Rudolf Steiner
Francis George Steiner nació en París
el 23 de abril de 1929.
Es uno de los intelectuales más influyentes
de finales del siglo XX. Escritor de ensayo,
poesía y novela, destaca sobre todo como ensayista y es en la actualidad uno de los más
brillantes críticos, teóricos de la literatura y de temas culturales-filosóficos europeos.
La familia de George Steiner es de
ascendencia judía y
origen vienés. Todos ellos se vieron obligados a emigrar a Nueva York huyendo
del régimen nazi. Trabajó como profesor, articulista y conferenciante de
importantes universidades.
Permaneció varios años como escritor independiente y finalmente ejerció hasta
su jubilación como Profesor
de Literatura Inglesa y Comparada en la Universidad de Ginebra.
Colabora como articulista en importantes
revistas y periódicos, como The New Yorker, The Times Literary Supplement
y The Guardian.
La primera obra de George Steiner que consiguió
repercusión en la esfera intelectual fue "La muerte de la tragedia", que habla de la
imposibilidad de humanizarnos a través de la literatura. Los temas más recurrentes en su obra
son el lenguaje, la comunicación y la traducción.
Ha sido merecedor de importantes galardones, como el Honorary Membership de la Academia Americana de la Artes y las Ciencias en 1989, el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2001 entre otros, además de haber sido nombrado Doctor Honoris Causa por 8 universidades.
Ha sido merecedor de importantes galardones, como el Honorary Membership de la Academia Americana de la Artes y las Ciencias en 1989, el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2001 entre otros, además de haber sido nombrado Doctor Honoris Causa por 8 universidades.
Chapter Summary Of The Philosophy Of Freedom
Chapter
Summary Of The Philosophy Of Freedom
Arnold
Freeman Chapter Summary
Rita
Stebbing Chapter Summary
Olin D.
Wannamaker Chapter Summary
Eric
Cunningham Chapter Summary
Wikipedia
Summary
Steiner initially divides
the problem of free will into freedom of thought and freedom of action. Inner
freedom is attained when we bridge the gap between our perception, which gives
us the outer appearance of the world, and our thought, which gives us the inner
structure of the world. Outer freedom is achieved when we bridge the gap
between our ideals and the constraints of external reality, letting our deeds
be inspired by what he terms moral imagination. Steiner considers inner and
outer freedom as integral to one another, and that true freedom is only
achieved when they are united.
Part I of the book begins
with the principles of individuality (0) and freedom (1) and then becomes an
in-depth study of the principles of cognition beginning with why we desire
knowledge (2), with chapters on thinking (3), perception (4), conception (5),
mental picturing (6), and cognition (7). While Part I can be experienced as dry
and abstract at first, with inquisitive questioning and effort it brings “inner
shocks, tensions and resolutions”.
Part II of the book covers
the principles of living life as an empowered ethical individualist,
imaginatively expressing freedom in action. This involves selecting the ethical
principle (moral intuition) to apply in each particular situation, using the
imagination to translate the ethical principle into a specific picture of
action (moral imagination), and using the present knowledge of science to
transform the world without violating natural laws by which things are
connected (moral technique).
Entrevista: George Steiner
"Yo intento fracasar mejor"
Juan Cruz Periodista
24 AGO
2008
A sus casi ochenta años ha logrado escandalizar a
sus colegas con las experiencias sexuales que relata en su último libro. Una
lúcida mirada de un gran filósofo, crítico literario y ensayista, premio
Príncipe de Asturias en 2001.
