Percy C. Acuña Vigil [ ]
La Ilustración fue una época histórica y un movimiento cultural e intelectual europeo –especialmente en Francia e Inglaterra–que se desarrolló desde fines del siglo XVII hasta el inicio de la Revolución francesa, aunque en algunos países se prolongó durante los primeros años del siglo XIX. Fue denominado así por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón. El siglo XVIII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces.
El término Ilustración se refiere específicamente a un movimiento intelectual histórico. Existen precedentes de la Ilustración en Inglaterra y Escocia a finales del siglo XVII, pero el movimiento se considera originalmente francés.
La Ilustración tuvo también una expresión estética, denominada Neoclasicismo. Desde Francia, donde madura, se extendió por toda Europa y América y renovó especialmente las ciencias, la filosofía, la política y la sociedad; sus aportes han sido más discutidos en el terreno de las Artes y la Literatura.
Los pensadores de la Ilustración sostenían que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor. La Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la época. La expresión estética de este movimiento intelectual se denominará Neoclasicismo.
La Ilustración puede ser definida como «una etapa histórica de la evolución global del pensamiento burgués». Como tal, insertaría su filiación doctrinal en el Renacimiento y, especialmente, en las corrientes racionalistas y empiristas del s. XVII (de Descartes, a Locke, pasando por Bacon, Bayle, Galileo, Grotius, Hobbes, Leibniz, Newton, Spinoza, o los libertinos), y basa su posibilidad sociológica de desarrollo en las revoluciones políticas neerlandesa e inglesa, en el empuje de la burguesía y en las transformaciones económicas en gestación, apoyadas en una coyuntura en alza, que desembocarán en la revolución francesa.
Los países en los que tuvo mayor fuerza y relieve fueron Inglaterra, donde se inició. Tuvo un carácter empirista-epistemológico, cultivó las ciencias de la naturaleza y cuestiones sobre la religión, en un espíritu de libertad y tolerancia, siendo los ilustrados ingleses más notables Newton, Boyle, Shaftesbury, Hutcheson, Hume y Mandeville. En Francia. Las tensiones más relevantes son de orden moral, de derecho, especialmente derecho político, y del progreso histórico; ilustrados franceses importantes fueron Bayle, Montesquieu, Voltaire, Condorcet, Diderot, D’Alambert, Condillac y Rosseau. Alemania se centrará en cambio en un análisis de la razón, con la intención de encontrar un conjunto de principios que rijan el conocimiento de la naturaleza y orienten la acción moral y política del hombre, estando este pensamiento representado por Lessing, Wolff, Baumgarten y, sobre todo, Kant.
La razón ilustrada busca abordar todo aspecto o dominio de la realidad, intentando extender la razón ilustrada al campo de la religión y de la política. La fe absoluta en la razón es la base del pensamiento ilustrado; se trata de luchar contra todo lo irracional, intentando eliminar cualquier mito.
Desde Gran Bretaña, donde algunos de los rasgos esenciales del movimiento se dieron antes que en otro lugar, la Ilustración se asentó en Francia, donde la anglofilia fue difundida por Voltaire, y produjo aquí su cuerpo ideológico, el enciclopedismo, y sus más representativas personalidades (Montesquieu, Diderot, Rousseau, Buffon, etc.); también dio sus frutos, en ocasiones más o menos autónomamente, pero en la mayoría de casos dependientes de Gran Bretaña y, sobre todo, de Francia, en otras zonas europeas (Países Bajos, la península italiana y la ibérica, el conglomerado germánico, Polonia, Rusia, Suecia, etc.) o en sus colonias americanas; frutos condicionados por el grado de desarrollo ideológico y sociopolítico adquirido en el momento de lanzamiento de la nueva ideología y por el proceso interno seguido a lo largo de su desenvolvimiento.
Todos los temas del Iluminismo francés están tomados del inglés, excepto uno, el tema de la historia.
La primera gran figura de los planteamientos históricos ilustrados es Pedro Bayle, 1647-1706, autor del “Diccionario histórico y crítico”.
Bayle, sin embargo, no busca un orden histórico, una serie de principios que explique la historia.
No ocurre así con Montesquieu, 1689-1755, para el que la historia tiene un orden que se manifiesta en leyes constantes. Concibe dichas leyes como la relación necesaria que se deriva de la naturaleza de las cosas; todo ser tiene su ley y, por tanto, también la tiene el hombre. Sin embargo, sostiene que estas leyes a las cuales el hombre obedece no son necesarias, ya que como ser inteligente, viola continuamente las leyes que Dios ha establecido y cambia las que él mismo establece. Por tanto el hombre, al ser un ser limitado, es menester que sea dirigido.
Montesquieu distingue tres tipos fundamentales de gobierno como son la República, cuyo principio es la virtud política, es decir, el amor a la patria y a la igualdad, la Monarquía, cuyo principio es el honor, el prejuicio personal y el Despotismo, cuyo principio es el temor.
