sería una equivocación meter a Onfray, Debray, Finkielkraut, Sapir y otros en el mismo saco como si pensaran de la misma manera y con las mismas categorías. Comparten sin embargo el adiós a la izquierda clásica, al Partido Socialista. Pero este adiós toma caminos muy distintos. El de Michel Onfray, por ejemplo, adopta una vía libertaria y durante un tiempo fue próximo a la izquierda de la izquierda, a un cierto izquierdismo aunque últimamente se ha distanciado de él; el de Alain Finkielkraut es tortuoso pues se compone de un nudo de conexiones desde donde quisiera poder seguir dos sendas que se bifurcan, por ejemplo encarnando a la vez la idea republicana en su faceta pura y dura y de hostilidad a toda visibilidad de particularismos en el espacio público, y por otra parte abrazando un estatus de icono en el seno de la comunidad judía de Francia, etcétera.

Si bien estos intelectuales no piensan votar al FN, no por ello dejan de profesar ideas próximas que legitiman a este partido. La ebullición que se organiza a su alrededor ya les va como anillo al dedo a los dirigentes del FN, a quienes se les cae la baba cuando los medios de comunicación cómplices suscitan mayor expectación.

No obstante, esto no constituye más que una etapa de un proceso que, desde luego, no ha llegado a su fin. Porque, dado que el poder continúa decepcionando y ahora que los diques de contención han saltado en lo concerniente a las ideas lepenistas, eventualmente revisadas a la baja a propósito de la desdemonización de este partido, el deshielo en la izquierda se acelerará y la palabra se liberará soltando la lengua. Y téngase en cuenta que pensadores de un tipo distinto de quienes han azuzado a los medios y al mundo de la comunicación son también atendidos, escuchados y crecientemente solicitados.

Hasta los años setenta, Pierre Bourdieu, Michel Foucault, Jacques Derrida, Alain Touraine, Roland Barthes y algunos otros gozaban en la esfera pública de una gran legitimidad y su persona era conocida mundialmente. Luego se desarrollaron las ciencias humanas y sociales y el número de investigadores se multiplicó al propio tiempo que desaparecía la mayoría de las figuras señeras de la época anterior. Sin embargo, este periodo llega tal vez a su fin, y el éxito mundial, pero también francés, del libro de Thomas Piketty sobre El capitalismo en el siglo XXI muestra que en lo sucesivo resulta posible, de nuevo, encarnar un pensamiento de izquierda con un impacto y un reconocimiento personal considerables.

Los investigadores en ciencias sociales se cuentan hoy día por millares sólo en Francia y un gran número de ellos participan en mayor o menor grado en el debate público. Tan sólo en mi entorno inmediato, y como les he conocido no sólo en mi propia vida científica sino también en los debates públicos y mediáticos, en la televisión o en la radio, puedo citar, entre muchos otros, en el campo económico a Jean Tirole, que anima la Escuela de Economía de Toulouse; a Thomas Piketty, que pertenece a la Escuela de Economía de París. Ambos también participan, como yo, en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales de París; puedo citar asimismo a Daniel Cohen, de la Escuela Normal Superior y de la Escuela de Economía de París, cuyo libro Le monde clos et le désir infini conoce un éxito inmenso, o a Marc Fleurbaey, profesor de la universidad de Princeton y miembro en París del Collège d’Études Mondiales que, entre otras actividades, anima una plataforma internacional sobre la justicia social, el International Panel on Social Progress (IPSP), que reúne a unos doscientos investigadores de todo el mundo.

En materia de historia –en Francia, esta disciplina se inscribe en las ciencias humanas y sociales, sobre todo después de la época de esplendor de la Escuela de los Anales– me contentaré con citar a Serge Gruzinski, que encarna al mejor nivel la historia global y que rompe con el nacionalismo metodológico conducente, con demasiada frecuencia, al provincialismo o al etnocentrismo; o a François Hartog, especialista de la Grecia antigua, pero también de epistemología, conocido por su análisis del presentismo, ambos de la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales.

La geografía humana es una disciplina en plena renovación en Francia, ya se trate de analizar el panorama internacional y la geopolítica, con Michel Fourier al frente de una cátedra en el Collège d’Études Mondiales, o bien de estudiar los territorios franceses, sobre todo con Laurent Davezies, del Conservatoire National des Arts et Métiers, cuyos trabajos de geografía electoral constituyen todo un referente.

La filosofía política vive en Francia un período de energía y vigor, con Cynthia Fleury o Fabienne Burgère, que se ha dado a conocer por sus trabajos sobre el care, junto con Marcel Gauchet, pensador de la religión y la democracia, o Pierre Rosanvallon, especialista del estudio histórico de la democracia. De igual modo, se renueva la sociología con, por ejemplo, Dominique Méda, especialista del trabajo y de la ecología política o Farhad Khosrokhavar, notable conocedor del islam, cuya obra premonitoria Radicalisation se publicó una semana antes de las matanzas islamistas de enero del 2015 en París, o bien con jóvenes investigadores como Fabien Truong, autor de un libro destacado sobre las banlieues, Jeunesses françaises.

La antropología no queda atrás y vive también una auténtica renovación, por ejemplo con Laetitia Atlani-Duault, directora de investigación del Institut de Recherche pour le Développement (IRD), cuyos trabajos sobre las contradic­ciones entre acción humanitaria y ­acción por el desarrollo han sido citados recientemente por el secretario general de las Naciones Unidas, Ban Ki Mun. Etcétera.

Esta lista podría alargarse ad li­bitum y sin fin. Los investigadores mencionados son respetados en su campo y casi todos son conocidos más allá de las fronteras de Francia. Se inscriben en un universo debilitado tras el período glorioso del estructuralismo, en los años sesenta y setenta, y que vuelve a ponerse en pie con numerosos miembros. Animan el debate general y, en muchos aspectos, la vida de los medios de comunicación y, aunque menos populares al lado de los intelectuales públicos más conocidos, muestran sin duda una trayectoria sólida dotada de auténticos saberes y conocimientos.

Los paradigmas que animan esta otra vida de las ideas son más profundos que el pensamiento mediocre que deriva de una mediatización ­excesiva como la que caracteriza a ­algunos intelectuales públicos a veces exaltados o agitadores, como decía Céline a propósito de Sartre; una mediatización en cuyo seno estos desempeñan un papel decisivo desde tribunas multiplicadas ad náuseam, entrevistas y participación en pro- gramas de radio o televisión. Por el contrario, los saberes y conoci­mientos que poseen los investiga­dores sobre la sociedad y el mundo son profundos. Se toman el tiempo de dejar que sus análisis maduren en lugar de abandonarse en brazos del presentismo. Es verdad que tales análisis se limitan, con demasiada frecuencia, a un problema concreto y a una especialidad un tanto estrecha, circunstancia que dificulta elevarse a un nivel más general y participar en la vida pública.

En cierto modo, hay que alegrarse por Francia, pero también por los mensajes que pueden dirigir a Europa y al mundo y por los éxitos de algunos intelectuales situados en el punto de mira en la actualidad: deberían abrir el espacio de una nueva vida de las ideas en la que los recién llegados desearán de forma creciente salir de un encierro en nichos demasiados ­especializados a fin de contribuir al debate político.

Esta vida seguirá su camino lejos del FN, cuyo auge habrán acompañado algunos intelectuales aunque les tiemble la voz al decirlo.


Referencia

https://www.lavanguardia.com/cultura/20160116/301440351361/culturas-cambiado-vida-intelectual-francesa.html

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