George Steiner está a punto de cumplir ochenta años y acaba de publicar Los libros que nunca he escrito (Siruela), que ha escandalizado en muchos sitios, pero sobre todo en Inglaterra, en cuya Universidad de Cambridge ha sido un destacadísimo profesor. A él le divierte el escándalo, porque tiene que ver, imagina, con la sorpresa que algunos se llevaron cuando observaron que en ese volumen el profesor Steiner, uno de los grandes filósofos europeos, cuya edad avanzada queda desmentida por su mente despiertísima, relata experiencias sexuales muy explícitas (y propias) sin que su pudor le cortara un pelo. El ensayo que ha sido piedra de escándalo tiene que ver con el lenguaje, supone una defensa de las lenguas minoritarias, algunas de las cuales imagina él que deben ser excelentes para practicar sexo, y comienza de este modo tan contundente: "¿Cómo es la vida sexual de un sordomudo? ¿Con qué incitaciones y cadencia se masturba? ¿Cómo experimenta el sordomudo la libido y la consumación?". Claro, la obra no es sólo eso (y no es sólo ese ensayo), sino que es una inteligente mirada sobre los asuntos a los que él alguna vez quiso dedicar un libro (siete, exactamente) y que se le quedaron por el camino. Ése, Los lenguajes de Eros, precisamente, había sido arrinconado por él entre los miles de papeles que guarda en la biblioteca donde trabaja, en el jardín de su casa de Cambridge, ordenada y amplia, donde comparte la vida con su mujer, la historiadora Zara Steiner, en una atmósfera cuya felicidad se refleja precisamente en ese libro y hasta en la cocina de la casa a la hora de celebrar el verano con una copa de jerez, galletas, café y humus.
Ha sido un
profesor (y un tutor) codiciadísimo en esta universidad, y aún llegan alumnos a
requerir su asistencia doctoral, y él asume su edad con el esmero de quien
colecciona el tiempo. Pero preserva la jovialidad de su escritura en sus ojos
pícaros y divertidos, y muestra su exhaustiva erudición (como hace en los
libros, "doce, y para qué más") como si fuera un narrador de
historias, sin darte la impresión de que te apabulla.
En el rato
ese que hubo tras la entrevista, en la cocina, hablamos de todo, y él nos
preguntó a nosotros: por la situación en España, por el paro, que le parece la
amenaza más grande del futuro, por Javier Marías (a quien considera uno de los
grandes escritores de Europa, "y además me honró haciéndome parte de su
Reino de Redonda"), por Europa
En algún momento salieron a relucir las
artes, que si la poesía es más grande que la narrativa, o la pintura, etcétera, y entonces se levantó de la silla de madera, ensayó algunos movimientos de su mano izquierda,
como si dirigiera música, y exclamó: "¡La melodía! ¡Nada hay más perfecto
que la melodía! Tú escuchas a Schubert y ahí está el misterio, no hay
más". Y en algún momento, en medio del brindis que hubo después de la
entrevista, Steiner dijo: "En todas las casas hay un pequeño tesoro".
Y se fue.
Regresó con una pequeña tarjeta en la mano y la depositó en la
encimera. Era la tarjeta que el doctor Freud y su esposa enviaron a sus padres
("Con los mejores deseos", en alemán) cuando éstos contrajeron
matrimonio en Viena, el 3 de abril de 1921
Y allí donde hablamos, silencioso, el
piano que fue de Darwin. Te lo enseña como si te mostrara un sueño, y luego te guiña un ojo, "vamos a tomar
jerez". Durante la entrevista, cuando le insistimos sobre el dolor
histórico (es hijo de la diáspora judía, sus padres padecieron la guerra
mundial y la persecución nazi, él es consecuencia de la gravedad política de la
época, y también de la nutritiva cultura de entreguerras), Steiner dejó claro
que ese asunto ya estaba dicho, liquidado, y cuando pasó la hora, su reloj
mental, el del profesor estricto que además no usa cronómetro, levantó el dedo
y dijo, tajante: "Se cumplió la hora".
Pero si
subrayamos esos dos detalles de la larga conversación estaríamos manipulando
ese rato, que fue cordial y hondo, una conversación en la que este premio
Príncipe de Asturias de la Comunicación se comportó como si fuera en efecto, y
él lo dice, el cartero de un conocimiento y de una disputa intelectual que
tiene pocos parangones en Europa. Y no te arroja ese conocimiento, lo comparte.