Montesquieu distingue tres tipos fundamentales de gobierno como son la República, cuyo principio es la virtud política, es decir, el amor a la patria y a la igualdad, la Monarquía, cuyo principio es el honor, el prejuicio personal y el Despotismo, cuyo principio es el temor.
Roberto Turgot, 1727-1781, define por su parte la historia universal como la consideración de los progresos sucesivos, interrumpidos por frecuentes decadencias del género humano y el detalle de las causas o condiciones naturales o humanas que los han producido. Afirma que el progreso de la razón humana consiste, sobre todo en el desarrollo de las artes mecánicas, con las cuales el hombre consigue el dominio de la naturaleza, y en la liberación del despotismo. Pero el progreso se realiza por sí solo, es una fuerza que no hay que ayudar.
Condorcet, 1743-1794, reformula en cambio las ideas de Voltaire y Turgot acerca de la historia de una forma más optimista: el género humano prevalece en los avatares de la historia, y lo único que cambia son las condiciones de su existencia.
Condorcet, 1743-1794, reformula en cambio las ideas de Voltaire y Turgot acerca de la historia de una forma más optimista: el género humano prevalece en los avatares de la historia, y lo único que cambia son las condiciones de su existencia.
El progreso humano podrá ser más o menos rápido pero nunca retrocederá y llevará al hombre a la máxima felicidad posible. Condorcet estudió las etapas del progreso del hombre, desde la prehistoria, e hizo una previsión para estudiar los progresos futuros, que se reduce a tres puntos importantes como son la destrucción de la desigualdad entre las naciones, los progresos en la igualdad en un mismo pueblo y el perfeccionamiento real del hombre.
Todos estos progresos se realizarán con el triunfo de la razón, que será plasmada en el avance tecnológico. Este avance tecnológico llevará, a su vez, a una prolongación indefinida de la vida orgánica del hombre.
Resumiendo Bayle supuso la primera crítica a la tradición histórica y la adecuación a las fuentes históricas. La obra de Montesquieu esclareció dos conceptos importantes como era la presencia en la historia de un orden, debido a las leyes, el carácter no necesario de estas leyes, que si bien condicionan los acontecimientos históricos, no lo determinan.
Roberto Turgot, 1727-1781 |
Voltaire, Turgot y Cordoncet formularon otros dos conceptos que, juntamente con los anteriores, dan el cuadro que los iluministas franceses se formaron de la historia: El orden de la historia es progresivo, aunque no necesariamente tal. El progreso de la historia consiste en el predominio cada vez mayor de la razón como guía de las actividades humanas.
Según muchos historiadores, los límites de la Ilustración han alcanzado la mayor parte del siglo XVII, aunque otros prefieren llamar a esta época la Era de la Razón.
Ambos períodos se encuentran en cualquier caso, unidos y emparentados, e incluso es igualmente aceptable hablar de ambos períodos como de uno solo.
A lo largo del siglo XVI y siglo XVII, Europa se encontraba envuelta en guerras de religión. Cuando la situación política se estabilizó tras la Paz de Westfalia y el final de la guerra civil en Inglaterra, existía un ambiente de agitación que tendía a centrar las nociones de fe y misticismo en las revelaciones "divinas", captadas de forma individual como la fuente principal de conocimiento y sabiduría (Iluminismo).
En lugar de esto, la Era de la Razón trató entonces de establecer una filosofía basada en el axioma y el absolutismo como bases para el conocimiento y la estabilidad.
Este objetivo de la Era de la Razón, que estaba construido sobre axiomas, alcanzó su madurez con la Ética de Baruch Spinoza, que exponía una visión panteísta del universo donde Dios y la Naturaleza eran uno. Esta idea se convirtió en el fundamento para la Ilustración, desde Isaac Newton hasta Thomas Jefferson.
Referencia
Cassirer, Ernst (1993). La Filosofía de la Ilustración. Fondo de Cultura Económica de España.
Sapere aude es una locución latina que significa «atrévete a saber»; también suele interpretarse como «ten el valor de usar tu propia razón».
Su divulgación se debe al filósofo Immanuel Kant en su ensayo ¿Qué es la Ilustración?, aunque su uso original se da en la Epístola II de Horacio del Epistularum liber primus: • Dimidium facti, qui coepit, habet: sapere aude, / incipe (Quien ha comenzado, ya ha hecho la mitad: atrévete a saber, empieza).
La frase fue acuñada por Horacio en el siglo I a. C. y se encuentra en una epístola a su amigo Lolius. Tiene muchas traducciones, pero en el contexto de la carta (en la cual trata sobre los múltiples procedimientos que Ulises usó en su regreso a Troya para superar las pruebas a las que se enfrentó) se puede entender como «tener el valor de usar tu habilidad para pensar». Otros la traducen como «atreverse a pensar».
Kant, Hume,Spinoza. Ilustración.
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