Esa actitud es lo que hace de este ensayo de ensayos, Los libros que nunca
he escrito (editado también en catalán por Arcadia: Els llibres que no
he escrit), una obra que parece la caja negra de su pensamiento, y de sus
diversiones. Como él, es divertido y hondo, extraño, como la prolongación de su
autobiografía, Errata, y como el anuncio de más polémicas que prolonguen
su idea sobre Europa, sobre la crítica literaria, sobre el terrorismo, sobre el
Estado de Israel y sobre los judíos. Este hombre es como un río que además se
ríe. Y se ríe sobre todo por lo que ha escandalizado a sus colegas, y no sólo,
con este libro.
Así que se
han escandalizado
Sí, muchos.
Nunca se ha preguntado nadie cómo es la vida sexual de un sordomudo. Lo han
hecho acerca de la de los ciegos, pero jamás sobre la de los sordomudos.
Una pregunta
inquietante. Porque las preguntas importantes muchas veces son
inquietantes. Hay un comentario bellamente desagradable de Heidegger sobre por
qué la ciencia resulta tan aburrida. Él dijo que era porque sólo tiene
respuestas.
Había una
pintada en Ecuador que decía: "Cuando por fin teníamos las respuestas nos
cambiaron las preguntas". Es verdad.
Pero las preguntas pueden ser inquietantes, y las preguntas en torno a lo
erótico lo son. Aún no tengo ninguna teoría, pero quisiera que este ensayo
sirviera en un futuro a psicólogos, sociolingüistas y gente preparada para que
comenzaran a estudiar estos asuntos o por lo menos a seguir preguntándose sobre
ello.
Pero lo que
usted ha escrito no es sólo un ensayo; es algo más autobiográfico. A mí me gusta llamarlo ficciones. Borges consideraba que las ficciones
eran verdades. Pero también son verdades imaginarias.
Al leer este
ensayo en particular, 'Los lenguajes de Eros', uno podría pensar que usted no
tiene ningún pudor, ningún miedo a las posibles consecuencias. ¡Por eso no escribí el libro, ja, ja! Escribí un ensayo, siete ensayos
en lugar de siete libros. Estoy a punto de cumplir los ochenta años, y como no
estoy para escribir siete libros, escribí ensayos sobre lo que me hubiera
gustado escribir y por qué no lo hice. La mejor definición de la vida la hizo
Samuel Beckett: "Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa
mejor". Yo quise fracasar mejor, y es lo que intento decir con este libro.
Esa frase de
Beckett la usa usted en un contexto en el que habla sobre la tristeza y el
pesimismo. La tristeza y el pesimismo
, sí. ¿Sabe por qué soy tan poco popular entre mis
colegas académicos? Hay una razón muy sencilla. Siendo joven ya dije que había
una diferencia abismal entre el creador y el profesor, o editor, o crítico. Y a
los colegas no les gusta escucharlo. El capítulo más difícil de escribir en este
libro, Envidia, es precisamente sobre esa relación con los profesores.
Fue una pesadilla escribirlo. Sudé en cada frase. ¿Cómo se siente uno al vivir
rodeado de los grandes sin serlo? Fui el miembro más joven de la Universidad de
Princeton, ahí vivía al lado de Einstein y de Oppenheimer, y ahí supe qué eran
los gigantes. Fíjese en ese pequeño retrato que hay ahí [un retrato dibujado de
él en su juventud; debajo pone, en italiano, Il postino, el cartero]. Yo
quiero ser el cartero, quiero que me llamen El Cartero, como ese personaje
maravilloso en la película sobre Pablo Neruda. Es un trabajo muy hermoso ser
profesor, ser el que entrega las cartas, aunque no las escriba. Mis colegas
detestan escuchar eso. ¡La vanidad de los académicos es enorme! Derrida dijo que
toda la literatura, hasta la más grande, es un mero pretexto. ¡Al infierno con
Derrida! Shakespeare no es un pretexto, Beckett no es un pretexto, no lo es
Neruda, no lo es Lorca
Se enfada
usted con Derrida. Lo del pretexto es un chiste de
mal gusto. Somos los carteros y somos importantes. Los escritores nos necesitan
para llegar a su público. Es una función muy importante, pero no es lo mismo
que crear.
No, no es lo
mismo. Me gustaría contarle una anécdota. Hubo un poeta
contemporáneo llamado Nash que tradujo al poeta francés François Villon. En su
famosa balada Las nieves de antaño había una línea en la que Villon
venía a decir que la mujer ha envejecido: su pelo, escribía en francés, ya no
es dorado, sino gris. Nash, en su manuscrito, lo tradujo así: "El brillo
le cae del pelo". El impresor cometió un error y escribió: "Un brillo
cae del cielo". Es una de las frases más hermosas de la poesía inglesa, ¡y
se debe al impresor! Cada noche le pido a Dios que me envíe un impresor que cometa
un error que me haga grande.
En este
libro en concreto, que no es una autobiografía, casi todo lo que se dice se
puede relacionar con su vida. Por ejemplo, cómo su padre le enseñó a
aprovecharse de los libros. Recuerde
que vengo de una tradición judía muy antigua. La palabra rabino significa
profesor, y en el judaísmo la figura del profesor es inmensamente valorada. Han
sido cuatro mil años de una tradición de profesores excelentes, y mi padre
quiso que yo fuera profesor. Se alegraba cuando publicaba poemas, pero eso no es
lo que él quería para mí. He escrito ficción, y ha sido muy traducida, pero es
una ficción intelectual, cerebral, alegórica. Son novelas que contienen ideas.
Pero otra cosa es ser creador. Ah, la inocencia de un gran creador, el misterio
de crear
Un misterio
distinto que el misterio de enseñar. En la
universidad en la que trabajaba solía venir a cenar Henry Moore, el escultor
británico. Cuando abría la boca para hablar de política o de otros temas, decía
estupideces. Pero cuando hablaban sus manos, te dabas cuenta de que era un gran
creador. El misterio de un gran creador es un misterio. No sabemos cómo ni por
qué se crea una gran melodía o cómo o por qué se pinta un cuadro. Produce una
gran alegría el poder explicar esto y hacérselo llegar a la gente. Pero nunca
mezclo la creación con la enseñanza. Un profesor es un profesor.
En algún
momento dice usted, con respecto a la novela, que hoy ése puede parecer a veces
un género prehistórico. No, yo colocaría a Proust, Mann,
Joyce
entre los mayores creadores. Lo
que quiero decir es que quizá las novelas estén llegando a su fin, porque en el
mundo de hoy nos llegan infinitas imágenes e historias directamente a casa.
Dudo mucho de que tengamos otro Proust, otro Faulkner. Los grandes maestros
contemporáneos escriben de manera breve. Fíjese en Kafka, lo fragmentario que
es. Hoy Shakespeare sería un guionista.
¿Y quiénes
serían los novelistas de hoy día? Hmmmm, es
muy difícil contestar a esa pregunta. Creo que Mario Vargas Llosa lo es. La
fiesta del chivo es indudablemente de las mejores novelas de hoy. También
lo es Cien años de soledad, de García Márquez. El tambor de hojalata,
de Günter Grass. Hijos de la medianoche, de Rushdie. Philip Roth es
quizá la persona más inteligente que haya, y su trilogía sobre la política
norteamericana es magnífica. Pero la forma en sí misma de la novela está
peligrando. La gente busca formas más experimentales. ¿Por qué resultan mejor
escritos los libros de historia, de sociología o incluso las biografías? La
prosa de Lévi-Strauss es mejor que el libro de cualquier novelista francés.
Incluso hay economistas que tienen más estilo escribiendo que los propios
novelistas. Los historiadores, como sir John H. Elliott, escriben de maravilla.
Han aprendido de la novela, y lo aplican. Pero mire lo que sucede ahora. Un
chico escribe un libro; si tiene suerte, se lo publican, y está dieciséis días
en las librerías, y de inmediato lo retiran del mercado. Así, ¿cómo se van a
hacer escritores? Si esto hubiera ocurrido en tiempos de Joyce, él nunca habría
resistido. Sin embargo, fíjese en el caso de J. K. Rowling, que nadie entiende.
¿Usted
tampoco lo entiende? No. He mirado los libros y me
parece que emplea un vocabulario difícil, una sintaxis difícil. Hasta ella, J.
K. Rowling, muy humildemente, tampoco se explica el porqué de su éxito. Mi
pregunta es la siguiente: un niño que ha leído todos los volúmenes de Harry
Potter, ¿leerá luego La isla del tesoro, Los viajes de Gulliver, Oliver
Twist, los clásicos? Mis colegas que han estudiado este fenómeno dicen que
no, que los niños que hayan leído a Potter no leen después a los grandes
clásicos. Y eso es triste.
Ella misma
se hace sus preguntas, nos lo dijo en Edimburgo. Todos teníamos la esperanza de que con Harry Potter se iba a
volver a los clásicos con los que se empezaba a leer. Pero no lo creo. ¿Sabe
que la Unesco tiene una lista de libros más leídos del mundo? Y sólo hay un
título francés.
Déjeme
adivinar: 'Madame Bovary'. Oh, no, qué
dice usted. El principito. Y eso es alarmante. Se venden millones de ejemplares
todos los años. Pero la gente no lee Madame Bovary.
¿Cree que
debemos estar preocupados por esas listas? Sin duda. Indican qué libros y en qué momento fueron best sellers.
Hubo un tiempo en que fueron Balzac y Dickens. Hay una diferencia abismal entre
el genio experimental de escritores como Borges o Beckett y el público en
general. Es muy probable que millones de personas lean literatura en formato de
cómic. Hace poco leí una versión de Hamlet en formato de cómic y me
resultó brillante. Redujeron el texto a momentos esenciales, y seguro que
Shakespeare habría dicho: "No está mal. Mi texto era demasiado
largo". Ja, ja, ja.
Esa
reflexión se parece a algunos aspectos de su libro, donde discute la
confrontación cultura-medios y el futuro de la cultura. La cultura del futuro no será nuestra cultura. La cultura elitista y
humanista que conocemos sólo pertenece a unos cuantos. Recuerde que voy a
cumplir ochenta años y empecé antes de cumplir los veinte a publicar artículos
sobre por qué la cultura no se enfrentaba al fascismo o a los nazis ¿Qué
ocurrió? Aquí tenemos países con culturas superiores, tenemos las mejores
escuelas, el mejor teatro, la mejor música. Y estos países nuestros se han
convertido en infiernos. Y no sólo los países, sino que hay artistas grandes
que se unen al fascismo. Nunca he dejado de hacerme esta pregunta, y aunque no
tenga la respuesta, sí puedo decir que la cultura y el humanismo no son
enteramente inocentes ni positivos. Walter Benjamin decía que toda gran obra
está colocada encima de una montaña de inhumanidad. Es una verdad incómoda.
Lo es. Pero no seamos enteramente pesimistas. Fíjese en la cantidad de gente
que asiste a las exposiciones, los museos están llenos de personas, en los
conciertos no se cabe. Son signos muy positivos. Sí, lamento la cantidad de
librerías que se están cerrando, y que sean más rentables ahora las industrias
de la pornografía y de la droga. Esto es lo que uno debería preguntarse: ¿cómo
puede ser que estas industrias sean las más poderosas en el universo del que
estamos hablando? Estamos en peligro, sí, pero también es cierto que hay signos
positivos. Nunca debemos olvidar que durante el esplendor de Florencia, en los
tiempos de Miguel Ángel, Leonardo y los Medici, cada mes morían asesinadas
muchas personas bajo el Ponte Vecchio. Nos olvidamos de cuánta salvajada ha
existido en las grandes culturas.
¿Y el
futuro? ¿Qué nos depara el futuro si evitamos la guerra?
Evitar la guerra supone problemas de superpoblación. Mire los jóvenes: se
aburren, un día van a acabar con los viejos, no sabrán qué hacer con ellos.
Somos un animal muy primitivo. Hay peces y virus que son más antiguos que el
hombre. Tal vez estemos sólo al principio de nuestra historia. Quizá no hayamos
aprendido a unir nuestro instinto y nuestro raciocinio.
Qué
panorama. Es muy fácil sentarse aquí, en esta habitación, y
decir: "¡El racismo es horrible!". Pero pregúnteme lo mismo si se
traslada a vivir a la casa de al lado una familia jamaicana que tiene seis
hijos y escuchan reggae y rock and roll todo el día. O cuando mi
asesor venga a casa y me diga que desde que se mudó a mi lado la familia
jamaicana el valor de mi propiedad ha caído en picado. ¡Pregúnteme entonces! En
todos nosotros, en nuestros hijos, y por mantener nuestra comodidad, nuestra supervivencia,
si rascas un poco, aparecen muchas zonas oscuras. No lo olvide. Mire el
problema vasco. ¡Cuánto me equivoqué con este tema! Cuando el asunto del IRA
estaba llegando a su fin, publiqué un artículo considerando que con ETA pasaría
lo mismo. Y no, ETA sigue matando.
¿Qué pasa?
¿Cuál es su opinión? No lo sé. Ese idioma tan
misterioso es muy raro, muy poderoso. Quizá por eso a alguna de esa gente le
resulta tan imposible aceptar el mundo exterior. Pero no estoy seguro de nada.
De lo que sí que no tengo dudas es de que es un problema gravísimo.
¿Insinúa que
el idioma es la raíz del problema? Quizá.
Pero, cambiando de tema, me han dicho que hay una universidad en España en la
que es obligatorio hablar en gallego.
Igual que es
obligatorio en Cataluña compartir el catalán con el castellano. ¡Pero no me compare el catalán con el gallego! El catalán es un idioma
importante, con una literatura impresionante. Pero el gallego ¿por qué ha de
ser obligatorio en una universidad?
Porque dicen
que es una parte esencial de su identidad. Pero eso significa que vamos a seguir dividiéndonos en pequeños grupos
regionales, y eso despierta el odio étnico, como el que existe en los Balcanes.
¡Fíjese también en lo que está ocurriendo en Bélgica!
En España
también hay nacionalismos muy potentes, y en algunos de ellos, como en el vasco
o en el catalán, hay fuerzas queriendo independizarse de España. Yo vivo en cuatro idiomas, escribo y pienso en cuatro idiomas, sueño y
hago el amor en distintos idiomas. Así que no soy la persona más adecuada a la
que preguntar por los nacionalismos.
De eso, de
hacer el amor en varios idiomas, habla usted también en su libro. Por eso defino la traducción simultánea como un orgasmo. Estoy muy
orgulloso de esta idea. Es divertida y quizá lleve a un mejor entendimiento de
la situación. El orgasmo compartido es raro. Normalmente, la mujer simula tener
un orgasmo al mismo tiempo que el hombre. Son demasiado generosas. Pero cuando
ocurre ese orgasmo simultáneo es verdaderamente un milagro.
En el caso
de España, ¿tendremos que vivir siempre con nuestras divisiones? Puede que vaya a peor. Porque el Gobierno tiene muy poca elección. Lo
que ocurrió en Irlanda es un milagro; puede que no le guste Tony Blair, pero si
a ese hombre no le dan el Nobel de la Paz
Estuvo negociando durante diez años sin perder los nervios ni la paciencia. Que eso no se pueda hacer
igual con los vascos, no lo entiendo.
Lo han
intentado. Es muy trágico
Ahora bien, déjeme volver a Cataluña. Hay tres lugares en los que uno está realmente en Europa. Son Dublín,
Barcelona y Milán. Cuando te sientas en un café en La Rambla o en un pub
de Dublín o en La Galleria de Milán, Europa funciona. Madrid está mucho más
aislado de Europa que Barcelona. Madrid es una ciudad fantástica, una de las
capitales del arte en el mundo, pero sigue estando aparte. Barcelona está
abierta al mundo entero, y creo que es porque tiene el mar.
En este
libro, que es compendio de libros fracasados, usted habla de la maldad humana,
pero lo compensa hablando del lado solidario de los seres humanos, de la
compasión, de la amistad
Sí, todo eso está en cada uno de nosotros, y depende de las
circunstancias. Si nos hacen pasar hambre, nos volvemos unos salvajes. Si hacen
daño a nuestros hijos, somos capaces de matar a sangre fría. No olvidemos que
somos animales.
Y otro
asunto que le preocupa es que esos personajes, precisamente, están siendo
relevados por estrellas mediáticas. Hegel decía
que toda nueva tecnología es una nueva filosofía. Bill Gates o sus ingenieros
han cambiado el mundo. Google ha cambiado la percepción, la memoria, el cómo
nos comunicamos. La tecnología es la fuerza más creativa del momento. Del mismo
modo que el cine y la televisión son las formas más creativas de expresión. Sí,
están llenos de basura, pero toda gran cultura ha tenido mucha basura. Hay una
o dos revoluciones que se avecinan y tienen que ver con el trasplante de la
memoria. Según estudios recientes sobre la memoria, no estamos muy lejos de
implantarles chips de memorias a personas con alzheimer. Les darían un
pasado artificial. Si eso ocurre, ¿qué pasa con el yo?
¿Y la otra
revolución? Está por llegar, me da mucho miedo y francamente
prefiero no estar vivo. Podremos vivir una media de 120 años. Muy pronto podrán
rejuvenecer células. Seremos reemplazables, como el motor de un coche. Hoy, ser
un investigador de biogenética es estar subido a una escalera mecánica que va
cada vez más rápida. ¿Qué pasará cuando los jóvenes tengan que cuidar y
alimentar a tanta gente mayor? La próxima guerra civil puede ser ésta.
Parece el
tema de una novela de Saramago. De una
novela, y de una pesadilla. Los jóvenes de hoy tienen que pagar impuestos,
residencias de ancianos, la comida, la casa. Hay cada vez más ancianos. Creo
firmemente en el derecho a la eutanasia. Es un horror envejecer sin dignidad.
Antes, las familias más o menos se podían hacer cargo de sus ancianos. Pero ya
no pueden. Quizá la próxima crisis sea generacional.
¿No la hay
ya? No, estamos conteniéndola, hoy los jóvenes no
andan por ahí asesinando a los viejos. En ciertas culturas esquimales lo hacen.
Cuando llega el invierno, los jóvenes obligan a los mayores a salir de la casa
o del iglú, a morir, para que puedan sobrevivir los jóvenes.
¿Y existe
alguna luz, profesor, se ve algo después del túnel? Hay países emergentes,
culturas que se van imponiendo, China, por ejemplo. Creo que el próximo poder artístico, intelectual y científico vendrá de
la India. Tenemos muchos alumnos chinos y son muy buenos tomando notas y
diciendo sí a todo. Sin embargo, los indios discuten, te preguntan
Por cierto,
¿usted usa nuevas tecnologías? No. Mi
mujer tiene un procesador de textos e Internet, pero yo no. Escribo a mano. No
creo que se pueda escribir literatura importante en un procesador de textos,
porque siempre te parece bonito lo que has hecho.
En las
nuevas tecnologías es curioso que lo que determina el futuro se llame 'ratón'. Ahí está, conduciendo a millones de niños a conocer, sin moverse de
casa o del colegio, todo el Louvre o la primera versión de un soneto de
Góngora. Eso es maravilloso. Pero soy un optimista de la catástrofe. Le voy a
poner un ejemplo. En las trincheras, durante el blitz, la gente leía a
Dickens, a Homero y a Shakespeare. Cuando las cosas van mal, la gente vuelve a
la calidad. Sienten un vacío enorme y un ansia de calidad.
Su padre le
enseñó a aprender, a gozar aprendiendo, y usted sigue aprendiendo. Todos los días.
Se le nota,
sus libros transmiten entusiasmo por aprender. Fui muy afortunado, porque me enseñaron a usar los músculos de aquí
arriba [de la cabeza]. Aprender es usar los músculos del alma y de la mente
para que no se duerma. El cerebro está tan bien organizado que si uno lo
ejercita, se producen cosas maravillosas. Y llega un momento en el que se empiezan
a abrir puertas hacia dentro. Si eres un buen profesor, ése es tu trabajo:
abrir las puertas hacia dentro. Fui muy feliz haciendo ese trabajo.
* Este
articulo apareció en la edición impresa del Domingo, 24 de agosto de 2008
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